MONTEVIDEO – Desde la década de 1970 hasta la de 1990, cuando las dictaduras militares de América Latina asesinaban a decenas de miles de civiles, lo correcto y necesario era solicitar al mundo que interviniera para intentar poner fin a la matanza. Hoy día, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, hace lo que hicieran Jorge Rafael Videla de Argentina, Alberto Fujimori de Perú, y Augusto Pinochet de Chile, pero a una escala mucho mayor. No obstante, los gobiernos latinoamericanos, muchos de ellos pertenecientes a la misma izquierda que fue perseguida en décadas anteriores, balbucean frases incomprensibles acerca de la “neutralidad” y la “no intervención”. Se trata de un fracaso moral de proporciones abismantes.
MONTEVIDEO – Desde la década de 1970 hasta la de 1990, cuando las dictaduras militares de América Latina asesinaban a decenas de miles de civiles, lo correcto y necesario era solicitar al mundo que interviniera para intentar poner fin a la matanza. Hoy día, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, hace lo que hicieran Jorge Rafael Videla de Argentina, Alberto Fujimori de Perú, y Augusto Pinochet de Chile, pero a una escala mucho mayor. No obstante, los gobiernos latinoamericanos, muchos de ellos pertenecientes a la misma izquierda que fue perseguida en décadas anteriores, balbucean frases incomprensibles acerca de la “neutralidad” y la “no intervención”. Se trata de un fracaso moral de proporciones abismantes.