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Salvemos a la generación COVID

ADÍS ABEBA/LONDRES – La tan repetida idea de que la COVID‑19 es «el gran igualador» es un mito. No hay igualdad de sufrimiento o sacrificio durante una pandemia que afecta sobre todo a las personas más pobres y vulnerables.

Y aunque los ancianos con menos recursos se han llevado una cuota mayor del daño de la emergencia sanitaria, la pandemia ha generado una crisis educativa inédita que está afectando sobre todo a los niños más pobres y creando una generación que aprenderá menos. Los confinamientos y otras medidas de distanciamiento social obligaron a cerrar escuelas en todo el mundo, lo que en el peor momento alcanzó a unos 1600 millones de niños. Pero de ellos, los más pudientes tuvieron acceso a alternativas (por ejemplo, estudiar a través de Internet) que no están al alcance de los más pobres. Esto retrasó la educación de los niños más desfavorecidos del mundo (para quienes es la única forma de salir de la pobreza) y aleja todavía más el Objetivo de Desarrollo Sostenible n.º 4 (ODS 4) de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos a más tardar en 2030.

Un objetivo que ya no se cumplía incluso antes de la pandemia, con cifras mundiales que hablan de casi 260 millones de niños no escolarizados y 400 millones que abandonaron después de los once años. En algunas regiones, por ejemplo en las áreas rurales de África subsahariana, pocas muchachas completan la educación secundaria, en particular por la difundida práctica del matrimonio infantil (hay unos cincuenta países donde no está prohibida, y muchos más donde la prohibición no se cumple). Esto lleva a que cada año unos 12 millones de niñas y adolescentes en edad escolar terminen casadas a la fuerza.

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