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Una recuperación más sólida a través de una mejor contabilidad

NUEVA YORK – Un efecto de los confinamientos por el COVID-19 este año es que muchos adultos jóvenes han regresado temporariamente a vivir con sus padres, subalquilando sus departamentos a otros que los necesitan. Para quienes han perdido el empleo, la renta pagada por esos inquilinos sin duda sirvió como una red de seguridad bienvenida y necesaria. Gracias a la economía moderna de trabajo esporádico, las víctimas de la crisis pueden operar como corporaciones, “exprimiendo” sus balances para maximizar el ingreso a partir de sus activos existentes. 

Dada la magnitud del gasto que exige esta crisis, los responsables de las políticas públicas también deberían considerar una estrategia más creativa. La pandemia presenta una oportunidad única para que los gobiernos puedan consolidar sus finanzas analizando no sólo el gasto y los ingresos, sino también los activos y los pasivos. Al adoptar una estrategia integrada, como se haría en una reestructuración corporativa, los gobiernos pueden encaminarse hacia una recuperación más sólida sin necesidad de una austeridad excesiva y de la penuria social que ésta conlleva.

Una apreciación del campo de la gestión financiera corporativa no sólo puede mejorar la percepción que tienen los gobiernos de las contrapartidas entre recortes del gasto y aumentos de impuestos. También demuestra que el endeudamiento gubernamental general se puede medir como una proporción de los activos físicos que posee un gobierno. Desde esta perspectiva, un gobierno no tiene por qué depender exclusivamente de un PIB anual proyectado cuando genera el efectivo necesario para pagar su deuda. En lugar de tratar los gastos de capital como un dispendio inmediato, puede empezar a apalancar su enorme riqueza pública mediante una contabilidad apropiada de sus inversiones de largo plazo en infraestructura.

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