MOSCÚ – Durante los primeros años de su presidencia a comienzos de este siglo, Vladimir Putin era una isla prooccidental en un mar de élites rusas antioccidentales. Como observé en aquel momento, su deseo de “anclar firmemente Rusia a Occidente” contrastaba claramente con las nociones de seguridad tradicionales del país. Pero tras la elección presidencial del domingo pasado, en la que Putin consolidó su visión de Rusia como una fortaleza militar, está claro que ahora su isla es el nacionalismo, y que seguirá siéndolo mientras mande en el Kremlin.
MOSCÚ – Durante los primeros años de su presidencia a comienzos de este siglo, Vladimir Putin era una isla prooccidental en un mar de élites rusas antioccidentales. Como observé en aquel momento, su deseo de “anclar firmemente Rusia a Occidente” contrastaba claramente con las nociones de seguridad tradicionales del país. Pero tras la elección presidencial del domingo pasado, en la que Putin consolidó su visión de Rusia como una fortaleza militar, está claro que ahora su isla es el nacionalismo, y que seguirá siéndolo mientras mande en el Kremlin.