PARÍS – En un mundo profundamente volátil plagado de grietas, la tentación de abrazar un sendero aparentemente tranquilizador de retiro o aislamiento puede ser fuerte. De hecho, evitar potenciales peligros parece algo natural. A falta de una alternativa mejor, tal vez estemos instintivamente inclinados a mirar hacia adentro para evitar o al menos mitigar los riesgos de un mundo que parece el fin de los tiempos, en el que los niños nos están diciendo la verdad.
PARÍS – En un mundo profundamente volátil plagado de grietas, la tentación de abrazar un sendero aparentemente tranquilizador de retiro o aislamiento puede ser fuerte. De hecho, evitar potenciales peligros parece algo natural. A falta de una alternativa mejor, tal vez estemos instintivamente inclinados a mirar hacia adentro para evitar o al menos mitigar los riesgos de un mundo que parece el fin de los tiempos, en el que los niños nos están diciendo la verdad.