DAKAR – A fines de junio, en Senegal celebramos Tabaski, nuestra versión de la fiesta musulmana de Eid Al Adha. Pero para algunos, una sombra sobrevoló las celebraciones: el duelo por los que perdieron la vida en un imperdonable estallido de violencia ocurrido un mes antes. La agitación civil puso a prueba la cohesión social de Senegal y nuestra larga tradición de paz y estabilidad, envidiable en África. Las vidas de nuestros conciudadanos no se deben sacrificar en el altar de los intereses políticos. Tenemos la obligación de proteger la vida y la dignidad de todos los senegaleses.
Mi gobierno está investigando las causas de la violencia, en particular las fuerzas perversas responsables de la agitación, que coincidió con un torrente de discurso de odio en las redes sociales y ciberataques contra sitios web oficiales estratégicos y servicios esenciales como la provisión de agua y electricidad. Nada puede justificar esos actos de violencia y alteración del orden, por no hablar de la destrucción de bienes públicos y privados (incluidas universidades y escuelas). Es evidente que los grupos subversivos responsables de la violencia querían hundir el país en las tinieblas y desestabilizar nuestra democracia.
Senegal sufrió en gran medida la desaceleración económica durante la pandemia de COVID‑19 y la posterior crisis del costo de vida, que dificulta el día a día de muchas familias. Pero sé que el laborioso pueblo senegalés tiene la fuerza necesaria para superar esos desafíos. Senegal tiene una de las democracias más sólidas y estables de África, y tengo una gran deuda de gratitud hacia mis predecesores por este historial honroso. Desde que el país se independizó, hace sesenta años, hemos hecho avances inmensos, y ahora tenemos la oportunidad de dejar un gran legado. De las decisiones que tomemos juntos dependerán el futuro de Senegal y las vidas de nuestros hijos y nietos.
Lo que me trae a la elección presidencial del 25 de febrero del año entrante, en la que los senegaleses continuarán una honrosa tradición de celebrar elecciones libres y justas. Me siento muy gratificado por el hecho de que numerosas agencias, ONG y personas particulares (entre ellas 512 de los 601 alcaldes y presidentes de consejos departamentales del país) me hayan pedido que compita en las elecciones para extender mi mandato otros cinco años. También he recibido aliento y apoyo de miembros de la diáspora, movimientos juveniles, mujeres, nuestros respetados sabios, docentes, arabistas, organizaciones religiosas y muchos más. Todos han mostrado entusiasmo por liderar la lucha para mi reelección. A todos esos compatriotas, deseo expresarles mi profunda gratitud.
Pero tras una larga y cuidadosa reflexión, he decidido que no me presentaré como candidato, aun cuando la constitución me lo permite. Esta decisión puede sorprender a muchos que me han expresado admiración, confianza y lealtad. Pero quisiera recordar a todos que Senegal es más grande que cualquier individuo. Nuestro país tiene la bendición de contar con otros líderes que también son capaces de llevarnos al próximo nivel de desarrollo.
He anunciado esta decisión para poner fin a las crecientes especulaciones en relación con mi candidatura. Durante lo que me queda de mandato, seguiré concentrado en gobernar y cumplir las promesas que hice al pueblo. Contra rumores que hablan de que abrigo nuevas ambiciones presidenciales, no he olvidado lo que ya dije muchas veces: que el período de gobierno iniciado en 2019 iba a ser mi segundo y último mandato. Mi honor personal y la responsabilidad histórica exigen que mantenga mi palabra y preserve mi dignidad.
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Estoy decidido a continuar la orgullosa tradición democrática de Senegal. Hasta la entrega del mando que tendrá lugar en abril del próximo año, dedicaré todas mis fuerzas y energías a defender las instituciones constitucionales de nuestra república. Eso implica respetar las decisiones del poder judicial, salvaguardar nuestra integridad territorial y proteger de daños a las personas y a los bienes materiales.
Nuestros logros son innegables y todavía tenemos un potencial increíble. Pero no tenemos que bajar la guardia, y debemos ser conscientes de las dificultades que enfrentamos. Los obstáculos que se alzan ante nosotros son reales, y tenemos enemigos que buscan perjudicarnos, dentro y fuera del país. Por el bien de la generación presente y de las futuras, Senegal debe seguir en la senda de la paz, la estabilidad, la cohesión social, el respeto de las leyes, el orden público y la unidad nacional.
Para esto es necesario que todos nos atengamos a los principios cívicos y religiosos en los que se basa nuestro modelo de sociedad. Tenemos que defender la democracia y la libertad, y mantener en alto lo mejor de nuestra identidad colectiva senegalesa y africana; una identidad enraizada en nuestras tradiciones y al mismo tiempo abierta a un mundo de innovación y oportunidades. El éxito inigualado que hemos alcanzado como nación es resultado de eso, y no debemos darlo por sentado.
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To prevent unnecessary deaths from treatable diseases, the World Health Organization must be empowered to fulfill its mandate as the leading global emergency responder. If its $7.1 billion fundraising campaign falls short, we risk being caught unprepared again when the next pandemic arrives.
calls on wealthy countries to ensure that the World Health Organization can confront emerging threats.
Not only did Donald Trump win last week’s US presidential election decisively – winning some three million more votes than his opponent, Vice President Kamala Harris – but the Republican Party he now controls gained majorities in both houses on Congress. Given the far-reaching implications of this result – for both US democracy and global stability – understanding how it came about is essential.
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DAKAR – A fines de junio, en Senegal celebramos Tabaski, nuestra versión de la fiesta musulmana de Eid Al Adha. Pero para algunos, una sombra sobrevoló las celebraciones: el duelo por los que perdieron la vida en un imperdonable estallido de violencia ocurrido un mes antes. La agitación civil puso a prueba la cohesión social de Senegal y nuestra larga tradición de paz y estabilidad, envidiable en África. Las vidas de nuestros conciudadanos no se deben sacrificar en el altar de los intereses políticos. Tenemos la obligación de proteger la vida y la dignidad de todos los senegaleses.
Mi gobierno está investigando las causas de la violencia, en particular las fuerzas perversas responsables de la agitación, que coincidió con un torrente de discurso de odio en las redes sociales y ciberataques contra sitios web oficiales estratégicos y servicios esenciales como la provisión de agua y electricidad. Nada puede justificar esos actos de violencia y alteración del orden, por no hablar de la destrucción de bienes públicos y privados (incluidas universidades y escuelas). Es evidente que los grupos subversivos responsables de la violencia querían hundir el país en las tinieblas y desestabilizar nuestra democracia.
Senegal sufrió en gran medida la desaceleración económica durante la pandemia de COVID‑19 y la posterior crisis del costo de vida, que dificulta el día a día de muchas familias. Pero sé que el laborioso pueblo senegalés tiene la fuerza necesaria para superar esos desafíos. Senegal tiene una de las democracias más sólidas y estables de África, y tengo una gran deuda de gratitud hacia mis predecesores por este historial honroso. Desde que el país se independizó, hace sesenta años, hemos hecho avances inmensos, y ahora tenemos la oportunidad de dejar un gran legado. De las decisiones que tomemos juntos dependerán el futuro de Senegal y las vidas de nuestros hijos y nietos.
Lo que me trae a la elección presidencial del 25 de febrero del año entrante, en la que los senegaleses continuarán una honrosa tradición de celebrar elecciones libres y justas. Me siento muy gratificado por el hecho de que numerosas agencias, ONG y personas particulares (entre ellas 512 de los 601 alcaldes y presidentes de consejos departamentales del país) me hayan pedido que compita en las elecciones para extender mi mandato otros cinco años. También he recibido aliento y apoyo de miembros de la diáspora, movimientos juveniles, mujeres, nuestros respetados sabios, docentes, arabistas, organizaciones religiosas y muchos más. Todos han mostrado entusiasmo por liderar la lucha para mi reelección. A todos esos compatriotas, deseo expresarles mi profunda gratitud.
Pero tras una larga y cuidadosa reflexión, he decidido que no me presentaré como candidato, aun cuando la constitución me lo permite. Esta decisión puede sorprender a muchos que me han expresado admiración, confianza y lealtad. Pero quisiera recordar a todos que Senegal es más grande que cualquier individuo. Nuestro país tiene la bendición de contar con otros líderes que también son capaces de llevarnos al próximo nivel de desarrollo.
He anunciado esta decisión para poner fin a las crecientes especulaciones en relación con mi candidatura. Durante lo que me queda de mandato, seguiré concentrado en gobernar y cumplir las promesas que hice al pueblo. Contra rumores que hablan de que abrigo nuevas ambiciones presidenciales, no he olvidado lo que ya dije muchas veces: que el período de gobierno iniciado en 2019 iba a ser mi segundo y último mandato. Mi honor personal y la responsabilidad histórica exigen que mantenga mi palabra y preserve mi dignidad.
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Estoy decidido a continuar la orgullosa tradición democrática de Senegal. Hasta la entrega del mando que tendrá lugar en abril del próximo año, dedicaré todas mis fuerzas y energías a defender las instituciones constitucionales de nuestra república. Eso implica respetar las decisiones del poder judicial, salvaguardar nuestra integridad territorial y proteger de daños a las personas y a los bienes materiales.
Nuestros logros son innegables y todavía tenemos un potencial increíble. Pero no tenemos que bajar la guardia, y debemos ser conscientes de las dificultades que enfrentamos. Los obstáculos que se alzan ante nosotros son reales, y tenemos enemigos que buscan perjudicarnos, dentro y fuera del país. Por el bien de la generación presente y de las futuras, Senegal debe seguir en la senda de la paz, la estabilidad, la cohesión social, el respeto de las leyes, el orden público y la unidad nacional.
Para esto es necesario que todos nos atengamos a los principios cívicos y religiosos en los que se basa nuestro modelo de sociedad. Tenemos que defender la democracia y la libertad, y mantener en alto lo mejor de nuestra identidad colectiva senegalesa y africana; una identidad enraizada en nuestras tradiciones y al mismo tiempo abierta a un mundo de innovación y oportunidades. El éxito inigualado que hemos alcanzado como nación es resultado de eso, y no debemos darlo por sentado.
Traducción: Esteban Flamini