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Las prioridades para salvar al sector privado

WASHINGTON, DC – Para la mayoría de los países, transitar la prolongada crisis económica que trajo la COVID-19 comienza a parecerse más a una maratón que a una carrera corta. Según las estimaciones de la Corporación Financiera Internacional (IFC), la inversión privada interna y la inversión directa extranjera en las economías emergentes caerán este año casi 700 000 millones y 250 000 millones de dólares, respectivamente, y tal vez no vuelvan a sus niveles previos a la crisis hasta 2023.

Peor aún es que la crisis está haciendo pagar un costo gigantesco a los pobres y los grupos más vulnerables del mundo, poniendo en peligro décadas de avances ganados con duros esfuerzos. El Banco Mundial advierte que estamos por presenciar el primer aumento mundial de la pobreza desde 1998, que podría empujar hasta a 100 millones de personas a la extrema pobreza.

La forma en la que los países y las empresas se abran camino en este período incierto entre el impacto y la recuperación determinará si tendremos una base económica sólida sobre la cual reactivar el empleo, el crecimiento a largo plazo y el desarrollo mundial. La situación exige que reorganicemos y corrijamos los mercados. Muchas empresas no tuvieron otra opción que reformular sus modelos de negocios, ahora que la pandemia acelera los cambios en la forma en la que trabajamos, consumimos y nos comunicamos. Estas tendencias podrían reformar industrias enteras, generando oportunidades para quienes cuenten con capacidad innovadora.

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