NUEVA YORK – Los océanos están cambiando – y ese cambio no los mejora. Se tiene evidencia científica consolidada que demuestra que los océanos están cada vez más vacíos, más calientes y más ácidos, y que ello pone la vida marina bajo grave presión. Sin embargo, hay buenas noticias: la evidencia también indica que los océanos puede regenerarse, y el mundo ya ha llegado a un acuerdo para permitir ese resultado.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible para los Océanos (ODS 14) fue adoptado por los líderes mundiales en septiembre del año 2015 como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Incluye objetivos vitales para mitigar la acidificación de los océanos, proteger el hábitat y las especies, reducir considerablemente la contaminación, y poner fin a la pesca ilegal y los subsidios que conducen a la sobrepesca.
En última instancia, el ODS 14 promete preservar los océanos y garantizar su uso sostenible en el futuro. No obstante, esto únicamente se puede llevar a cabo mediante acciones audaces y urgentes, sustentadas fuertemente por la solidaridad entre gobiernos, ciudadanos y empresas.
Esta semana, gobiernos y expertos se reunirán en Nueva York para comenzar a elaborar un “Llamado a la acción mundial” para implementar el ODS 14. El llamado, que se lanzará en el mes de junio, durante la primera Conferencia sobre los océanos de las Naciones Unidas, debería incluir un firme compromiso para proteger al menos el 30% de los océanos hasta el año 2030, y garantizar que el 70% restante sea gestionado de manera sostenible. Los Estados miembros de la ONU también deben comprometerse a garantizar el alcance de las protecciones legales con respecto a la biodiversidad de alta mar, cerrando el creciente vacío de gobernanza que existe y que expone a los océanos al saqueo.
Hay un área prioritaria adicional que el llamado a la acción debe enfrentar: el cambio climático. De hecho, no será posible garantizar que los océanos se mantengan saludables sino se aborda, también, este urgente desafío global. La consecución del ODS 14, por lo tanto, exige que la comunidad internacional reafirme su compromiso con el Acuerdo climático de París y que anuncie medidas concretas que conduzcan hacia alcanzar un nivel cero de emisiones netas de carbono hasta el año 2050.
Para evitar más promesas vacías, todos los compromisos deben estar respaldados por un plan de financiación claro y que sea sometido a controles periódicos de rendición de cuentas. Los gobiernos, las Naciones Unidas y otros actores deben establecer un calendario para el monitoreo y momentos de control con el propósito de que el cumplimiento de las metas permanezca transparente, financiado y dentro del calendario.
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Para apoyar estos esfuerzos, instamos al Secretario General de las Naciones Unidas António Guterres a nombrar a un Representante Especial para los Océanos, cuya tarea sea mejorar la gobernanza de los océanos y garantizar que se haga realidad todo el potencial del ODS 14. Dicho representante debería tener los recursos suficientes para hacer el trabajo.
Los océanos han sufrido décadas de abuso y negligencia. Se los ha tratado como un cubo de basura que está a la libre disposición de todos y un buffet de alimentos que se usa y abusa hasta darle fin y caer en el abismo. Hemos financiado su destrucción, sin tener en cuenta las consecuencias. Pero esas consecuencias se han vuelto imposibles de ignorar. Si bien, nosotros, en nuestra capacidad de ex Comisarios de la Comisión Océano Mundial, tuvimos que llevar a cabo una dura campaña en el año 2014 para que el océano tuviera su propio y exclusivo objetivo mundial, ahora es difícil creer que esta posición de los océanos dentro de los ODS estuvo alguna vez en duda. Ese es el sentido que deberíamos tener en el año 2030, cuando las metas del ODS 14 se cumplan plenamente.
La única manera de llegar a ese logro es a través de un esfuerzo concertado – y no sólo por la gana y gusto de los comisarios de los océanos. Las personas, a lo largo y ancho del mundo, deben ponerse de pie firmes y exigir acciones reales para garantizar la regeneración de los océanos. En resumen, los océanos deben convertirse en un asunto de interés de todos.
Para poner en marcha este proceso, nos hemos unido a la red ‘Ocean Unite’, que está galvanizando a conservacionistas, líderes empresariales, jóvenes y activistas para aprovechar el creciente interés en estos temas y para crear coaliciones que puedan conducir la salud de los océanos a la cima de las agendas políticas y económicas en todo el mundo.
Tales esfuerzos ya están teniendo un impacto: los ciudadanos se movilizan para defender los océanos y los responsables de la formulación de políticas comienzan a responder a sus llamados. Ahora, es el turno de la comunidad empresarial de actuar a la altura de las circunstancias.
Las empresas tienen un claro interés en revertir la disminución de la salud de los océanos. El PIB derivado de los océanos asciende a 2,5 mil millones de dólares, o el 5% del PIB total del mundo. Eso equivale al PIB de la séptima mayor economía del mundo. Los océanos son también el mayor empleador del mundo, sustentando de manera directa los medios de subsistencia de más de tres mil millones de personas, y son una de las fuentes de alimentos para más de 2,6 mil millones de personas. Restaurar los océanos equivale, por lo tanto, a una oportunidad de negocios sin precedentes.
Sin embargo, el valor de los océanos va mucho más allá de la economía. Los océanos proporcionan la mitad del aire que respiramos, regulan nuestro clima, y ayudan a sustentar la paz y la prosperidad. El futuro de los océanos es el futuro del mundo.
En un momento en el que la política amenaza con socavar las acciones de cooperación sobre el medio ambiente, la lucha por nuestro medio ambiente global compartido reviste más importancia que nunca. Nuestra responsabilidad con respecto a la salud de los océanos es tan profunda, fundamental y permanente como lo es nuestra dependencia de ellos. Ninguna consideración política puede competir con eso. Ahora es el momento para todos nosotros – ciudadanos, empresas y gobiernos – nos unamos y luchemos por nuestros océanos.
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The economy played a critical role in the 2024 presidential race, creating the conditions not only for Donald Trump to trounce Kamala Harris, but also for a counter-elite to usher in a new power structure. Will the Democrats and “establishment” experts get the message?
explains how and why Democrats failed to connect with US voters’ pocketbook realities.
Kamala Harris lost to Donald Trump because she received around ten million fewer votes than Joe Biden did in 2020. The Democratic Party leadership was, at best, indifferent to the erosion of voting access, negligent in retaining newer voters, and proactive in marginalizing what remained of its left wing.
thinks the party has only itself to blame for losing the 2024 election on low voter turnout.
NUEVA YORK – Los océanos están cambiando – y ese cambio no los mejora. Se tiene evidencia científica consolidada que demuestra que los océanos están cada vez más vacíos, más calientes y más ácidos, y que ello pone la vida marina bajo grave presión. Sin embargo, hay buenas noticias: la evidencia también indica que los océanos puede regenerarse, y el mundo ya ha llegado a un acuerdo para permitir ese resultado.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible para los Océanos (ODS 14) fue adoptado por los líderes mundiales en septiembre del año 2015 como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Incluye objetivos vitales para mitigar la acidificación de los océanos, proteger el hábitat y las especies, reducir considerablemente la contaminación, y poner fin a la pesca ilegal y los subsidios que conducen a la sobrepesca.
En última instancia, el ODS 14 promete preservar los océanos y garantizar su uso sostenible en el futuro. No obstante, esto únicamente se puede llevar a cabo mediante acciones audaces y urgentes, sustentadas fuertemente por la solidaridad entre gobiernos, ciudadanos y empresas.
Esta semana, gobiernos y expertos se reunirán en Nueva York para comenzar a elaborar un “Llamado a la acción mundial” para implementar el ODS 14. El llamado, que se lanzará en el mes de junio, durante la primera Conferencia sobre los océanos de las Naciones Unidas, debería incluir un firme compromiso para proteger al menos el 30% de los océanos hasta el año 2030, y garantizar que el 70% restante sea gestionado de manera sostenible. Los Estados miembros de la ONU también deben comprometerse a garantizar el alcance de las protecciones legales con respecto a la biodiversidad de alta mar, cerrando el creciente vacío de gobernanza que existe y que expone a los océanos al saqueo.
Hay un área prioritaria adicional que el llamado a la acción debe enfrentar: el cambio climático. De hecho, no será posible garantizar que los océanos se mantengan saludables sino se aborda, también, este urgente desafío global. La consecución del ODS 14, por lo tanto, exige que la comunidad internacional reafirme su compromiso con el Acuerdo climático de París y que anuncie medidas concretas que conduzcan hacia alcanzar un nivel cero de emisiones netas de carbono hasta el año 2050.
Para evitar más promesas vacías, todos los compromisos deben estar respaldados por un plan de financiación claro y que sea sometido a controles periódicos de rendición de cuentas. Los gobiernos, las Naciones Unidas y otros actores deben establecer un calendario para el monitoreo y momentos de control con el propósito de que el cumplimiento de las metas permanezca transparente, financiado y dentro del calendario.
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Los océanos han sufrido décadas de abuso y negligencia. Se los ha tratado como un cubo de basura que está a la libre disposición de todos y un buffet de alimentos que se usa y abusa hasta darle fin y caer en el abismo. Hemos financiado su destrucción, sin tener en cuenta las consecuencias. Pero esas consecuencias se han vuelto imposibles de ignorar. Si bien, nosotros, en nuestra capacidad de ex Comisarios de la Comisión Océano Mundial, tuvimos que llevar a cabo una dura campaña en el año 2014 para que el océano tuviera su propio y exclusivo objetivo mundial, ahora es difícil creer que esta posición de los océanos dentro de los ODS estuvo alguna vez en duda. Ese es el sentido que deberíamos tener en el año 2030, cuando las metas del ODS 14 se cumplan plenamente.
La única manera de llegar a ese logro es a través de un esfuerzo concertado – y no sólo por la gana y gusto de los comisarios de los océanos. Las personas, a lo largo y ancho del mundo, deben ponerse de pie firmes y exigir acciones reales para garantizar la regeneración de los océanos. En resumen, los océanos deben convertirse en un asunto de interés de todos.
Para poner en marcha este proceso, nos hemos unido a la red ‘Ocean Unite’, que está galvanizando a conservacionistas, líderes empresariales, jóvenes y activistas para aprovechar el creciente interés en estos temas y para crear coaliciones que puedan conducir la salud de los océanos a la cima de las agendas políticas y económicas en todo el mundo.
Tales esfuerzos ya están teniendo un impacto: los ciudadanos se movilizan para defender los océanos y los responsables de la formulación de políticas comienzan a responder a sus llamados. Ahora, es el turno de la comunidad empresarial de actuar a la altura de las circunstancias.
Las empresas tienen un claro interés en revertir la disminución de la salud de los océanos. El PIB derivado de los océanos asciende a 2,5 mil millones de dólares, o el 5% del PIB total del mundo. Eso equivale al PIB de la séptima mayor economía del mundo. Los océanos son también el mayor empleador del mundo, sustentando de manera directa los medios de subsistencia de más de tres mil millones de personas, y son una de las fuentes de alimentos para más de 2,6 mil millones de personas. Restaurar los océanos equivale, por lo tanto, a una oportunidad de negocios sin precedentes.
Sin embargo, el valor de los océanos va mucho más allá de la economía. Los océanos proporcionan la mitad del aire que respiramos, regulan nuestro clima, y ayudan a sustentar la paz y la prosperidad. El futuro de los océanos es el futuro del mundo.
En un momento en el que la política amenaza con socavar las acciones de cooperación sobre el medio ambiente, la lucha por nuestro medio ambiente global compartido reviste más importancia que nunca. Nuestra responsabilidad con respecto a la salud de los océanos es tan profunda, fundamental y permanente como lo es nuestra dependencia de ellos. Ninguna consideración política puede competir con eso. Ahora es el momento para todos nosotros – ciudadanos, empresas y gobiernos – nos unamos y luchemos por nuestros océanos.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos