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Sobre la libertad, las conspiraciones y la vacunación

PARÍS – Si bien países como Israel, el Reino Unido y los Estados Unidos lo han hecho particularmente bien al vacunar contra el COVID-19 con la mayor rapidez posible, la renuencia a vacunarse sigue siendo un obstáculo importante. En EE.UU., ya ha frustrado el objetivo del Presidente Joe Biden de administrar al menos una dosis de vacuna al 70% de los estadounidenses para el 4 de julio.

En una encuesta de la CNN realizada en abril, cerca de un 26% de los estadounidenses que la respondieron señalaron que no tenían ninguna intención de vacunarse. Eso es un gran problema, dado que una vacunación prácticamente universal es la única manera fiable de poner fin a la pandemia. Por ejemplo, si suponemos que se vuelven dominantes variantes del COVID-19 tan contagiosas como el sarampión, sería necesario vacunar a un 94% de la población para alcanzar la inmunidad de rebaño.

En estas circunstancias, las autoridades podrían verse tentadas a suprimir la renuencia a vacunarse, alimentada en gran parte por teorías conspirativas. Para quienes las creen, el verdadero peligro no es el COVID-19, sino que Bill Gates está utilizando las vacunas para implantar microchips en nuestros cerebros.

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