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El año de los resultados

CAMBRIDGE – Estamos esperando un resultado; otra vez. Hay alguien querido, un niño, que puede haberse contagiado en la escuela. Nos dijeron que los resultados estarían a la noche, pero nunca se sabe… ¿Y si ya están? ¿Por qué la pantalla no se actualiza? ¿Significa algo la demora? ¿Nos están dando tiempo para prepararnos antes de soltarnos la mala noticia? Todavía nada. Pero espera, ¡la pantalla se actualizó!

En la fabulosa película Tiempos modernos de Charles Chaplin, la imagen de la modernidad es la aceleración del tiempo. En la visión distópica de Chaplin, máquinas veloces mueven vidas todavía más veloces. Y sin embargo, cuesta imaginar que el tiempo vaya rápido para alguien que ve pasar zumbando los autos desde una cabina de peaje, o alguien que ve una impresora de alta velocidad sacando tiradas de miles de páginas en un taller de imprenta.

En nuestra opinión, lo que hace que el tiempo vuele no son las máquinas, sino la presencia de marcas temporales predecibles: el almuerzo a las 12.30, el café de las 3.00, la vuelta a casa a las 5.00, las compras del fin de semana, el partido de fútbol de la tarde, la próxima vacación escolar, el viaje anual para ver a la familia. En los viejos tiempos, la vida parecía lenta, porque siempre se estaba a la espera de algo: que la lluvia salvara la cosecha, que la guerra terminara, que el útero concibiera, que las pestes se aplacaran.

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