NUEVA YORK – En el mundo de los negocios, todos saben que la visión sin ejecución es alucinación, y que la ejecución sin visión no sirve de nada. El mismo principio se aplica a la política global: las ambiciones sin soluciones son meras esperanzas, y las soluciones sin ambición conducen al estancamiento.
Un buen ejemplo son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030. En 2015, todos los miembros de Naciones Unidas aprobaron en forma unánime estos diecisiete objetivos con 169 metas subyacentes. Constituyen una ambiciosa agenda para hacer frente a desafíos globales en lo referido a la pobreza, la salud, la igualdad de género, el trabajo, la educación y el cambio climático.
Pero a sólo seis años de que se cumpla el plazo de 2030, el mundo está lejos de alcanzar la mayoría de estos objetivos. Es verdad que en algunas áreas hubo mejoras importantes (por ejemplo, cada año hay un millón más de niños que alcanzan su quinto cumpleaños), pero en muchas otras el avance ha sido demasiado lento.
Suele citarse como factor clave el déficit de financiación, pero el mayor obstáculo contra el logro de los ODS es que faltan estrategias sistemáticas para la creación de soluciones escalables. Aunque una serie de mejoras lentas y sostenidas puede generar avances significativos con el correr del tiempo, un progreso excesivamente lento puede diluir el sentido de conquista y las esperanzas para el futuro.
Para lograr mejoras sistémicas se necesita audacia. El lanzamiento de los ODS en 2015 fue un llamado a la transformación. Pero es más fácil pedir soluciones transformadoras que desarrollarlas. Los mercados son potentes motores de innovación, pero necesitamos soluciones con capacidad para abordar el interés público en un sentido más amplio. A menudo el progreso demanda nuevas formas de colaboración entre instituciones públicas, privadas, científicas y de la sociedad civil, o incluso la creación de otras nuevas. Pero muchas organizaciones tienen dificultades a la hora de actualizar sus objetivos o crear estrategias para la colaboración. Cuando se tienen comunidades profesionales compartimentalizadas es difícil unirlas, y esto permite a intereses creados y a las fuerzas de la inercia obstaculizar la innovación. Es así que la colaboración se queda en el nivel del valor aspiracional, en vez de convertirse en una práctica basada en destrezas; y muchas veces, en la discusión de políticas se termina dando más prioridad a la ideología que a las soluciones prácticas.
En este contexto, para lograr los ODS en 2030 se necesitarán nuevas ideas lo bastante audaces para ser fuente de inspiración, pero lo bastante prácticas para ser viables; conceptos que atrapen la imaginación y al mismo tiempo guíen la búsqueda de implementaciones hacia resultados tangibles. Esto puede presentarse en muchas formas; por ejemplo, un nuevo fondo global pensado para que las transferencias digitales de efectivo lleguen a las comunidades más pobres del mundo; o un mecanismo de «dinero interespecies» que aproveche la inteligencia artificial para que los animales puedan influir en las decisiones referidas al uso de dinero digital en su protección; o desarrollar una herramienta de información pública que ayude a los inversores a identificar y evitar empresas que usan mano de obra esclava.
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Nuevas tecnologías, instituciones y estrategias pueden movilizar energía y saber experto para el logro de objetivos compartidos cuantificables. Un aspecto crucial de las nuevas ideas que tenemos en mente es que deben convencer a la gente de abandonar las prácticas actuales y sumar su creatividad y sus recursos en pos de un objetivo más grande.
Pero las grandes ideas no suelen surgir solas. Nuestras respectivas experiencias profesionales y las iniciativas de colaboración en las que hemos participado nos han enseñado que a las soluciones innovadoras para los ODS hay que alentarlas, cultivarlas y apoyarlas. Como copresidentes de 17 Rooms, un proyecto conjunto de la Brookings Institution y la Fundación Rockefeller, hemos trabajado con numerosos profesionales extraordinarios de todo el mundo en iniciativas relacionadas con los diecisiete objetivos. Los hemos visto poner a prueba diversas ideas, y hemos aprendido algunas enseñanzas respecto de cómo impulsar cambios positivos.
La primera es que en el área del desarrollo sostenible todavía hay una gran escasez de ámbitos para la cooperación intersectorial. Nos sorprendió que muchos líderes, de todos los sectores, a quienes se propone diseñar juntos acciones audaces para el logro de metas de los ODS (incluso metas individuales) digan que es una novedad para ellos.
En segundo lugar, cómo se formulan las ideas importa. Para crear plataformas que permitan el surgimiento de las mejores ideas, el mundo necesita herramientas, procesos y sistemas que puedan reunir una diversidad de visiones; pero es increíble hasta qué punto faltan herramientas para el desarrollo de soluciones que involucren a diversas partes interesadas.
En tercer lugar, el desarrollo de grandes ideas y su adopción tienen que estar vinculados. Muy a menudo, los expertos diseñan soluciones nuevas sin una comprensión de las realidades que enfrentan quienes serán responsables de ponerlas en práctica. Por su parte, los funcionarios no suelen estar a la caza de ideas innovadoras, y rara vez deben rendir cuentas por no hacerlo.
Una cuarta enseñanza tiene que ver con la necesidad de determinar desde el primer momento quién aportará el dinero y de qué manera. Lamentablemente, los ODS se lanzaron sin consenso suficiente sobre su financiación, lo que dificulta incluso la obtención de sumas pequeñas. Sin financiación adecuada, las grandes ideas se quedan allí: en ideas.
En quinto lugar, no hay sustituto para el liderazgo. Las instituciones y los sistemas son cruciales para el despliegue de soluciones a gran escala, pero la pasión y la dedicación de personas puestas a promover grandes ideas son mucho más importantes que tener una estrategia o un proyecto perfectos. En una era de disrupción tecnológica es inevitable hallar obstáculos, de modo que los emprendedores públicos tienen que ser tan ágiles como sus homólogos del sector privado para moverse por un terreno en constante evolución.
Habrá quien diga que el clima geopolítico actual es demasiado difícil para perseguir grandes ideas o desarrollar estrategias sistemáticas para el logro de los ODS. Permítasenos disentir. En cualquier caso, el aumento actual de tensiones resalta la necesidad de mejorar la trayectoria hacia el futuro. Cuando el mundo parece estancado o fuera de rumbo, mal podrán pequeños ajustes de política tener impacto significativo. Pero ideas nuevas pueden alentar un clima de oportunidad y combatir la desesperanza.
Finalmente, los líderes del sector privado y de la sociedad civil son tan importantes para la generación de grandes ideas como los funcionarios públicos. Las grandes ideas pueden impulsar cambios en todos los niveles, desde el concejo municipal hasta el foro internacional. Pero para alcanzar los ODS se necesitan nuevas plataformas que alienten la innovación multisectorial y empoderen a los actores pertinentes para que puedan proponer soluciones en forma independiente.
En 17 Rooms, hemos aprendido de nuestros éxitos y de las oportunidades desaprovechadas. A sólo seis años del plazo de 2030 para el logro de los ODS, estamos en una búsqueda activa de grandes ideas. Esperamos que otros adopten una mirada similar y nos ayuden a crear plataformas que faciliten hallar soluciones innovadoras.
Este comentario se basa en ideas generadas por medio de la 17 Rooms Initiative, un proyecto del Centro para el Desarrollo Sostenible (Brookings Institution) y la Fundación Rockefeller.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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NUEVA YORK – En el mundo de los negocios, todos saben que la visión sin ejecución es alucinación, y que la ejecución sin visión no sirve de nada. El mismo principio se aplica a la política global: las ambiciones sin soluciones son meras esperanzas, y las soluciones sin ambición conducen al estancamiento.
Un buen ejemplo son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030. En 2015, todos los miembros de Naciones Unidas aprobaron en forma unánime estos diecisiete objetivos con 169 metas subyacentes. Constituyen una ambiciosa agenda para hacer frente a desafíos globales en lo referido a la pobreza, la salud, la igualdad de género, el trabajo, la educación y el cambio climático.
Pero a sólo seis años de que se cumpla el plazo de 2030, el mundo está lejos de alcanzar la mayoría de estos objetivos. Es verdad que en algunas áreas hubo mejoras importantes (por ejemplo, cada año hay un millón más de niños que alcanzan su quinto cumpleaños), pero en muchas otras el avance ha sido demasiado lento.
Suele citarse como factor clave el déficit de financiación, pero el mayor obstáculo contra el logro de los ODS es que faltan estrategias sistemáticas para la creación de soluciones escalables. Aunque una serie de mejoras lentas y sostenidas puede generar avances significativos con el correr del tiempo, un progreso excesivamente lento puede diluir el sentido de conquista y las esperanzas para el futuro.
Para lograr mejoras sistémicas se necesita audacia. El lanzamiento de los ODS en 2015 fue un llamado a la transformación. Pero es más fácil pedir soluciones transformadoras que desarrollarlas. Los mercados son potentes motores de innovación, pero necesitamos soluciones con capacidad para abordar el interés público en un sentido más amplio. A menudo el progreso demanda nuevas formas de colaboración entre instituciones públicas, privadas, científicas y de la sociedad civil, o incluso la creación de otras nuevas. Pero muchas organizaciones tienen dificultades a la hora de actualizar sus objetivos o crear estrategias para la colaboración. Cuando se tienen comunidades profesionales compartimentalizadas es difícil unirlas, y esto permite a intereses creados y a las fuerzas de la inercia obstaculizar la innovación. Es así que la colaboración se queda en el nivel del valor aspiracional, en vez de convertirse en una práctica basada en destrezas; y muchas veces, en la discusión de políticas se termina dando más prioridad a la ideología que a las soluciones prácticas.
En este contexto, para lograr los ODS en 2030 se necesitarán nuevas ideas lo bastante audaces para ser fuente de inspiración, pero lo bastante prácticas para ser viables; conceptos que atrapen la imaginación y al mismo tiempo guíen la búsqueda de implementaciones hacia resultados tangibles. Esto puede presentarse en muchas formas; por ejemplo, un nuevo fondo global pensado para que las transferencias digitales de efectivo lleguen a las comunidades más pobres del mundo; o un mecanismo de «dinero interespecies» que aproveche la inteligencia artificial para que los animales puedan influir en las decisiones referidas al uso de dinero digital en su protección; o desarrollar una herramienta de información pública que ayude a los inversores a identificar y evitar empresas que usan mano de obra esclava.
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Pero las grandes ideas no suelen surgir solas. Nuestras respectivas experiencias profesionales y las iniciativas de colaboración en las que hemos participado nos han enseñado que a las soluciones innovadoras para los ODS hay que alentarlas, cultivarlas y apoyarlas. Como copresidentes de 17 Rooms, un proyecto conjunto de la Brookings Institution y la Fundación Rockefeller, hemos trabajado con numerosos profesionales extraordinarios de todo el mundo en iniciativas relacionadas con los diecisiete objetivos. Los hemos visto poner a prueba diversas ideas, y hemos aprendido algunas enseñanzas respecto de cómo impulsar cambios positivos.
La primera es que en el área del desarrollo sostenible todavía hay una gran escasez de ámbitos para la cooperación intersectorial. Nos sorprendió que muchos líderes, de todos los sectores, a quienes se propone diseñar juntos acciones audaces para el logro de metas de los ODS (incluso metas individuales) digan que es una novedad para ellos.
En segundo lugar, cómo se formulan las ideas importa. Para crear plataformas que permitan el surgimiento de las mejores ideas, el mundo necesita herramientas, procesos y sistemas que puedan reunir una diversidad de visiones; pero es increíble hasta qué punto faltan herramientas para el desarrollo de soluciones que involucren a diversas partes interesadas.
En tercer lugar, el desarrollo de grandes ideas y su adopción tienen que estar vinculados. Muy a menudo, los expertos diseñan soluciones nuevas sin una comprensión de las realidades que enfrentan quienes serán responsables de ponerlas en práctica. Por su parte, los funcionarios no suelen estar a la caza de ideas innovadoras, y rara vez deben rendir cuentas por no hacerlo.
Una cuarta enseñanza tiene que ver con la necesidad de determinar desde el primer momento quién aportará el dinero y de qué manera. Lamentablemente, los ODS se lanzaron sin consenso suficiente sobre su financiación, lo que dificulta incluso la obtención de sumas pequeñas. Sin financiación adecuada, las grandes ideas se quedan allí: en ideas.
En quinto lugar, no hay sustituto para el liderazgo. Las instituciones y los sistemas son cruciales para el despliegue de soluciones a gran escala, pero la pasión y la dedicación de personas puestas a promover grandes ideas son mucho más importantes que tener una estrategia o un proyecto perfectos. En una era de disrupción tecnológica es inevitable hallar obstáculos, de modo que los emprendedores públicos tienen que ser tan ágiles como sus homólogos del sector privado para moverse por un terreno en constante evolución.
Habrá quien diga que el clima geopolítico actual es demasiado difícil para perseguir grandes ideas o desarrollar estrategias sistemáticas para el logro de los ODS. Permítasenos disentir. En cualquier caso, el aumento actual de tensiones resalta la necesidad de mejorar la trayectoria hacia el futuro. Cuando el mundo parece estancado o fuera de rumbo, mal podrán pequeños ajustes de política tener impacto significativo. Pero ideas nuevas pueden alentar un clima de oportunidad y combatir la desesperanza.
Finalmente, los líderes del sector privado y de la sociedad civil son tan importantes para la generación de grandes ideas como los funcionarios públicos. Las grandes ideas pueden impulsar cambios en todos los niveles, desde el concejo municipal hasta el foro internacional. Pero para alcanzar los ODS se necesitan nuevas plataformas que alienten la innovación multisectorial y empoderen a los actores pertinentes para que puedan proponer soluciones en forma independiente.
En 17 Rooms, hemos aprendido de nuestros éxitos y de las oportunidades desaprovechadas. A sólo seis años del plazo de 2030 para el logro de los ODS, estamos en una búsqueda activa de grandes ideas. Esperamos que otros adopten una mirada similar y nos ayuden a crear plataformas que faciliten hallar soluciones innovadoras.
Este comentario se basa en ideas generadas por medio de la 17 Rooms Initiative, un proyecto del Centro para el Desarrollo Sostenible (Brookings Institution) y la Fundación Rockefeller.