

Fifteen years after the collapse of the US investment bank Lehman Brothers triggered a devastating global financial crisis, the banking system is in trouble again. Central bankers and financial regulators each seem to bear some of the blame for the recent tumult, but there is significant disagreement over how much – and what, if anything, can be done to avoid a deeper crisis.
ROMA – Por primera vez en su historia de posguerra, Italia pronto podría ser gobernada por un partido con raíces en los restos del movimiento fascista de Mussolini. Si los Fratelli d’Italia (“Hermanos de Italia”) acaban en la cima de la coalición gobernante, como parece probable, la política europea sufrirá profundos cambios.
Giorgia Meloni, la carismática líder del FdI, ha sido acusada de “neofascista” y se ha tachado de “populistas” tanto a su partido como a la Lega, el segundo mayor miembro de la coalición. Ambas calificaciones se olvidan de lo central. Sí, estos partidos se han nutrido del enorme descontento que sienten algunos votantes y adoptarían una postura más dura en materia de inmigración y seguridad. Pero los Hermanos de ninguna manera buscan poner fin a la democracia liberal.
Las ambiciones del FdI están en otro lugar. Reconociendo que la clave del éxito de las dos grandes familias políticas de Europa, los democratacristianos y los socialdemócratas, han sido sus bien desarrolladas culturas ético-políticas, los Hermanos apuntan a sentar bases similares para la derecha, con lo que podrían proyectar el dominio del poder de aquí hasta bien entrado el futuro. Este es el pernicioso reto al que debe enfrentarse el pensamiento progresista.
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