BEIJING – Las declaraciones sobre la sobrecapacidad industrial de China han provocado discusiones acaloradas entre los responsables de las políticas. Durante su vista a China en abril, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet L. Yellen, sostuvo que “cuando el mercado global está inundado de productos chinos artificialmente baratos, se pone en duda la viabilidad de las empresas norteamericanas y otras firmas extranjeras”, y agregó que sucedió lo mismo hace diez años.
Yellen, en parte, tiene razón: la guerra comercial sino-norteamericana ha fortalecido, no debilitado, la competitividad de las exportaciones de China. En 2023, China representaba alrededor del 14% de las exportaciones totales a nivel global, 1,3 puntos porcentuales más que en 2017 (antes de que comenzara el conflicto). Más sorprendente aún es el hecho de que el superávit comercial de China fue de aproximadamente 823.000 millones de dólares en 2023, casi el doble que en 2017.
Hace más de diez años, el excedente comercial de China era, en gran medida, producto de un renminbi (RMB) devaluado. Las circunstancias de hoy son bastante similares. Mi investigación demuestra que, en 2023, el RMB estaba 16% devaluado frente al dólar, lo que contribuyó al alto nivel de exportaciones y al superávit comercial de China.
Llegué a esta conclusión porque la tasa de inflación en Estados Unidos en los dos últimos años ha sido diez puntos porcentuales más alta que en China. Según los cálculos de paridad de poder adquisitivo, el RMB debería haberse apreciado un 10% frente al dólar; por el contrario, se depreció el 11%. Desde esta perspectiva, el RMB estaba 21% devaluado frente al dólar.
Por supuesto, los tipos de cambio de corto plazo están más influenciados por el diferencial de la tasa de interés que por la tasa de inflación. Por lo tanto, utilicé métodos econométricos, incorporando factores como el diferencial de la tasa de interés y el crecimiento económico, para estimar cuál debería ser el tipo de cambio del RMB.
Mis estudios comparativos determinaron que la magnitud de la devaluación del RMB ha sido mucho mayor que la de las principales monedas de la ASEAN en los dos últimos años. En comparación con la última ronda de alzas de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 2015 y 2018, la devaluación del RMB en los últimos años también se ha incrementado significativamente.
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Es curioso, pero no existe ninguna evidencia de que el gobierno chino tenga en la mira el tipo de cambio. Hasta Estados Unidos coincide en que China no ha actuado como un manipulador de la moneda en los últimos años. En este sentido, la situación hoy es muy diferente que hace diez años, ya que China ha hecho un progreso significativo a la hora de reformar su sistema de tipo de cambio en el período transcurrido. Como resultado de ello, la volatilidad del tipo de cambio del RMB se ha vuelto más pronunciada.
Esto plantea el interrogante de por qué el RMB todavía está devaluado. Si se analiza la balanza de pagos en 2020 y 2021, el ingreso neto acumulado de capital a partir de inversiones directas y en valores superó los 400.000 millones de dólares, mientras que en 2022 y 2023 la salida neta acumulada del capital y de la cuenta financiera superó los 500.000 millones de dólares. El enorme excedente de cuenta corriente de China no ha provocado una apreciación del RMB -como uno podría esperar- por estas salidas de capital elevadas. Esto hace que las alteraciones en el tipo de cambio no sean efectivas a la hora de ajustar la balanza comercial.
Estas salidas de capital no se pueden atribuir exclusivamente a los cambios en el diferencial de la tasa de interés entre China y Estados Unidos. De hecho, la salida de capital es principalmente el resultado de factores no económicos, entre ellos algunas de las propias políticas de China como sus medidas drásticas contra ciertas industrias. Al reconocer esto, el gobierno chino comenzó a incorporar políticas no económicas en su marco de autoevaluación a fines del año pasado.
Más importante aún, la escalada reciente de las tensiones sino-norteamericanas ha llevado a Estados Unidos a adoptar una serie de políticas que desalientan la inversión en China. Estas políticas incluyen limitar los flujos de capital riesgo que ingresen a China y exagerar los riesgos de viajar allí. El Congreso de Estados Unidos también está considerando legislación que restringiría aún más la inversión estadounidense en China. En conjunto, estos factores han exacerbado las salidas de capital, amplificando así el grado de devaluación del RMB y minando aún más el efecto que los ajustes del tipo de cambio normalmente tendrían en la balanza comercial.
En tanto las relaciones sino-norteamericanas sigan siendo ríspidas, es muy probable que el tipo de cambio del RMB siga estando significativamente devaluado, y las quejas de Yellen se volverán cada vez más difíciles de resolver. Por supuesto, los factores políticos que distorsionan el tipo de cambio también desacelerarán el desarrollo del sector de servicios de China y minarán así sus esfuerzos de un ajuste estructural.
En vista de todo esto, la solución parece clara. Para el bien de ambas partes, China debe desarrollar un mecanismo consistente de evaluación del impacto de sus medidas no económicas, y Estados Unidos debe distender sus políticas restrictivas.
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In betting that the economic fallout from his sweeping new tariffs will be worth the gains in border security, US President Donald Trump is gambling with America’s long-term influence and prosperity. In the future, more countries will have even stronger reasons to try to reduce their reliance on the United States.
thinks Donald Trump's trade policies will undermine the very goals they aim to achieve.
While America’s AI industry arguably needed shaking up, the news of a Chinese startup beating Big Tech at its own game raises some difficult questions. Fortunately, if US tech leaders and policymakers can take the right lessons from DeepSeek's success, we could all end up better for it.
considers what an apparent Chinese breakthrough means for the US tech industry, and innovation more broadly.
BEIJING – Las declaraciones sobre la sobrecapacidad industrial de China han provocado discusiones acaloradas entre los responsables de las políticas. Durante su vista a China en abril, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet L. Yellen, sostuvo que “cuando el mercado global está inundado de productos chinos artificialmente baratos, se pone en duda la viabilidad de las empresas norteamericanas y otras firmas extranjeras”, y agregó que sucedió lo mismo hace diez años.
Yellen, en parte, tiene razón: la guerra comercial sino-norteamericana ha fortalecido, no debilitado, la competitividad de las exportaciones de China. En 2023, China representaba alrededor del 14% de las exportaciones totales a nivel global, 1,3 puntos porcentuales más que en 2017 (antes de que comenzara el conflicto). Más sorprendente aún es el hecho de que el superávit comercial de China fue de aproximadamente 823.000 millones de dólares en 2023, casi el doble que en 2017.
Hace más de diez años, el excedente comercial de China era, en gran medida, producto de un renminbi (RMB) devaluado. Las circunstancias de hoy son bastante similares. Mi investigación demuestra que, en 2023, el RMB estaba 16% devaluado frente al dólar, lo que contribuyó al alto nivel de exportaciones y al superávit comercial de China.
Llegué a esta conclusión porque la tasa de inflación en Estados Unidos en los dos últimos años ha sido diez puntos porcentuales más alta que en China. Según los cálculos de paridad de poder adquisitivo, el RMB debería haberse apreciado un 10% frente al dólar; por el contrario, se depreció el 11%. Desde esta perspectiva, el RMB estaba 21% devaluado frente al dólar.
Por supuesto, los tipos de cambio de corto plazo están más influenciados por el diferencial de la tasa de interés que por la tasa de inflación. Por lo tanto, utilicé métodos econométricos, incorporando factores como el diferencial de la tasa de interés y el crecimiento económico, para estimar cuál debería ser el tipo de cambio del RMB.
Mis estudios comparativos determinaron que la magnitud de la devaluación del RMB ha sido mucho mayor que la de las principales monedas de la ASEAN en los dos últimos años. En comparación con la última ronda de alzas de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 2015 y 2018, la devaluación del RMB en los últimos años también se ha incrementado significativamente.
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Es curioso, pero no existe ninguna evidencia de que el gobierno chino tenga en la mira el tipo de cambio. Hasta Estados Unidos coincide en que China no ha actuado como un manipulador de la moneda en los últimos años. En este sentido, la situación hoy es muy diferente que hace diez años, ya que China ha hecho un progreso significativo a la hora de reformar su sistema de tipo de cambio en el período transcurrido. Como resultado de ello, la volatilidad del tipo de cambio del RMB se ha vuelto más pronunciada.
Esto plantea el interrogante de por qué el RMB todavía está devaluado. Si se analiza la balanza de pagos en 2020 y 2021, el ingreso neto acumulado de capital a partir de inversiones directas y en valores superó los 400.000 millones de dólares, mientras que en 2022 y 2023 la salida neta acumulada del capital y de la cuenta financiera superó los 500.000 millones de dólares. El enorme excedente de cuenta corriente de China no ha provocado una apreciación del RMB -como uno podría esperar- por estas salidas de capital elevadas. Esto hace que las alteraciones en el tipo de cambio no sean efectivas a la hora de ajustar la balanza comercial.
Estas salidas de capital no se pueden atribuir exclusivamente a los cambios en el diferencial de la tasa de interés entre China y Estados Unidos. De hecho, la salida de capital es principalmente el resultado de factores no económicos, entre ellos algunas de las propias políticas de China como sus medidas drásticas contra ciertas industrias. Al reconocer esto, el gobierno chino comenzó a incorporar políticas no económicas en su marco de autoevaluación a fines del año pasado.
Más importante aún, la escalada reciente de las tensiones sino-norteamericanas ha llevado a Estados Unidos a adoptar una serie de políticas que desalientan la inversión en China. Estas políticas incluyen limitar los flujos de capital riesgo que ingresen a China y exagerar los riesgos de viajar allí. El Congreso de Estados Unidos también está considerando legislación que restringiría aún más la inversión estadounidense en China. En conjunto, estos factores han exacerbado las salidas de capital, amplificando así el grado de devaluación del RMB y minando aún más el efecto que los ajustes del tipo de cambio normalmente tendrían en la balanza comercial.
En tanto las relaciones sino-norteamericanas sigan siendo ríspidas, es muy probable que el tipo de cambio del RMB siga estando significativamente devaluado, y las quejas de Yellen se volverán cada vez más difíciles de resolver. Por supuesto, los factores políticos que distorsionan el tipo de cambio también desacelerarán el desarrollo del sector de servicios de China y minarán así sus esfuerzos de un ajuste estructural.
En vista de todo esto, la solución parece clara. Para el bien de ambas partes, China debe desarrollar un mecanismo consistente de evaluación del impacto de sus medidas no económicas, y Estados Unidos debe distender sus políticas restrictivas.