NUEVA YORK – El cambio climático nos afecta a todos, pero todavía no estamos actuando con la celeridad que deberíamos para enfrentar sus causas, mitigar el cambio y adaptarnos a sus efectos. Mucha gente no entiende los riesgos que plantea el cambio climático a las estructuras económicas y sociales mundiales. Y, lamentablemente, muchos de los que sí entienden desdeñan los beneficios de amplio alcance que generaría un giro global hacia la sustentabilidad y la energía limpia.
Según un estudio reciente de Pew, siete de cada diez norteamericanos clasificados como políticamente independientes no estaban demasiado preocupados porque el cambio climático fuera a afectarlos. Peor aún, investigadores de la Universidad de Yale recientemente determinaron que el 40% de los adultos del mundo nunca oyó hablar del cambio climático. En algunos países en desarrollo, como la India, esa cifra asciende al 65%.
Son cifras desalentadoras, pero pueden mejorar. El estudio de Yale concluyó que "el logro educativo tiende a ser el único indicador más fuerte de la conciencia pública del cambio climático". Al invertir en educación de calidad, podemos colocar a la próxima generación en el camino correcto hacia la resolución de este problema global.
Hay tres maneras en que educación y acción climática van de la mano. Para empezar, la educación llena las lagunas de conocimiento. Esto es especialmente válido en el caso de las poblaciones pobres que son más vulnerables a las malas cosechas y a los desastres naturales, como los derrumbes y las inundaciones, causados por el cambio climático. Las poblaciones que deben iniciar una reconstrucción desde cero después de cada nueva catástrofe no pueden aprovechar las oportunidades de un desarrollo rápido. Al entender que su mundo está cambiando -y que la posibilidad de desastres futuros aumenta-, estas poblaciones pueden desarrollar resiliencia y aprender a adaptarse al estrés repentino y lento de un clima cambiante.
En segundo lugar, la educación es un reto para la apatía. Conocer las medidas a nuestro alcance para lidiar con el cambio climático puede abrir grandes oportunidades para un crecimiento económico. Se les debería hacer entender a los inversores globales que las soluciones sustentables pueden aumentar el bienestar y crear oportunidades económicas adicionales. A título de ejemplo, en Níger, la educación y mejores técnicas de agricultura ayudaron a que más de un millón de personas duplicaran los ingresos agrícolas reales, y a restablecer grandes trechos de tierra seriamente degradada. En Estados Unidos, a partir de 2014, había más empleos que dependían de la energía solar que de la minería de carbón.
Aun así, mucha gente insiste en que implementar medidas para mitigar los efectos del cambio climático es demasiado costoso para nuestro modo de vida actual. Según el estudio de Pew, casi siete de cada diez personas creen que, dadas las limitaciones de la tecnología, tendrían que hacer cambios importantes en el estilo de vida. No tiene por qué ser así. Y la educación, por otra parte, puede combatir el tipo de escepticismo que acaba con las oportunidades para una existencia consciente del clima.
At a time of escalating global turmoil, there is an urgent need for incisive, informed analysis of the issues and questions driving the news – just what PS has always provided.
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Finalmente, la educación aporta el conocimiento técnico necesario para construir un futuro mejor a través de la innovación -un futuro que incluya energía limpia y segura, agricultura sustentable y ciudades más inteligentes-. Ampliar el acceso a la educación llevaría a una mayor innovación local -emprendedores que detectan oportunidades para encarar los problemas locales-. A nivel global, no podemos depender de los centros de conocimiento como Silicon Valley u Oxford para desarrollar una solución inmediata para el problema del clima. Las soluciones pueden venir de centros tecnológicos, pero también de pueblos y ciudades en desarrollo, de agricultores y productores con perspectivas sumamente diferentes en el mundo que los rodea. Y esto creará un círculo virtuoso. Es más fácil que la gente educada migre y se integre en nuevas sociedades, compartiendo el conocimiento que trae consigo.
Afortunadamente, las generaciones más jóvenes hoy están mejor educadas y se sienten más comprometidas con la reducción de su propia huella de carbono que las generaciones anteriores. Están liderando el camino y nos obligan a todos nosotros a reconsiderar nuestras propias acciones. Pero debemos ampliar la accesibilidad a la educación a nivel mundial a fin de asegurar que sus esfuerzos no sean en vano.
El gobierno de Noruega, bajo el liderazgo visionario de la primera ministra Erna Solberg, ha reconocido la importancia de la educación y, en consecuencia, ha creado la Comisión Internacional sobre Financiamiento de Oportunidades Educativas Globales, de la cual soy miembro. Nos reuniremos esta semana en Oslo, y tengo la esperanza de que enfrentemos los desafíos de nuestros tiempos y actuemos sabiendo que la educación es el mejor activo que tenemos para solucionar los problemas.
Abordar los peligros del cambio climático no es sólo un imperativo existencial; también es una oportunidad para avanzar hacia un sendero de desarrollo más limpio, más productivo y más justo. Sólo una sociedad global educada puede tomar las medidas decisivas que se necesitan para llegar allí.
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With German voters clearly demanding comprehensive change, the far right has been capitalizing on the public's discontent and benefiting from broader global political trends. If the country's democratic parties cannot deliver, they may soon find that they are no longer the mainstream.
explains why the outcome may decide whether the political “firewall” against the far right can hold.
The Russian and (now) American vision of "peace" in Ukraine would be no peace at all. The immediate task for Europe is not only to navigate Donald’s Trump unilateral pursuit of a settlement, but also to ensure that any deal does not increase the likelihood of an even wider war.
sees a Korea-style armistice with security guarantees as the only viable option in Ukraine.
Rather than engage in lengthy discussions to pry concessions from Russia, US President Donald Trump seems committed to giving the Kremlin whatever it wants to end the Ukraine war. But rewarding the aggressor and punishing the victim would amount to setting the stage for the next war.
warns that by punishing the victim, the US is setting up Europe for another war.
Within his first month back in the White House, Donald Trump has upended US foreign policy and launched an all-out assault on the country’s constitutional order. With US institutions bowing or buckling as the administration takes executive power to unprecedented extremes, the establishment of an authoritarian regime cannot be ruled out.
The rapid advance of AI might create the illusion that we have created a form of algorithmic intelligence capable of understanding us as deeply as we understand one another. But these systems will always lack the essential qualities of human intelligence.
explains why even cutting-edge innovations are not immune to the world’s inherent unpredictability.
NUEVA YORK – El cambio climático nos afecta a todos, pero todavía no estamos actuando con la celeridad que deberíamos para enfrentar sus causas, mitigar el cambio y adaptarnos a sus efectos. Mucha gente no entiende los riesgos que plantea el cambio climático a las estructuras económicas y sociales mundiales. Y, lamentablemente, muchos de los que sí entienden desdeñan los beneficios de amplio alcance que generaría un giro global hacia la sustentabilidad y la energía limpia.
Según un estudio reciente de Pew, siete de cada diez norteamericanos clasificados como políticamente independientes no estaban demasiado preocupados porque el cambio climático fuera a afectarlos. Peor aún, investigadores de la Universidad de Yale recientemente determinaron que el 40% de los adultos del mundo nunca oyó hablar del cambio climático. En algunos países en desarrollo, como la India, esa cifra asciende al 65%.
Son cifras desalentadoras, pero pueden mejorar. El estudio de Yale concluyó que "el logro educativo tiende a ser el único indicador más fuerte de la conciencia pública del cambio climático". Al invertir en educación de calidad, podemos colocar a la próxima generación en el camino correcto hacia la resolución de este problema global.
Hay tres maneras en que educación y acción climática van de la mano. Para empezar, la educación llena las lagunas de conocimiento. Esto es especialmente válido en el caso de las poblaciones pobres que son más vulnerables a las malas cosechas y a los desastres naturales, como los derrumbes y las inundaciones, causados por el cambio climático. Las poblaciones que deben iniciar una reconstrucción desde cero después de cada nueva catástrofe no pueden aprovechar las oportunidades de un desarrollo rápido. Al entender que su mundo está cambiando -y que la posibilidad de desastres futuros aumenta-, estas poblaciones pueden desarrollar resiliencia y aprender a adaptarse al estrés repentino y lento de un clima cambiante.
En segundo lugar, la educación es un reto para la apatía. Conocer las medidas a nuestro alcance para lidiar con el cambio climático puede abrir grandes oportunidades para un crecimiento económico. Se les debería hacer entender a los inversores globales que las soluciones sustentables pueden aumentar el bienestar y crear oportunidades económicas adicionales. A título de ejemplo, en Níger, la educación y mejores técnicas de agricultura ayudaron a que más de un millón de personas duplicaran los ingresos agrícolas reales, y a restablecer grandes trechos de tierra seriamente degradada. En Estados Unidos, a partir de 2014, había más empleos que dependían de la energía solar que de la minería de carbón.
Aun así, mucha gente insiste en que implementar medidas para mitigar los efectos del cambio climático es demasiado costoso para nuestro modo de vida actual. Según el estudio de Pew, casi siete de cada diez personas creen que, dadas las limitaciones de la tecnología, tendrían que hacer cambios importantes en el estilo de vida. No tiene por qué ser así. Y la educación, por otra parte, puede combatir el tipo de escepticismo que acaba con las oportunidades para una existencia consciente del clima.
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Afortunadamente, las generaciones más jóvenes hoy están mejor educadas y se sienten más comprometidas con la reducción de su propia huella de carbono que las generaciones anteriores. Están liderando el camino y nos obligan a todos nosotros a reconsiderar nuestras propias acciones. Pero debemos ampliar la accesibilidad a la educación a nivel mundial a fin de asegurar que sus esfuerzos no sean en vano.
El gobierno de Noruega, bajo el liderazgo visionario de la primera ministra Erna Solberg, ha reconocido la importancia de la educación y, en consecuencia, ha creado la Comisión Internacional sobre Financiamiento de Oportunidades Educativas Globales, de la cual soy miembro. Nos reuniremos esta semana en Oslo, y tengo la esperanza de que enfrentemos los desafíos de nuestros tiempos y actuemos sabiendo que la educación es el mejor activo que tenemos para solucionar los problemas.
Abordar los peligros del cambio climático no es sólo un imperativo existencial; también es una oportunidad para avanzar hacia un sendero de desarrollo más limpio, más productivo y más justo. Sólo una sociedad global educada puede tomar las medidas decisivas que se necesitan para llegar allí.