leonard72_MAXIM GUCHEKBELTAAFP via Getty Image_belaruspolandmigrantcrisis Maxim Guchekbelta/AFP via Getty Images

La guerra de la conectividad

BERLÍN – Muchos observadores asumieron durante mucho tiempo que el futuro de la geopolítica se decidirá en una batalla marítima sobre el Estrecho de Taiwán o en algún afloramiento rocoso o atolón en el Mar del Sur de China. Sin embargo, es probable que podremos aprender más al examinar el tratamiento dispensado a unos pocos miles de refugiados desesperados en los remansos geopolíticos del siglo XXI.

Empecemos por el Canal de la Mancha. Este lugar que en el pasado fue el escenario de algunos de los enfrentamientos más dramáticos de la historia (para mencionar algunos: aquellos librados por la Armada Española, las Guerras Napoleónicas e incluso el Desembarco de Normandía), ya no es el teatro en el cual se desarrolla la política entre las grandes potencias. En cambio, la reciente muerte de 27 civiles cuyo bote inflable volcó después de partir desde la costa francesa ha convertido a este canal en un sitio de tragedia humanitaria.

En lugar de trabajar de manera conjunta y solidaria con Francia para erradicar a los traficantes de migrantes, quienes son los responsables de las mencionadas muertes, el primer ministro británico, Boris Johnson, buscó inmediatamente dirigir su discurso con el propósito de influir en los ánimos de una audiencia política nacional, ya que culpó a los franceses por lo ocurrido en una carta abierta publicada en Twitter. Lejos de constituirse en simplemente otra inmadura maniobra política, la falta de liderazgo de Johnson tendrá probablemente consecuencias terribles y de gran alcance.

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