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Una revolución digital para la inclusión financiera

WASHINGTON, DC – En todo el mundo, la alta inflación, la falta de crecimiento económico y la escasez de alimentos están perjudicando sobre todo a los pobres. Las múltiples crisis actuales, que se suman a los efectos desiguales de la pandemia de COVID‑19, ya han provocado drásticos retrocesos en materia de desarrollo y un importante aumento de la pobreza mundial.

Por el lado positivo, la crisis de la COVID‑19 alentó grandes cambios, sobre todo en industrias con un componente digital importante. Esta revolución digital fue catalizador de aumentos en la accesibilidad y el uso de servicios financieros en las economías en desarrollo, y transformó las formas de pago, financiación y ahorro.

Los cambios se ven a las claras en la última edición de la base de datos Global Findex, creada a partir de una encuesta a más de 125 000 adultos en 123 economías, con datos sobre uso de servicios financieros hasta 2021 incluido. Según la encuesta, el 71% de los adultos en las economías en desarrollo ahora tiene una cuenta financiera formal (en bancos, instituciones reguladas como cooperativas de ahorro o entidades de microcrédito o a través de proveedores de servicios de dinero móvil); cuando hace una década se publicó la primera edición de la base de datos, la cifra era 42%. Además, la diferencia entre los porcentajes de varones y mujeres que poseen una cuenta en las economías en desarrollo se redujo, por primera vez, de nueve puntos porcentuales a seis.

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