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Hay que revertir la pérdida educativa de la pandemia

WASHINGTON, DC – Ya cerca de comenzar el tercer año de la pandemia de COVID‑19, las aulas siguen total o parcialmente cerradas para no menos de 647 millones de estudiantes en todo el mundo. E incluso allí donde se reabrieron, muchos alumnos siguen quedando rezagados.

Ya está suficientemente comprobado que por desgracia, los niños aprendieron menos durante la pandemia. Según cálculos del Banco Mundial, los cierres de escuelas relacionados con la pandemia pueden aumentar la «pobreza de aprendizajes» (la proporción de niños de diez años que no pueden leer un texto básico) en los países de ingresos bajos y medios hasta cerca del 70%. Esta pérdida de aprendizaje puede costarle a la generación actual de escolares 17 billones de dólares de ganancias de por vida.

Ante la difusión de la variante ómicron, más gobiernos podrían verse tentados a cerrar las escuelas. Pero sin la infraestructura virtual necesaria para sostener la enseñanza, esa medida ampliará las pérdidas educativas y negará a los niños los muchos otros beneficios derivados de la asistencia diaria a la escuela, por ejemplo la posibilidad de conectarse con sus compañeros y desarrollar habilidades sociales para el crecimiento personal. Las interacciones con docentes y pares son esenciales para desarrollar las capacidades necesarias para el trabajo cooperativo. Ser parte de una clase promueve un sentido de pertenencia y ayuda a generar autoestima y empatía.

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