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La UE tiene que salir del atasco del Brexit

BERLÍN – Esta semana, sabremos por fin si es posible llegar a un acuerdo para el Brexit. Cualquiera sea la decisión, tendrá importantes consecuencias a largo plazo para Europa, que afectarán no sólo los términos comerciales y la normativa común sino también el lugar de la Unión Europea en el mundo. Para poder mantenerse firme y defender sus intereses frente a China y Estados Unidos, la UE debe preservar una relación estrecha con el Reino Unido y demostrar que es capaz de adaptarse a una dinámica mundial cambiante.

La importancia de las negociaciones actuales para el Brexit se relaciona sólo de manera superficial con los costos comerciales de una salida sin acuerdo en la que el RU quede sujeto a la aplicación de las normas de la Organización Mundial del Comercio (más allá del evidente caos que esto generaría en los próximos meses en las cadenas de suministro). Pesan mucho más los costos políticos, sociales y estratégicos inminentes.

Al fin y al cabo, una salida sin acuerdo privaría a Europa de bases sobre las que construir una relación futura con el RU. Casi todos coinciden en que se necesita un modelo de asociación duradero y sólido que respete la soberanía del RU y dé a cada lado margen suficiente para la promoción de sus intereses. Esto es necesario incluso si, como suelen señalar muchos en la UE, la soberanía del estado‑Nación en un mundo globalizado no puede sino ser limitada.

Un Brexit sin acuerdo enviaría al resto del mundo un mensaje devastador para Europa. Indicaría a otras grandes potencias que no tienen que preocuparse por respetar los deseos de Europa en áreas programáticas clave. En el mundo polarizado de la actualidad, hay una China cada vez más segura de sí misma y asertiva, y un Estados Unidos ensimismado en sus problemas internos (lo cual probablemente continuará durante el gobierno del presidente electo Joe Biden). Nunca ha sido tan importante para Europa combinar sus recursos e influencia para poder hablar con una sola voz.

Además, una relación estrecha que sirva de base para la prosperidad mutua es tan importante para la UE cuanto lo es para el RU. Este tiene mucho que ofrecer en áreas que son deficitarias para Europa. Por ejemplo, como único centro financiero global del continente, la City londinense podría tener un papel fundamental en mantener el atractivo de Europa para la inversión internacional y su liderazgo en innovación financiera, además de actuar como plataforma para el fortalecimiento del papel internacional del euro.

Por supuesto, no llegar a un acuerdo también sería un serio riesgo para el RU, cuya integridad nacional depende en buena medida del Acuerdo de Belfast (1998) y de que no haya frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Pero como muestran los recientes cuestionamientos internos de Polonia y Hungría, la UE tampoco puede dar por sentada su propia integridad. Sería un error pensar que una postura firme ante el RU disuadirá a esos gobiernos de actitudes antagónicas o que facilitará la implementación futura de muy necesarias reformas en la UE.

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De modo que la decisión racional es llegar a un acuerdo esta semana y seguir adelante. La posición de la UE en estas negociaciones es relativamente fuerte. Sabe que el Brexit no cambiará su funcionamiento interno en gran medida, mientras que el RU se enfrenta a la tarea colosal de recrear sus instituciones y formular una nueva agenda política fuera de la UE.

Al mismo tiempo, dado el gran interés de la UE en un RU próspero después del Brexit, debería dar el primer paso para la solución del atasco actual, suavizando su postura en lo referido a mantener el equivalente a los regímenes actuales para las ayudas estatales y la resolución de disputas. Es muy improbable que un país relativamente grande como el RU quiera (o incluso pueda) aprovecharse de la UE como lo hacen algunos países pequeños. Además, la UE debe abandonar la insistencia en los derechos de pesca, que no tienen importancia económica pero sí tienen mucha importancia política dentro del RU en su búsqueda de cierto grado demostrable de soberanía.

La tarea más importante para el resto de las negociaciones es elaborar un plan para la reconstrucción de la relación entre la UE y el RU en los meses y años venideros. En un mundo cada vez más polarizado, ambas partes necesitan un acuerdo básico respecto de metas y objetivos comunes, para poder cooperar en cuestiones como el cambio climático, la transformación digital y otros retos compartidos.

El acuerdo para el Brexit no decidirá los pormenores de la relación futura entre la UE y el RU: eso será un proceso que irá evolucionando con el correr de los años. Sin embargo, los términos de la separación que se están decidiendo ahora mismo tendrán profundas implicaciones para el desarrollo futuro de los lazos bilaterales y para el papel de Europa en el mundo.

De modo que es esencial un acuerdo amigable que ofrezca un fundamento sólido a la próxima etapa de la relación. La Comisión Europea y los gobiernos alemán y francés deberían adoptar una perspectiva a más largo plazo; comprenderán así que la única decisión razonable ahora mismo es salir de este atasco.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/gyjX8Iees