ZURICH – Uno no puede evitar la sensación de que la carrera para suceder a Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo ha adquirido ribetes de la inminente final del Festival de la Canción de Eurovisión. Los gobiernos quieren que gane un candidato de su país porque eso los hace parecer buenos, no porque el candidato necesariamente vaya a mejorar las políticas del BCE. Una votación en bloque, que enfrentaría entre sí a los miembros del norte y del sur de la Unión Europea, casi con certeza será una característica del proceso de nombramiento. Y, absurdamente, algunos analistas sostienen que es el turno de que gane su país.
ZURICH – Uno no puede evitar la sensación de que la carrera para suceder a Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo ha adquirido ribetes de la inminente final del Festival de la Canción de Eurovisión. Los gobiernos quieren que gane un candidato de su país porque eso los hace parecer buenos, no porque el candidato necesariamente vaya a mejorar las políticas del BCE. Una votación en bloque, que enfrentaría entre sí a los miembros del norte y del sur de la Unión Europea, casi con certeza será una característica del proceso de nombramiento. Y, absurdamente, algunos analistas sostienen que es el turno de que gane su país.