Estados Unidos ha formado oficialmente una alianza estratégica con Uzbequistán, una relación que sin duda cambiará el mapa geopolítico de Asia Central. Aunque Estados Unidos (EU) ha buscado silenciosamente ganarse la confianza de los Estados de Asia Central –Kazakstán, Kyrguistán, Tadjiquistán, Turkmenistán y Uzbequistán– desde su separación de la Unión Soviética hace una década, forjando relaciones militares con varios de ellos bajo el auspicio del programa Asociación para la Paz de la OTAN, la presencia militar estadounidense cerca de la frontera sur de Rusia habría sido impensable incluso hace apenas algunas semanas.
La nueva presencia militar estadounidense en Uzbequistán es una importante señal de cómo las reglas geopolíticas de la última mitad del siglo XX ya no tienen peso. Los periodos de la Guerra Fría y la Postguerra Fría están definitivamente terminando. Las consecuencias de largo alcance que han tenido en el mundo los ataques del 11 de septiembre, cuya intención no era tener tales resultados, son, claro está, una causa clave en este asunto. Hay otras repercusiones de esos ataques que por el momento son todavía invisibles.
Cómo será la nueva relación de Estados Unidos con Asia Central y qué significará para la geopolítica de la región es imposible de predecir. Nadie puede ahora pronosticar cuánto tiempo estará EU involucrado en Uzbequistán, o si EU ampliará su alcance en Asia Central. Mucho depende de cómo evolucione la guerra terrestre en Afganistán y de si la presencia militar estadounidense abre o no el camino para una misión de supervisión de las Naciones Unidas del tipo ahora presente en Kosovo.
Si, tiempo después, no hay presencia militar internacional en la región, EU podría convertir a su presencia militar en algo permanente. En tal escenario, Uzbequistán podría jugar el mismo papel de vecino cooperativo para EU que Pakistán tuvo durante los últimos años de la Guerra Fría. Incluso si EU se retirara por completo, lo más probable es que el balance militar interno de Asia Central cambiara de todas formas. Pues EU parece estar seguro acerca de ofrecer asistencia militar de largo plazo a Uzbequistán como recompensa por servir cual portal de entrada para el ataque militar de EU contra Afganistán.
Pase lo que pase, Uzbequistán seguirá alejándose de Rusia militarmente hablando, algo que no le dará gusto al presidente ruso, Vladimir Putin. Pero el grado de su disgusto será definido por la naturaleza de la relación entre Rusia y la OTAN, ahora en evolución. Después de todo, una futura base militar estadounidense en Uzbekistán no parecerá tan problemática para las élites políticas rusas si Moscú mismo se está preparando para una eventual membresía en la OTAN, una idea que alguna vez pareció extravagante pero que se ha vuelto tema serio de debate y discusión en las últimas semanas.
El presidente de Rusia también está conciente de un implítico quid pro quo con EU. Que Washington use a Uzbequistán como fuerte para proteger los intereses estratégicos de EU en Asia Central y del Sur abre campo para maniobras paralelas rusas en Chechenia y, muy posiblemente, en Georgia también. Quizá esto aplaque el disgusto de Rusia por verse reducida a un estatus de segunda clase en su propio patio trasero sólo parcialmente, pero permitirá que Rusia enfrente sus propios intereses estratégicos.
La presencia militar estadounidense en Asia Central tiene un mayor interés potencial para China, un país que, como Rusia, tiene una relación de seguridad con Uzbequistán a través de la membresía en el Foro Shanghai, que incluye a seis países. China se beneficiaría claramente con la remoción estadounidense de Osama Bin Laden y su red internacional de terroristas de Afganistán, y podría aprovechar esto como una oportunidad para realizar una campaña preventiva contra los separatistas Uighur de las regiones sudoccidentales de China y contra otros dicidentes musulmanes chinos.
Pero el interés que China tiene por definir las relaciones de seguridad de las repúblicas exsoviéticas de Asia Central no es un asunto de corto plazo. Dadas las reservas de energía de la región, será un objetivo fijo de la política externa china durante los años y las décadas que vendrán. Por ahora, sin embargo, lo más probable es que el gobierno chino se contente con expandir más sus intereses económicos en Asia Central y asegurar que ninguno de sus enemigos pueda refugiarse allí.
Aunque los intereses estratégicos de Rusia y de China en Asia Central no tienen por qué verse afectados negativamente por la incursión estadounidense en la región, los vecinos de Uzbequistán sin duda sentirán que su seguridad futura y el balance regional del poder podrían verse comprometidos por el casi inevitable incremento de la capacidad militar uzbequistana, un previsible producto alterno de la cooperación con EU.
El presidente de Uzbquistán, Islam Karimov, por su parte, ha creído durante mucho tiempo que dominar Asia Central es el destino de su país. Los líderes vecinos consideran que la estatua del conquistador Tamerlán, recientemente erigida en el centro de Tashkent, es una advertencia dirigida directamente a ellos. Muchos han empezado a temer que las armas estadounidenses sirvan sólo para alimentar las ambiciones de Uzbequistán.
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In betting that the economic fallout from his sweeping new tariffs will be worth the gains in border security, US President Donald Trump is gambling with America’s long-term influence and prosperity. In the future, more countries will have even stronger reasons to try to reduce their reliance on the United States.
thinks Donald Trump's trade policies will undermine the very goals they aim to achieve.
While America’s AI industry arguably needed shaking up, the news of a Chinese startup beating Big Tech at its own game raises some difficult questions. Fortunately, if US tech leaders and policymakers can take the right lessons from DeepSeek's success, we could all end up better for it.
considers what an apparent Chinese breakthrough means for the US tech industry, and innovation more broadly.
La nueva presencia militar estadounidense en Uzbequistán es una importante señal de cómo las reglas geopolíticas de la última mitad del siglo XX ya no tienen peso. Los periodos de la Guerra Fría y la Postguerra Fría están definitivamente terminando. Las consecuencias de largo alcance que han tenido en el mundo los ataques del 11 de septiembre, cuya intención no era tener tales resultados, son, claro está, una causa clave en este asunto. Hay otras repercusiones de esos ataques que por el momento son todavía invisibles.
Cómo será la nueva relación de Estados Unidos con Asia Central y qué significará para la geopolítica de la región es imposible de predecir. Nadie puede ahora pronosticar cuánto tiempo estará EU involucrado en Uzbequistán, o si EU ampliará su alcance en Asia Central. Mucho depende de cómo evolucione la guerra terrestre en Afganistán y de si la presencia militar estadounidense abre o no el camino para una misión de supervisión de las Naciones Unidas del tipo ahora presente en Kosovo.
Si, tiempo después, no hay presencia militar internacional en la región, EU podría convertir a su presencia militar en algo permanente. En tal escenario, Uzbequistán podría jugar el mismo papel de vecino cooperativo para EU que Pakistán tuvo durante los últimos años de la Guerra Fría. Incluso si EU se retirara por completo, lo más probable es que el balance militar interno de Asia Central cambiara de todas formas. Pues EU parece estar seguro acerca de ofrecer asistencia militar de largo plazo a Uzbequistán como recompensa por servir cual portal de entrada para el ataque militar de EU contra Afganistán.
Pase lo que pase, Uzbequistán seguirá alejándose de Rusia militarmente hablando, algo que no le dará gusto al presidente ruso, Vladimir Putin. Pero el grado de su disgusto será definido por la naturaleza de la relación entre Rusia y la OTAN, ahora en evolución. Después de todo, una futura base militar estadounidense en Uzbekistán no parecerá tan problemática para las élites políticas rusas si Moscú mismo se está preparando para una eventual membresía en la OTAN, una idea que alguna vez pareció extravagante pero que se ha vuelto tema serio de debate y discusión en las últimas semanas.
El presidente de Rusia también está conciente de un implítico quid pro quo con EU. Que Washington use a Uzbequistán como fuerte para proteger los intereses estratégicos de EU en Asia Central y del Sur abre campo para maniobras paralelas rusas en Chechenia y, muy posiblemente, en Georgia también. Quizá esto aplaque el disgusto de Rusia por verse reducida a un estatus de segunda clase en su propio patio trasero sólo parcialmente, pero permitirá que Rusia enfrente sus propios intereses estratégicos.
La presencia militar estadounidense en Asia Central tiene un mayor interés potencial para China, un país que, como Rusia, tiene una relación de seguridad con Uzbequistán a través de la membresía en el Foro Shanghai, que incluye a seis países. China se beneficiaría claramente con la remoción estadounidense de Osama Bin Laden y su red internacional de terroristas de Afganistán, y podría aprovechar esto como una oportunidad para realizar una campaña preventiva contra los separatistas Uighur de las regiones sudoccidentales de China y contra otros dicidentes musulmanes chinos.
Pero el interés que China tiene por definir las relaciones de seguridad de las repúblicas exsoviéticas de Asia Central no es un asunto de corto plazo. Dadas las reservas de energía de la región, será un objetivo fijo de la política externa china durante los años y las décadas que vendrán. Por ahora, sin embargo, lo más probable es que el gobierno chino se contente con expandir más sus intereses económicos en Asia Central y asegurar que ninguno de sus enemigos pueda refugiarse allí.
Aunque los intereses estratégicos de Rusia y de China en Asia Central no tienen por qué verse afectados negativamente por la incursión estadounidense en la región, los vecinos de Uzbequistán sin duda sentirán que su seguridad futura y el balance regional del poder podrían verse comprometidos por el casi inevitable incremento de la capacidad militar uzbequistana, un previsible producto alterno de la cooperación con EU.
El presidente de Uzbquistán, Islam Karimov, por su parte, ha creído durante mucho tiempo que dominar Asia Central es el destino de su país. Los líderes vecinos consideran que la estatua del conquistador Tamerlán, recientemente erigida en el centro de Tashkent, es una advertencia dirigida directamente a ellos. Muchos han empezado a temer que las armas estadounidenses sirvan sólo para alimentar las ambiciones de Uzbequistán.