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Las claves para un crecimiento inclusivo

PARÍS – La pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto debilidades importantes de los modelos de capitalismo tanto de Estados Unidos como de Europa. En Estados Unidos, la crisis ha demostrado los límites de un sistema económico que no protege a los individuos de los efectos de la destrucción creativa y las consecuencias sociales de un shock macroeconómico. En Europa, ha revelado el dinamismo insuficiente del ecosistema de innovación de la región –particularmente en el sector de biotecnología, que tiene la llave para poner fin a la pandemia-. Por todo el daño que ha causado, por ende, la crisis del COVID-19 también es un llamado de atención para repensar el capitalismo.

No consideramos la falta de protección e inclusión del modelo económico de Estados Unidos como un precio necesario a pagar por un mayor nivel de innovación. Tampoco pensamos que la falta de innovación de Europa sea una consecuencia natural de una mayor inclusión y de una mejor protección social. De modo que, además de instar a una mayor inversión en educación, defendemos dos políticas que deberían estimular el crecimiento basado en la innovación y hacerlo más inclusivo y/o protector: una política de competencia reforzada y un sistema de “flexiguridad” al estilo danés en el mercado laboral.

Las discusiones en torno a una política de competencia deberían empezar por preguntarse por qué la economía innovadora de Estados Unidos, que lideró la revolución de la tecnología de la información, se ha visto afectada por una caída del crecimiento de la productividad en los últimos veinte años. Entre las varias explicaciones posibles para esta tendencia, dos han hecho hincapié en un problema de competencia.

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