Los pobres y vulnerables son los que más han sufrido los efectos de la pandemia de COVID-19; no se debe imponer también sobre ellos la carga económica de los paquetes de ajuste fiscal que serán necesaria tras las medidas adoptadas para combatir la crisis. Es hora de que recaigan sobre aquellos que más tienen y han evitado por mucho tiempo un pago justo de impuestos.
NUEVA YORK – La pandemia de COVID-19 dejará a la economía mundial golpeada y herida. La adopción de políticas fiscales incorrectas agravaría el daño a corto plazo e impediría la recuperación a largo plazo.
Apenas unos meses después del inicio de la crisis, los balances del sector público están bajo fuerte presión. A medida que las cuarentenas y otros protocolos de distanciamiento social redujeron la actividad económica, muchos gobiernos de países avanzados lanzaron medidas de estímulo fiscal y monetario a gran escala. Mientras tanto, los ingresos fiscales se desplomaron y el desempleo se disparó, lo que generará una fuerte presión sobre el gasto público futuro.
El panorama es especialmente sombrío para los países en desarrollo, muchos de los cuales carecen del espacio fiscal para adoptar estímulos ambiciosos y temen ser víctimas de una fuga de capitales si lo intentan. Algunos están adoptando incluso paquetes de austeridad fiscal, lo que hará que sea prácticamente imposible reactivar sus economías y restaurar las arcas de los gobiernos.
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El panorama es especialmente sombrío para los países en desarrollo, muchos de los cuales carecen del espacio fiscal para adoptar estímulos ambiciosos y temen ser víctimas de una fuga de capitales si lo intentan. Algunos están adoptando incluso paquetes de austeridad fiscal, lo que hará que sea prácticamente imposible reactivar sus economías y restaurar las arcas de los gobiernos.
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