WASHINGTON, DC – El mundo está sumido en una grave crisis que casi no se da a conocer. Cada año, los humanos generan cerca de dos mil millones de toneladas de desechos domésticos, y una cantidad mucho mayor de peligrosos desechos industriales, tanto electrónicos, médicos como aquellos relacionados a la industria de la construcción. Una gran mayoría de dichos desechos se eliminan de manera inadecuada. Asimismo, como es de costumbre, las consecuencias – es decir, la destrucción del medio ambiente, el daño a la salud y el desarrollo impedido – afectan de manera desproporcionada a los pobres del mundo.
Tal como está la situación, al menos un tercio de todos los residuos mundiales se vierten o se queman abiertamente. En países de bajos ingresos, donde ya se puede estar gastando hasta el 20% de los presupuestos municipales en gestión de desechos, dicho porcentaje puede elevarse hasta un 93%.
El daño a la salud humana y al medio ambiente ya es profundo. Por ejemplo, cada año, el mundo genera 242 millones de toneladas de plástico, que componen hasta el 90% de los desechos en los océanos, mismos que dañan el ecosistema marino y terminan en nuestros propios cuerpos. Según Ocean Conservancy, se ha encontrado plástico en todas las especies de tortugas marinas y en más del 25% de los peces de los que se tomaron muestras en los mercados de mariscos alrededor de todo el mundo.
Y, el problema va a empeorar. El reciente informe titulado What a Waste 2.0 proyecta que la generación anual de desechos aumentará hasta en un 70% hasta el año 2050, incluso a medida que la población mundial crezca a menos de la mitad de dicho porcentaje. La mitad del mencionado aumento provendrá de África subsahariana, donde la generación de residuos se triplicará y de Asia Meridional, donde se duplicará.
Hacer frente a la escalada de la crisis de residuos será crucial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible compromete a los países a lograr patrones de producción y consumo sostenibles (ODS12). También exige el acceso universal a agua limpia y saneamiento (ODS6) y la creación de ciudades saludables y sostenibles (ODS11). Y, el SDG14 – “conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos para el desarrollo sostenible” – no se puede lograr, obviamente, sin grandes avances en la lucha contra la contaminación marina.
Afortunadamente, el mundo finalmente parece estar reconociendo la magnitud de la crisis de residuos. La Conferencia Nuestro Océano celebrada en octubre en Bali, Indonesia, se centró en generar compromisos y formular medidas para mantener la sostenibilidad de los océanos, incluyendo mediante la reducción de la contaminación marina. En particular, ha habido un aumento en las prohibiciones o impuestos que gravan a ciertos plásticos o productos hechos de plástico.
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Sin embargo, el abordaje del problema relativo al consumo de plástico aún requiere de un cambio de comportamiento de gran alcance. Al mismo tiempo, los desechos plásticos que se producen deben manejarse mejor, para evitar que terminen en los cursos de agua. Debido a que los países más grandes son los que hacen las mayores contribuciones a la contaminación con plástico, mejorar la gestión de residuos allí tendrá un gran impacto. En los lugares donde las regulaciones para prevenir el vertido son insuficientes, dichas regulaciones deben ser fortalecidas y aplicadas.
Ya existen numerosos modelos exitosos de gestión y eliminación de residuos que pueden proporcionar un punto de partida útil para tales cambios. La acción con visión de futuro también será de importancia crítica en los países en los que se espera un rápido crecimiento ya sea económico y/o demográfico, como por ejemplo en la República Democrática del Congo, la India, Nigeria y Pakistán.
Por supuesto, tales cambios cuestan dinero, que a menudo escasea. En promedio, los gobiernos locales pagan el 50% de los costos que incurren los países en gestión de residuos sólidos. A pesar de que los países de ingresos bajos gastan menos en gestión de residuos en cifras absolutas (alrededor de $35 por tonelada), ellos tienen más dificultades para recuperar dichos costos.
Teniendo en cuenta esto, las instituciones internacionales deberían ayudar a los países – especialmente a los países de bajos ingresos – a planificar y desarrollar sistemas de gestión de residuos de última generación, incluso a través de brindarles el financiamiento necesario. En Marruecos, el gobierno, con la ayuda de préstamos internacionales, implementó un programa que transformó la gestión de los desechos sólidos, que incluyó un aumento considerable de la participación del sector privado.
Las instituciones internacionales también deben apoyar la introducción de políticas que creen incentivos para reducir los residuos domésticos. En este punto, una vez más se debe indicar que hay modelos exitosos que se pueden emular. En Ningbo, China, los ciudadanos reciben un incentivo financiero por separar los residuos orgánicos y los materiales reciclables, lo que reduce el costo general de recolección de la ciudad.
La mitigación efectiva de los desechos requiere acción en todos los niveles del gobierno y la sociedad. Esto significa garantizar un cambio de comportamiento de base amplia, alinear los incentivos, reducir las barreras al financiamiento y promover la participación del sector privado. También significa brindar apoyo a los países que más lo necesitan, como los de África subsahariana y Asia.
Un futuro más limpio y saludable está a nuestro alcance. No debemos dejar que se desperdicie por los desperdicios.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
WASHINGTON, DC – El mundo está sumido en una grave crisis que casi no se da a conocer. Cada año, los humanos generan cerca de dos mil millones de toneladas de desechos domésticos, y una cantidad mucho mayor de peligrosos desechos industriales, tanto electrónicos, médicos como aquellos relacionados a la industria de la construcción. Una gran mayoría de dichos desechos se eliminan de manera inadecuada. Asimismo, como es de costumbre, las consecuencias – es decir, la destrucción del medio ambiente, el daño a la salud y el desarrollo impedido – afectan de manera desproporcionada a los pobres del mundo.
Tal como está la situación, al menos un tercio de todos los residuos mundiales se vierten o se queman abiertamente. En países de bajos ingresos, donde ya se puede estar gastando hasta el 20% de los presupuestos municipales en gestión de desechos, dicho porcentaje puede elevarse hasta un 93%.
El daño a la salud humana y al medio ambiente ya es profundo. Por ejemplo, cada año, el mundo genera 242 millones de toneladas de plástico, que componen hasta el 90% de los desechos en los océanos, mismos que dañan el ecosistema marino y terminan en nuestros propios cuerpos. Según Ocean Conservancy, se ha encontrado plástico en todas las especies de tortugas marinas y en más del 25% de los peces de los que se tomaron muestras en los mercados de mariscos alrededor de todo el mundo.
Y, el problema va a empeorar. El reciente informe titulado What a Waste 2.0 proyecta que la generación anual de desechos aumentará hasta en un 70% hasta el año 2050, incluso a medida que la población mundial crezca a menos de la mitad de dicho porcentaje. La mitad del mencionado aumento provendrá de África subsahariana, donde la generación de residuos se triplicará y de Asia Meridional, donde se duplicará.
Hacer frente a la escalada de la crisis de residuos será crucial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible compromete a los países a lograr patrones de producción y consumo sostenibles (ODS12). También exige el acceso universal a agua limpia y saneamiento (ODS6) y la creación de ciudades saludables y sostenibles (ODS11). Y, el SDG14 – “conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos para el desarrollo sostenible” – no se puede lograr, obviamente, sin grandes avances en la lucha contra la contaminación marina.
Afortunadamente, el mundo finalmente parece estar reconociendo la magnitud de la crisis de residuos. La Conferencia Nuestro Océano celebrada en octubre en Bali, Indonesia, se centró en generar compromisos y formular medidas para mantener la sostenibilidad de los océanos, incluyendo mediante la reducción de la contaminación marina. En particular, ha habido un aumento en las prohibiciones o impuestos que gravan a ciertos plásticos o productos hechos de plástico.
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Sin embargo, el abordaje del problema relativo al consumo de plástico aún requiere de un cambio de comportamiento de gran alcance. Al mismo tiempo, los desechos plásticos que se producen deben manejarse mejor, para evitar que terminen en los cursos de agua. Debido a que los países más grandes son los que hacen las mayores contribuciones a la contaminación con plástico, mejorar la gestión de residuos allí tendrá un gran impacto. En los lugares donde las regulaciones para prevenir el vertido son insuficientes, dichas regulaciones deben ser fortalecidas y aplicadas.
Ya existen numerosos modelos exitosos de gestión y eliminación de residuos que pueden proporcionar un punto de partida útil para tales cambios. La acción con visión de futuro también será de importancia crítica en los países en los que se espera un rápido crecimiento ya sea económico y/o demográfico, como por ejemplo en la República Democrática del Congo, la India, Nigeria y Pakistán.
Por supuesto, tales cambios cuestan dinero, que a menudo escasea. En promedio, los gobiernos locales pagan el 50% de los costos que incurren los países en gestión de residuos sólidos. A pesar de que los países de ingresos bajos gastan menos en gestión de residuos en cifras absolutas (alrededor de $35 por tonelada), ellos tienen más dificultades para recuperar dichos costos.
Teniendo en cuenta esto, las instituciones internacionales deberían ayudar a los países – especialmente a los países de bajos ingresos – a planificar y desarrollar sistemas de gestión de residuos de última generación, incluso a través de brindarles el financiamiento necesario. En Marruecos, el gobierno, con la ayuda de préstamos internacionales, implementó un programa que transformó la gestión de los desechos sólidos, que incluyó un aumento considerable de la participación del sector privado.
Las instituciones internacionales también deben apoyar la introducción de políticas que creen incentivos para reducir los residuos domésticos. En este punto, una vez más se debe indicar que hay modelos exitosos que se pueden emular. En Ningbo, China, los ciudadanos reciben un incentivo financiero por separar los residuos orgánicos y los materiales reciclables, lo que reduce el costo general de recolección de la ciudad.
La mitigación efectiva de los desechos requiere acción en todos los niveles del gobierno y la sociedad. Esto significa garantizar un cambio de comportamiento de base amplia, alinear los incentivos, reducir las barreras al financiamiento y promover la participación del sector privado. También significa brindar apoyo a los países que más lo necesitan, como los de África subsahariana y Asia.
Un futuro más limpio y saludable está a nuestro alcance. No debemos dejar que se desperdicie por los desperdicios.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.