TOKIO – Muchas partes de Asia parecen estar saliendo relativamente bien de la pandemia de la COVID-19, pero superar la crisis de salud pública es solo uno de los desafíos que enfrenta la región. En lo que concierne al cambio climático, tal vez Asia sea mucho más vulnerable que otras partes del mundo.
Basándose en investigaciones mundiales publicadas a inicios de 2020, el McKinsey Global Institute (MGI) estimó recientemente el impacto potencial de los riesgos climáticos físicos que enfrentará Asia en la actualidad y las próximas tres décadas. Nuestro análisis consideró microcasos que ilustran la exposición al cambio climático extremo y la proximidad a los umbrales físicos, así como la evaluación del impacto socioeconómico potencial en 16 países (Australia, Bangladés, Camboya, China, India, Indonesia, Japón, Laos, Malasia, Birmania, Nueva Zelanda, Pakistán, Filipinas, Tailandia, Vietnam y Corea del Sur).
Aunque los científicos que estudian el clima usan escenarios que van de concentraciones de dióxido de carbono —llamadas trayectorias de concentración representativa (RCP, por su sigla en inglés)— menores (RCP 2,6) a otras mayores (RCP 8,5), nos centramos en la RCP 8,5 para evaluar el riesgo inherente total del cambio climático si no aumenta la descarbonización. Detectamos que Asia es más vulnerable que otras regiones al riesgo climático en tres aspectos clave.
En primer lugar, para 2050 podría haber hasta 1200 millones de personas en el mundo —la gran mayoría de ellas, en Asia— en áreas donde la probabilidad anual de sufrir olas de calor letales sea mayor que cero. En segundo lugar, Asia representa más de dos tercios del PIB en riesgo por la pérdida de horas de trabajo en exteriores debido al aumento del calor y la humedad para 2050. En tercer lugar, para 2050, Asia podría sufrir más de tres cuartos de las pérdidas de capital mundial total por inundaciones ribereñas. En otras dos áreas, sin embargo, descubrimos que la vulnerabilidad de Asia es similar o ligeramente inferior al promedio mundial: los trastornos en los sistemas alimentarios, y la destrucción de los ecosistemas naturales para la flora y fauna locales.
Por otra parte, el marco de trabajo Cuatro Asias del MGI —que incluye a Asia fronteriza, Asia emergente, Asia avanzada y China— revela notables diferencias al interior de la región. En especial, los países con menores niveles de PIB per cápita en Asia fronteriza y Asia emergente enfrentan un riesgo climático más elevado.
Asia fronteriza —conformada por Bangladés, India y Pakistán— podría sufrir aumentos extremos de calor y humedad que afectarían significativamente al trabajo y la habitabilidad. Asia emergente, que incluye a las principales economías del sudeste asiático, como Tailandia y Filipinas, experimentará una tendencia similar (aunque posiblemente menos intensa) junto con una creciente exposición a eventos de precipitaciones extremas. De acuerdo con las RCP 8,5, la proporción de horas laborables que se perdería por el aumento del calor y la humedad en las regiones expuestas al clima en Asia fronteriza y Asia emergente podría aumentar entre 7 y 12 puntos porcentuales para 2050, mientras que el aumento sería de entre 2 y 5 puntos porcentuales en Asia avanzada y China.
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Se prevé que Asia avanzada —que incluye a Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur— se verá beneficiada por el cambio climático en el corto plazo en términos netos, pero, para algunos países de la región, las sequías y el aprovisionamiento de agua implicarán desafíos importantes.
Aunque el clima en China es heterogéneo, se prevé que el país se tornará más cálido. El porcentaje promedio de horas de trabajo reales perdidas cada año en las áreas expuestas podría aumentar entonces del 4,5 % en 2020 hasta valores tan elevados como el 6 % en 2030 y el 8,5 % en 2050.
El impacto socioeconómico del cambio climático aumentará por toda Asia a medida que se superen los umbrales de los sistemas físicos y se materialicen las repercusiones de esa situación. Por ejemplo, casi un tercio de Australia podría tener más de 20 días adicionales con riesgo elevado de incendios al año, lo que elevaría el porcentaje capital expuesto de ese país durante al menos 5 de esos días del 44 % actual al 60 % en 2050. De igual modo, sin una adaptación adicional al cambio climático, el costo por daños a inmuebles e infraestructura en Tokio por inundaciones con probabilidad anual del 1 % podría más que duplicarse y llegar a los 14 200 millones de dólares para 2050.
Aunque Asia enfrenta desafíos climáticos significativos, puede superarlos con medidas de mitigación y adaptación eficaces, y parece estar en buena situación para ello. En primer lugar, la gigantesca inversión en infraestructura planificada para toda la región, de 1,7 billones de dólares anuales hasta 2030 ofrece una oportunidad única para incorporar la gestión del riesgo climático al diseño de la infraestructura.
Sin embargo, desarrollar un plan integral de adaptación regional es fundamental (debe considerar el diagnóstico de los riesgos climáticos y permitir una respuesta a ellos, proteger a las personas y los activos, desarrollar la resiliencia, reducir la exposición, y tener en cuenta el financiamiento y los seguros). Es probable que la adaptación implique decisiones difíciles sobre qué se debe proteger y qué se debe reubicar, además de la forma de salvaguardar a las poblaciones más vulnerables.
Asia también desempeña un papel crítico en las medidas de mitigación en el mundo. Los esfuerzos clave para reducir las emisiones incluyen la migración del carbón —que representa el 90 % de las emisiones del sector de generación eléctrica en la región— a energías renovables. Asia también debe descarbonizar operaciones industriales como el acero y el cemento. La región genera actualmente cerca del 80 % de las emisiones mundiales de CO2 en esas industrias. Además, debe transformar la agricultura y silvicultura, que representan el 10 % de las emisiones de CO2 de la región y más del 40 % de sus emisiones de metano, y descarbonizar el transporte por carretera y los edificios.
Un componente fundamental para implementar esta transición será la gestión de los riesgos potenciales, como el aumento de los costos, el desplazamiento de la mano de obra y los impactos sobre comunidades específicas. En la India, por ejemplo, hay un riesgo significativo de que aumenten los precios de la electricidad debido a los gastos de capital necesarios para instalar energías renovables, y de la pérdida de empleos cuando el esquema de generación del país abandone el carbón.
En China será clave encontrar la manera de aumentar la escala de las tecnologías de descarbonización en la producción de acero, para evitar impactos sobre la gigantesca producción de esa industria; en Indonesia, apoyar a quienes dependen de la agricultura será fundamental cuando ese sector se descarbonice; y en Japón, los responsables de las políticas podrían facilitar la transición hacia los vehículos eléctricos a baterías ofreciendo incentivos y políticas para superar su elevado costo inicial.
Gran parte de Asia ya está respondiendo a los desafíos de adaptación y mitigación del cambio climático. Aprovechando esos esfuerzos, compartiendo las mejores prácticas y promoviendo el apoyo, la región puede convertirse en líder para combatir una de las mayores amenazas que enfrenta el mundo, al tiempo que fomenta el crecimiento sostenible y la prosperidad.
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TOKIO – Muchas partes de Asia parecen estar saliendo relativamente bien de la pandemia de la COVID-19, pero superar la crisis de salud pública es solo uno de los desafíos que enfrenta la región. En lo que concierne al cambio climático, tal vez Asia sea mucho más vulnerable que otras partes del mundo.
Basándose en investigaciones mundiales publicadas a inicios de 2020, el McKinsey Global Institute (MGI) estimó recientemente el impacto potencial de los riesgos climáticos físicos que enfrentará Asia en la actualidad y las próximas tres décadas. Nuestro análisis consideró microcasos que ilustran la exposición al cambio climático extremo y la proximidad a los umbrales físicos, así como la evaluación del impacto socioeconómico potencial en 16 países (Australia, Bangladés, Camboya, China, India, Indonesia, Japón, Laos, Malasia, Birmania, Nueva Zelanda, Pakistán, Filipinas, Tailandia, Vietnam y Corea del Sur).
Aunque los científicos que estudian el clima usan escenarios que van de concentraciones de dióxido de carbono —llamadas trayectorias de concentración representativa (RCP, por su sigla en inglés)— menores (RCP 2,6) a otras mayores (RCP 8,5), nos centramos en la RCP 8,5 para evaluar el riesgo inherente total del cambio climático si no aumenta la descarbonización. Detectamos que Asia es más vulnerable que otras regiones al riesgo climático en tres aspectos clave.
En primer lugar, para 2050 podría haber hasta 1200 millones de personas en el mundo —la gran mayoría de ellas, en Asia— en áreas donde la probabilidad anual de sufrir olas de calor letales sea mayor que cero. En segundo lugar, Asia representa más de dos tercios del PIB en riesgo por la pérdida de horas de trabajo en exteriores debido al aumento del calor y la humedad para 2050. En tercer lugar, para 2050, Asia podría sufrir más de tres cuartos de las pérdidas de capital mundial total por inundaciones ribereñas. En otras dos áreas, sin embargo, descubrimos que la vulnerabilidad de Asia es similar o ligeramente inferior al promedio mundial: los trastornos en los sistemas alimentarios, y la destrucción de los ecosistemas naturales para la flora y fauna locales.
Por otra parte, el marco de trabajo Cuatro Asias del MGI —que incluye a Asia fronteriza, Asia emergente, Asia avanzada y China— revela notables diferencias al interior de la región. En especial, los países con menores niveles de PIB per cápita en Asia fronteriza y Asia emergente enfrentan un riesgo climático más elevado.
Asia fronteriza —conformada por Bangladés, India y Pakistán— podría sufrir aumentos extremos de calor y humedad que afectarían significativamente al trabajo y la habitabilidad. Asia emergente, que incluye a las principales economías del sudeste asiático, como Tailandia y Filipinas, experimentará una tendencia similar (aunque posiblemente menos intensa) junto con una creciente exposición a eventos de precipitaciones extremas. De acuerdo con las RCP 8,5, la proporción de horas laborables que se perdería por el aumento del calor y la humedad en las regiones expuestas al clima en Asia fronteriza y Asia emergente podría aumentar entre 7 y 12 puntos porcentuales para 2050, mientras que el aumento sería de entre 2 y 5 puntos porcentuales en Asia avanzada y China.
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Aunque el clima en China es heterogéneo, se prevé que el país se tornará más cálido. El porcentaje promedio de horas de trabajo reales perdidas cada año en las áreas expuestas podría aumentar entonces del 4,5 % en 2020 hasta valores tan elevados como el 6 % en 2030 y el 8,5 % en 2050.
El impacto socioeconómico del cambio climático aumentará por toda Asia a medida que se superen los umbrales de los sistemas físicos y se materialicen las repercusiones de esa situación. Por ejemplo, casi un tercio de Australia podría tener más de 20 días adicionales con riesgo elevado de incendios al año, lo que elevaría el porcentaje capital expuesto de ese país durante al menos 5 de esos días del 44 % actual al 60 % en 2050. De igual modo, sin una adaptación adicional al cambio climático, el costo por daños a inmuebles e infraestructura en Tokio por inundaciones con probabilidad anual del 1 % podría más que duplicarse y llegar a los 14 200 millones de dólares para 2050.
Aunque Asia enfrenta desafíos climáticos significativos, puede superarlos con medidas de mitigación y adaptación eficaces, y parece estar en buena situación para ello. En primer lugar, la gigantesca inversión en infraestructura planificada para toda la región, de 1,7 billones de dólares anuales hasta 2030 ofrece una oportunidad única para incorporar la gestión del riesgo climático al diseño de la infraestructura.
Sin embargo, desarrollar un plan integral de adaptación regional es fundamental (debe considerar el diagnóstico de los riesgos climáticos y permitir una respuesta a ellos, proteger a las personas y los activos, desarrollar la resiliencia, reducir la exposición, y tener en cuenta el financiamiento y los seguros). Es probable que la adaptación implique decisiones difíciles sobre qué se debe proteger y qué se debe reubicar, además de la forma de salvaguardar a las poblaciones más vulnerables.
Asia también desempeña un papel crítico en las medidas de mitigación en el mundo. Los esfuerzos clave para reducir las emisiones incluyen la migración del carbón —que representa el 90 % de las emisiones del sector de generación eléctrica en la región— a energías renovables. Asia también debe descarbonizar operaciones industriales como el acero y el cemento. La región genera actualmente cerca del 80 % de las emisiones mundiales de CO2 en esas industrias. Además, debe transformar la agricultura y silvicultura, que representan el 10 % de las emisiones de CO2 de la región y más del 40 % de sus emisiones de metano, y descarbonizar el transporte por carretera y los edificios.
Un componente fundamental para implementar esta transición será la gestión de los riesgos potenciales, como el aumento de los costos, el desplazamiento de la mano de obra y los impactos sobre comunidades específicas. En la India, por ejemplo, hay un riesgo significativo de que aumenten los precios de la electricidad debido a los gastos de capital necesarios para instalar energías renovables, y de la pérdida de empleos cuando el esquema de generación del país abandone el carbón.
En China será clave encontrar la manera de aumentar la escala de las tecnologías de descarbonización en la producción de acero, para evitar impactos sobre la gigantesca producción de esa industria; en Indonesia, apoyar a quienes dependen de la agricultura será fundamental cuando ese sector se descarbonice; y en Japón, los responsables de las políticas podrían facilitar la transición hacia los vehículos eléctricos a baterías ofreciendo incentivos y políticas para superar su elevado costo inicial.
Gran parte de Asia ya está respondiendo a los desafíos de adaptación y mitigación del cambio climático. Aprovechando esos esfuerzos, compartiendo las mejores prácticas y promoviendo el apoyo, la región puede convertirse en líder para combatir una de las mayores amenazas que enfrenta el mundo, al tiempo que fomenta el crecimiento sostenible y la prosperidad.
Traducción al español por Ant-Translation