La falsa medida de la riqueza

CAMBRIDGE – A pesar de los muchos éxitos alcanzados en la creación de una economía mundial más integrada y estable, un nuevo informe del Grupo de Alto Nivel del Secretario General de la ONU sobre Sostenibilidad Global – Resilient People, Resilient Planet: A Future Worth Choosing – (Gente resiliente en un planeta resiliente: un futuro que vale la pena elegir) & reconoce el fracaso, incluso la incompetencia, del actual orden mundial para implementar los cambios drásticos necesarios a fin de & alcanzar una verdadera “sostenibilidad”.

El informe del Grupo de Alto Nivel presenta como meta una visión de “un planeta sostenible, una sociedad justa, y una economía en crecimiento", así como 56 recomendaciones de políticas para lograr dicha meta. Podría decirse que este informe es el llamado internacional más prominente hecho hasta la fecha para pedir un rediseño radical de la economía mundial.

Pero, a pesar de su rico contenido, Gente resiliente en un planeta resiliente queda corto en cuanto a proponer soluciones concretas y prácticas. Su más valiosa recomendación de corto plazo, la sustitución de los actuales indicadores de desarrollo (PIB o sus variantes) con indicadores más amplios, incluyendo medidas de riqueza, parece ser un planteamiento tardío. Si no se lleva a cabo una acción internacional rápida y decidida que priorice la sostenibilidad por encima del status quo, el informe corre el riesgo de sufrir la misma suerte que el Informe Brundtland, su antecesor del año 1987, que fue el primer informe que propuso el concepto de sostenibilidad y que igualmente hizo un llamado a un cambio de paradigma; sin embargo, posteriormente fue ignorado.
Gente resiliente en un planeta resiliente comienza parafraseando a Charles Dickens e indica que el mundo de hoy está “viviendo lo mejor de los tiempos y lo peor de los tiempos”. En su conjunto, la humanidad ha alcanzado una prosperidad sin precedentes, se están logrando grandes avances para reducir la pobreza mundial, y los avances tecnológicos revolucionan nuestras vidas, al erradicar enfermedades y transformar la comunicación. &

Sin embargo, por otra parte, la desigualdad sigue siendo obstinadamente elevada y se encuentra en aumento en muchos países. Las estrategias políticas y económicas de corto plazo impulsan hacia el consumismo y la deuda, que junto con el crecimiento de la población mundial – que alcanzará a cerca de nueve mil millones de personas en el año 2040 – someten al medio ambiente natural a un estrés creciente. En el año 2030, señala el Grupo de Alto Nivel, “el mundo necesitará por lo menos 50% más de alimentos, 45% más de energía, y 30% más de agua, todo esto en un momento en que los límites medioambientales amenazarán dichos suministros”. A pesar de los avances significativos alcanzados durante los últimos 25 años, la humanidad no ha logrado conservar los recursos, ni proteger los ecosistemas naturales, ni tampoco garantizar, de ninguna otra forma, su propia viabilidad a largo plazo.

¿Puede un informe burocrático, sin importar cuán poderoso sea, crear cambio? ¿Unirá ahora el mundo sus esfuerzos ante el llamado del Grupo de Alto Nivel para “transformar la economía global”, al contrario de lo que ocurrió en el año 1987? De hecho, tal vez la verdadera acción nace de las entrañas de la propia crisis. Como el Grupo de Alto Nivel señala, nunca antes se ha visto más claramente la necesidad de un cambio de paradigma para lograr un desarrollo mundial verdaderamente sostenible.

Pero, ¿quién va a coordinar un proceso internacional para estudiar la manera de fomentar tal cambio de paradigma, y quién va a garantizar que los descubrimientos científicos conduzcan a procesos significativos de política pública?

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En primer lugar, debe existir un importante esfuerzo de investigación internacional e interdisciplinario para abordar estos asuntos de manera exhaustiva; la recomendación del Grupo de Alto Nivel sobre el establecimiento de un panel científico internacional es, por lo tanto, un paso en la dirección correcta. Pero, la creación de dicho organismo llevará tiempo, y el reto es lograr, de la manera más rápida, que los mejores avances científicos estén a disposición de los diseñadores de políticas.

El Informe 2010 formulado por la Comisión para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, designada por el presidente francés Nicolás Sarkozy, hizo eco del actual consenso entre los científicos sociales sobre que medimos de manera falsa nuestras vidas al usar el PIB per cápita como estándar de comparación para evaluar el progreso. Necesitamos nuevos indicadores que nos digan si estamos destruyendo la base productiva que sostiene nuestro bienestar.

El Programa Internacional de las Dimensiones Humanas (UNU-IHDP) de la Universidad de las Naciones Unidas ya está trabajando con el objetivo de encontrar estos indicadores para su “Informe sobre la Riqueza Incluyente” (IWR, por el nombre en inglés), que propone un enfoque de sostenibilidad sobre la base del capital natural, el capital manufacturado, y el capital humano y social. El programa UNU-IHDP desarrolló el informe IWR con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente con el fin de proporcionar un análisis exhaustivo de los diferentes componentes de la riqueza en cada país, sus vínculos con el desarrollo económico y el bienestar humano, y las políticas que se basan en la gestión social de dichos activos.

El Primer IWR, que se centra en 20 países en todo el mundo, será presentado oficialmente en la próxima Conferencia de Río +20 en Rio de Janeiro. Los resultados preliminares serán presentados durante la conferencia “El planeta bajo presión” a celebrarse en Londres a finales de marzo.

El IWR representa un primer paso crucial en la transformación del paradigma económico mundial, ya que nos garantiza que obtendremos información correcta con la cual vamos a poder evaluar nuestro bienestar y desarrollo económico, como también vamos a poder evaluar, nuevamente, nuestras necesidades y objetivos. Si bien no está pensado como un indicador universal de sostenibilidad, el IWR ofrece un marco para dialogar con múltiples grupos de interés provenientes de los ámbitos sociales, ambientales y económicos.

La situación es crítica. Tal como el informe Gente resiliente en un planeta resiliente acertadamente dice, los “pequeños ajustes marginales” ya no serán suficientes; esta aseveración actúa como advertencia para aquellos que confían y creen que las tecnologías de energía renovable y la economía verde resolverán nuestros problemas. El Grupo de Alto Nivel ha revivido el llamado a un cambio profundo en el sistema económico mundial. En esta oportunidad nuestro reto es transformar las palabras en acciones.

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