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El mayor riesgo económico de Brasil es la complacencia

WASHINGTON D.C. – La economía de Brasil ha soportado varios años difíciles: tras una profunda recesión en el período 2015-2016, el PIB creció apenas por encima del 1% anual durante el período 2017-2019. Pero, finalmente las cosas están mejorando: el Fondo Monetario Internacional ha pronosticado un crecimiento entre el 2,2 al 2,3% durante el período 2020-21. El desafío, ahora, es convertir esta recuperación cíclica en una sólida expansión a largo plazo.

Dos problemas han socavado el dinamismo económico de Brasil: la productividad anémica y un sector público inflado. A medida que el débil crecimiento de la productividad ha limitado el potencial de crecimiento general de la economía, el aumento constante del gasto público se ha tornado en cada vez más insostenible.

Este no es un problema nuevo. Sin embargo, en la primera década de este siglo, este aumento del gasto se vio oscurecido por el súper-ciclo del precio de las materias primas, mismo que impulsó el crecimiento anual por encima del 4%. Durante el período 2012-2014, la expansión pro-cíclica del crédito fiscal y (impulsada por los bancos públicos) promovió aún más el crecimiento, pero exacerbó los desequilibrios, los que retornaron para atormentar a Brasil en el momento que terminó el auge de las materias primas.

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