WASHINGTON, DC – Cuando los líderes mundiales se reúnan en la 25 Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP25) en Madrid entre el 2 y el 13 de diciembre, hablarán sobre pasos concretos para alcanzar y aumentar los objetivos de reducción de emisiones. Pero, igualmente importante, la COP25 ofrece una oportunidad para visibilizar una de las herramientas más potentes que tenemos para abordar el cambio climático: la naturaleza.
Las soluciones basadas en la naturaleza (también conocidas como soluciones climáticas naturales) aprovechan los bosques, praderas, humedales y suelos del mundo para reducir las emisiones de gases de invernadero. Los ecosistemas sanos absorben y almacenan carbono naturalmente. Y si se los protege, restablece y mantiene de manera sostenible, pueden ofrecer un tercio de la reducción de emisiones necesaria para cumplir el objetivo del acuerdo de París para 2030.
En otras palabras, la naturaleza nos ofrece una oportunidad que no nos podemos dar el lujo de perder. Es crucial disminuir las emisiones de combustibles fósiles, pero eso no bastará para mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC, ni menos los 1,5ºC, con respecto a los niveles preindustriales. Para lograr un futuro habitable en este planeta, también debemos comprometernos a financiar soluciones climáticas naturales. Es necesario que todos los países las vayan integrando a sus compromisos climáticos nacionales y comiencen a invertir en ellas.
Hace dos años, científicos de The Nature Conservancy y sus asociados publicaron nuevos estudios que destacaban el potencial de las soluciones climáticas naturales para la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, estas han seguido concitando una atención relativamente escasa, y una financiación incluso menor.
Afortunadamente, es posible que esto comience a cambiar. En septiembre, las soluciones climáticas naturales tuvieron una presencia destacada en la Semana por el Clima (Climate Week) de la ONU, celebrada en la ciudad de Nueva York. Si bien ese evento no alcanzó a estar a la altura del llamado del Secretario General de la ONU António Guterres de “dar pasos claros para hacer posibles contribuciones determinadas a nivel nacional para 2020”, sí ofreció una plataforma para la formación de una nueva generación de defensores del clima y la naturaleza. Desde la coalición Youth4Nature a la activista sueca Greta Thunberg, hubo abundantes jóvenes que exigían a los actuales líderes rendir cuentas por los desafíos que ellos heredarán.
La Semana por el Clima también fue el espacio en que una coalición encabezada por China y Nueva Zelanda hizo un anuncio en que se alienta a los planes climáticos nacionales y al sector corporativo a apoyar más soluciones climáticas naturales. Y el sector privado mismo ha asumido nuevos compromisos: un grupo de 230 inversionistas internacionales (que representan $16,2 billones en recursos bajo gestión) llamó a las compañías a tomar medidas inmediatas para abordar la deforestación en sus cadenas de suministro.
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Los líderes políticos ahora deben mantener este impulso y examinar más de cerca lo que la naturaleza puede hacer para mitigar el cambio climático y desarrollar una mayor resiliencia. Por ejemplo, una solución prometedora es la agrosilvicultura sostenible, en que los cultivos crecen junto a árboles nativos. La ampliación de esta práctica puede fortalecer la seguridad alimentaria y elevar los ingresos de las comunidades rurales y, simultáneamente, recuperar la calidad de los suelos, fijar carbono y alimentar fauna en situación crítica.
En Australia, donde enormes incendios están haciendo peligrar a personas y vida salvaje, además de emitir grandes cantidades de gases de invernadero a la atmósfera, se está experimentando otra solución climática natural. The Nature Conservancy está colaborando con comunidades indígenas para mejorar la calidad de los suelos de las praderas, fijar carbono y reducir el riesgo de que se produzcan incendios catastróficos. Basándose en conocimientos ancestrales que datan de miles de años, los guardabosques indígenas hacen quemas más pequeñas y controladas para prevenir la acumulación de pasto seco que contribuye a incendios más grandes y calientes. Este programa ayuda a crear praderas más saludables, al tiempo que genera ingresos para las comunidades indígenas mediante la venta de créditos de carbono.
Estos tipos de programa benefician a las personas y al medio ambiente, pero se necesita con urgencia mucha más inversión en ellos. Si bien los sistemas naturales desempeñan un papel crucial para la regulación del clima, las soluciones climáticas naturales todavía reciben menos del 4% de los fondos públicos para medidas medioambientales. Francia, Suecia, Corea del Sur y el Reino Unido, y un puñado de otros países, se han comprometido a aumentar la financiación de proyectos internacionales de preservación y restauración, y en la lista de la COP25 se encuentra la ultimación de los detalles de estos programas. Pero, a menos que más países se comprometan, las soluciones climáticas naturales no alcanzarán la escala necesaria.
Peor aún, los sistemas naturales que podrían ser parte de la solución al cambio climático se enfrentan a amenazas crecientes. Todos hemos visto las recientes imágenes de los incendios que asolan la selva del Amazonas, que juega un importante papel en la regulación del clima mundial. La vulnerabilidad de los sistemas que almacenan una proporción importante del carbono del planeta se ve aumentada por temperaturas récord, delitos ambientales, escasa supervisión, lucha ineficaz contra los incendios y otros factores.
Y el Amazonas es apenas un ejemplo. La conversión y degradación de tierras naturales y hábitats marinos siguen ocurriendo en todo el mundo. Son prácticas que socavan nuestra capacidad de adaptarnos al cambio climático, como el ascenso de los niveles del mar, y amenazan directamente nuestra seguridad alimentaria al eliminar especies que polinizan los cultivos, contribuyen a la calidad de los suelos y ofrecen hábitats a los peces y otras formas de vida marina. La naturaleza, el clima y el bienestar de los seres humanos están íntimamente vinculados: ninguna de estas esferas se puede abordar de manera aislada.
La COP25 ofrece una oportunidad para aprovechar estas conexiones en el preámbulo de 2020, que será un verdadero “súper año medioambiental”. Además de ultimar los detalles de un tratado internacional de alta mar y crear un nuevo marco para la Convención de la ONU sobre Diversidad Biológica, los gobiernos también revisarán el estado de sus compromisos ambientales para la COP26, que se celebrará en Glasgow, Escocia.
Pero sean cuales sean los compromisos que los países asuman en estos encuentros, significarán poco sin planes concretos para llevarlos a la realidad. Tenemos la ciencia y las soluciones. Ahora necesitamos medidas para aprovechar el poder de la naturaleza. Nuestra supervivencia en este planeta depende de ello.
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In 2024, global geopolitics and national politics have undergone considerable upheaval, and the world economy has both significant weaknesses, including Europe and China, and notable bright spots, especially the US. In the coming year, the range of possible outcomes will broaden further.
offers his predictions for the new year while acknowledging that the range of possible outcomes is widening.
WASHINGTON, DC – Cuando los líderes mundiales se reúnan en la 25 Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP25) en Madrid entre el 2 y el 13 de diciembre, hablarán sobre pasos concretos para alcanzar y aumentar los objetivos de reducción de emisiones. Pero, igualmente importante, la COP25 ofrece una oportunidad para visibilizar una de las herramientas más potentes que tenemos para abordar el cambio climático: la naturaleza.
Las soluciones basadas en la naturaleza (también conocidas como soluciones climáticas naturales) aprovechan los bosques, praderas, humedales y suelos del mundo para reducir las emisiones de gases de invernadero. Los ecosistemas sanos absorben y almacenan carbono naturalmente. Y si se los protege, restablece y mantiene de manera sostenible, pueden ofrecer un tercio de la reducción de emisiones necesaria para cumplir el objetivo del acuerdo de París para 2030.
En otras palabras, la naturaleza nos ofrece una oportunidad que no nos podemos dar el lujo de perder. Es crucial disminuir las emisiones de combustibles fósiles, pero eso no bastará para mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC, ni menos los 1,5ºC, con respecto a los niveles preindustriales. Para lograr un futuro habitable en este planeta, también debemos comprometernos a financiar soluciones climáticas naturales. Es necesario que todos los países las vayan integrando a sus compromisos climáticos nacionales y comiencen a invertir en ellas.
Hace dos años, científicos de The Nature Conservancy y sus asociados publicaron nuevos estudios que destacaban el potencial de las soluciones climáticas naturales para la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, estas han seguido concitando una atención relativamente escasa, y una financiación incluso menor.
Afortunadamente, es posible que esto comience a cambiar. En septiembre, las soluciones climáticas naturales tuvieron una presencia destacada en la Semana por el Clima (Climate Week) de la ONU, celebrada en la ciudad de Nueva York. Si bien ese evento no alcanzó a estar a la altura del llamado del Secretario General de la ONU António Guterres de “dar pasos claros para hacer posibles contribuciones determinadas a nivel nacional para 2020”, sí ofreció una plataforma para la formación de una nueva generación de defensores del clima y la naturaleza. Desde la coalición Youth4Nature a la activista sueca Greta Thunberg, hubo abundantes jóvenes que exigían a los actuales líderes rendir cuentas por los desafíos que ellos heredarán.
La Semana por el Clima también fue el espacio en que una coalición encabezada por China y Nueva Zelanda hizo un anuncio en que se alienta a los planes climáticos nacionales y al sector corporativo a apoyar más soluciones climáticas naturales. Y el sector privado mismo ha asumido nuevos compromisos: un grupo de 230 inversionistas internacionales (que representan $16,2 billones en recursos bajo gestión) llamó a las compañías a tomar medidas inmediatas para abordar la deforestación en sus cadenas de suministro.
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En Australia, donde enormes incendios están haciendo peligrar a personas y vida salvaje, además de emitir grandes cantidades de gases de invernadero a la atmósfera, se está experimentando otra solución climática natural. The Nature Conservancy está colaborando con comunidades indígenas para mejorar la calidad de los suelos de las praderas, fijar carbono y reducir el riesgo de que se produzcan incendios catastróficos. Basándose en conocimientos ancestrales que datan de miles de años, los guardabosques indígenas hacen quemas más pequeñas y controladas para prevenir la acumulación de pasto seco que contribuye a incendios más grandes y calientes. Este programa ayuda a crear praderas más saludables, al tiempo que genera ingresos para las comunidades indígenas mediante la venta de créditos de carbono.
Estos tipos de programa benefician a las personas y al medio ambiente, pero se necesita con urgencia mucha más inversión en ellos. Si bien los sistemas naturales desempeñan un papel crucial para la regulación del clima, las soluciones climáticas naturales todavía reciben menos del 4% de los fondos públicos para medidas medioambientales. Francia, Suecia, Corea del Sur y el Reino Unido, y un puñado de otros países, se han comprometido a aumentar la financiación de proyectos internacionales de preservación y restauración, y en la lista de la COP25 se encuentra la ultimación de los detalles de estos programas. Pero, a menos que más países se comprometan, las soluciones climáticas naturales no alcanzarán la escala necesaria.
Peor aún, los sistemas naturales que podrían ser parte de la solución al cambio climático se enfrentan a amenazas crecientes. Todos hemos visto las recientes imágenes de los incendios que asolan la selva del Amazonas, que juega un importante papel en la regulación del clima mundial. La vulnerabilidad de los sistemas que almacenan una proporción importante del carbono del planeta se ve aumentada por temperaturas récord, delitos ambientales, escasa supervisión, lucha ineficaz contra los incendios y otros factores.
Y el Amazonas es apenas un ejemplo. La conversión y degradación de tierras naturales y hábitats marinos siguen ocurriendo en todo el mundo. Son prácticas que socavan nuestra capacidad de adaptarnos al cambio climático, como el ascenso de los niveles del mar, y amenazan directamente nuestra seguridad alimentaria al eliminar especies que polinizan los cultivos, contribuyen a la calidad de los suelos y ofrecen hábitats a los peces y otras formas de vida marina. La naturaleza, el clima y el bienestar de los seres humanos están íntimamente vinculados: ninguna de estas esferas se puede abordar de manera aislada.
La COP25 ofrece una oportunidad para aprovechar estas conexiones en el preámbulo de 2020, que será un verdadero “súper año medioambiental”. Además de ultimar los detalles de un tratado internacional de alta mar y crear un nuevo marco para la Convención de la ONU sobre Diversidad Biológica, los gobiernos también revisarán el estado de sus compromisos ambientales para la COP26, que se celebrará en Glasgow, Escocia.
Pero sean cuales sean los compromisos que los países asuman en estos encuentros, significarán poco sin planes concretos para llevarlos a la realidad. Tenemos la ciencia y las soluciones. Ahora necesitamos medidas para aprovechar el poder de la naturaleza. Nuestra supervivencia en este planeta depende de ello.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen