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Cómo diseñar un confinamiento

BRUSELAS – A medida que los gobiernos introducen reglas de distanciamiento social de distintos grados de rigurosidad para combatir la pandemia del COVID-19, es probable que el tema de cuánto deberían prolongarse genere un intenso debate. Muchos economistas y psicólogos advertirán que un periodo largo de detención residencial de facto dañará la salud mental y el estado financiero de la gente, mientras que los epidemiólogos argumentarán que mantener el confinamiento ayudará a aplanar la curva de contagio más rápidamente. Las autoridades que diseñen medidas de este tipo harían bien en tomar en cuenta ambas opiniones.

Afortunadamente, existen sustanciales estudios sobre el cumplimiento de las regulaciones gubernamentales por parte de los ciudadanos. Para comenzar, la gente necesita conocer y comprender las reglas para poder obedecerlas. Y si piensan que podrían sufrir un daño material o inmaterial como consecuencia, estarán menos dispuestas a seguirlas, razón por la cual a veces los gobiernos recurren a incentivos o castigos económicos para promover su cumplimiento.

Pero una política de incentivos y castigos no va a funcionar a menos que el grupo objetivo sea capaz de obedecerla. Y los confinamientos sin precedentes en respuesta a la pandemia, con medidas que van desde el auto-aislamiento voluntario a posibles multas o penas de cárcel para los infractores, son una prueba importante del grado al que poblaciones enteras pueden adherir a medidas así de estrictas.

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