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Hay que pensar dos veces antes de seguir sancionando a Rusia

LONDRES – Occidente ha impuesto gigantescas sanciones financieras y económicas a Rusia en respuesta a su invasión de Ucrania. Ahora bien, ¿se supone que las sanciones son una manera de poner fin a la guerra? ¿Son un modo de castigar a Rusia por su mal comportamiento? ¿O simplemente son una expresión de escándalo moral?

Ésta es la segunda vez en menos de diez años que Rusia ha sido sancionada por violar el derecho internacional. Luego de la anexión de Crimea y la incursión en el este de Ucrania en 2014 por parte de Rusia, Estados Unidos impuso sanciones económicas destinadas a “transformar eficazmente al país en un estado paria”. Claramente, esto no tuvo el efecto deseado de cambiar la actitud del Kremlin. Ahora un nuevo aluvión de medidas en respuesta al ataque a Ucrania ha llevado las sanciones a un nivel sin precedentes.  

Las restricciones actuales a Rusia incluyen una prohibición al comercio en tecnologías críticas, amplios congelamientos de activos y prohibiciones de viajes, la negación del acceso de los principales bancos rusos a mercados de capital internacionales, prohibiciones de viajes y congelamientos de activos destinados a determinados individuos y la exclusión de aviones rusos del espacio aéreo internacional. Con el secuestro de las reservas en moneda extranjera del banco central ruso y la expulsión prometida de Rusia del sistema financiero y comercial mundial, el petróleo y el gas siguen siendo la línea de salvataje del país con la economía global.

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