patten117_GREG BAKERPOOLAFP via Getty Images_xi putin Greg Baker/Pool/AFP via Getty Images

La democracia y la decencia

LONDRES – Hemos tardado demasiado en reconocer (por no hablar de resistir) el riesgo que plantea el ataque a las democracias liberales por parte del régimen matoneril post‑KGB del presidente ruso Vladimir Putin y de la versión china de leninismo agresivo (económicamente más exitosa).

Tuve una visión cercana del lado ruso del problema siendo comisario de asuntos exteriores de la Unión Europea entre 1999 y 2004. Demasiados países europeos, liderados por la Italia de Silvio Berlusconi, creyeron que podían hacer negocios con Putin e incluso tal vez convertirlo en un aliado geoestratégico. En tanto, Putin dirigía un régimen ocupado en derribar el orden internacional de la posguerra y fracturar la UE y la alianza transatlántica. Un régimen que hostigaba a vecinos, invadía países y asesinaba a sus críticos incluso en suelo extranjero.

Putin y sus secuaces también comprendían muy bien el punto débil del capitalismo liberal: la codicia de quienes por lo general ya eran ricos. Piénsese en cuántas cosas compró en Londres (inmuebles, empresas y miembros de la élite política) el dinero ruso en los noventa y primeros años de este siglo. Y más cerca en el tiempo, la ciberguerra y el dinero de Rusia distorsionaron la política en Estados Unidos y en el Reino Unido (el ejemplo más conspicuo de lo segundo fue la campaña para el referendo del Brexit en 2016).

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