BERLÍN – El mes que viene se cumplirá un año del inicio del violento asalto de Rusia a la vecina Ucrania, que aún continúa. El plan del presidente ruso Vladímir Putin de la «operación militar especial» rápida —una guerra relámpago— fracasó gracias a la inquebrantable resistencia ucraniana, la manera en que Occidente se unió para brindarle apoyo en su defensa y la propia incompetencia rusa.
Esa «operación especial» de Putin, una victoria militar rápida que buscaba un cambio de régimen, se fue degradando hasta convertirse en una guerra de posiciones. Incluso después de un año, nadie sabe con certeza cuándo terminará la guerra ni como sucederá. Lo más probable es que continúe por un tiempo y cause muchas más víctimas. Sin embargo, es difícil imaginar un escenario en el que Rusia logre su meta principal: eliminar a Ucrania como un estado soberano e independiente.
Mientras la OTAN y sus estados miembros continúen apoyando a Ucrania militar y económicamente, y mientras los ucranianos mantengan su determinación, Rusia no logrará su objetivo de guerra. Parece que lentamente el Kremlin se está dando cuenta de ello, e intensificó sus ataques sobre la infraestructura ucraniana y movilizó a cientos de miles de conscriptos. Los líderes militares rusos apuestan ahora a una estrategia de largo plazo de desmoralización y agotamiento, confiando en la pura superioridad numérica de su ejército sobre el ucraniano.
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The banking system we take for granted is unfixable. The good news is that we no longer need to rely on any private, rent-seeking, socially destabilizing network of banks, at least not the way we have so far.
shows why the current private system is unfixable – and why we don’t need to tolerate it anymore.
Like Vladimir Putin, China's leader is so steeped in a narrative of victimhood and fearful of appearing weak that it is hard to imagine him ever leading China out of the mess he has created. He could well be remembered as the leader who squandered history's most remarkable economic success story.
about the country's increasingly worrisome trajectory, both at home and abroad.
Artificial IdiocyFrank Rumpenhorst/picture alliance via Getty Images
BERLÍN – El mes que viene se cumplirá un año del inicio del violento asalto de Rusia a la vecina Ucrania, que aún continúa. El plan del presidente ruso Vladímir Putin de la «operación militar especial» rápida —una guerra relámpago— fracasó gracias a la inquebrantable resistencia ucraniana, la manera en que Occidente se unió para brindarle apoyo en su defensa y la propia incompetencia rusa.
Esa «operación especial» de Putin, una victoria militar rápida que buscaba un cambio de régimen, se fue degradando hasta convertirse en una guerra de posiciones. Incluso después de un año, nadie sabe con certeza cuándo terminará la guerra ni como sucederá. Lo más probable es que continúe por un tiempo y cause muchas más víctimas. Sin embargo, es difícil imaginar un escenario en el que Rusia logre su meta principal: eliminar a Ucrania como un estado soberano e independiente.
Mientras la OTAN y sus estados miembros continúen apoyando a Ucrania militar y económicamente, y mientras los ucranianos mantengan su determinación, Rusia no logrará su objetivo de guerra. Parece que lentamente el Kremlin se está dando cuenta de ello, e intensificó sus ataques sobre la infraestructura ucraniana y movilizó a cientos de miles de conscriptos. Los líderes militares rusos apuestan ahora a una estrategia de largo plazo de desmoralización y agotamiento, confiando en la pura superioridad numérica de su ejército sobre el ucraniano.
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