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El viraje hacia el interior del comercio exterior estadounidense

ROMA – Dado que la Ley de Reducción de la Inflación (ley IRA) promete que Estados Unidos realizará la mayor inversión de toda la historia en materia de lucha contra el cambio climático, es de esperar que la Unión Europea acoja esta ley con algarabía. Pero, si bien no existe duda sobre que los líderes de la UE aplauden el fortalecimiento del compromiso de Estados Unidos con la transición verde, ellos también tienen dudas importantes, y sobre todo legítimas, acerca de la ley IRA.

La ley IRA compromete destinar 385 mil millones de dólares a subsidios verdes (que están sobre-financiados por 750 mil millones de dólares en aumentos de impuestos y ahorros de ingresos) a lo largo de la próxima década. Si bien esta es una cifra significativa para Estados Unidos, el total anual (menos de 40 mil millones de dólares) representa menos de la mitad de la cantidad gastada por los países de la UE únicamente en energías renovables (80 mil millones de euros, es decir 84,5 mil millones de dólares, en el año 2021), lo que equivale a aproximadamente el 0,5% del PIB de la UE, en comparación con tan sólo un 0,2% proyectado en el caso de Estados Unidos.

Pero la magnitud del gasto no es la principal preocupación de la UE con respecto a la ley IRA. El verdadero problema es que Estados Unidos  se está convirtiendo en la primera gran economía que vincula explícitamente los subsidios a las energías renovables con los requisitos de contenido nacional de los productos, requisitos que son claramente incompatibles con las reglas de la Organización Mundial del Comercio que prohíben la discriminación contra productos en función de su país de origen. Los líderes de la UE temen que las disposiciones de la ley IRA sobre el contenido nacional se conviertan en un obstáculo para el sector industrial europeo.

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