NUEVA YORK – El mundo enfrenta un abanico de amenazas diversas —desde el nacionalismo exclusivista y la competencia entre las grandes potencias hasta la creciente desigualdad— que impiden que la comunidad internacional trabaje conjuntamente para solucionar otros desafíos complejos, como la distribución de las vacunas contra la COVID-19 y el aceleramiento del cambio climático. Pero las crisis mundiales requieren soluciones mundiales; con su tan esperado informe, Nuestra Agenda Común, el secretario general de la ONU António Guterres ofrece una nueva visión para la cooperación internacional.
Escrito como respuesta a los compromisos refrendados en la 75.° Asamblea General de la ONU, Nuestra Agenda Común es un toque a rebato por una gobernanza mejor y más inclusiva, del estilo que necesitamos para crear un futuro más verde, equitativo y seguro. Con su extensión, alcance y contenidos infrecuentes para un informe de la ONU, ofrece un conjunto de ideas prometedoras para una estrategia de transformación audaz, aunque pragmática.
Las recomendaciones de Guterres valoran una implementación más rápida de los acuerdos internacionales existentes, comenzando con el acuerdo climático de París de 2015 y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Más allá de esas importantes iniciativas para proteger nuestros bienes comunales mundiales, establecer un nuevo foro para gestionarlas se ha convertido en un imperativo moral y práctico. Guterres abre nuevos caminos con su llamado a readaptar el Consejo de Administración Fiduciaria de la ONU, prácticamente desaparecido, para supervisar la gobernanza del océano, la atmósfera y el espacio exterior. Este organismo renovado también sería responsable de mejorar la entrega de bienes públicos y responder ante las amenazas mundiales.
Además, Guterres dio su apoyo a la propuesta del Club de Madrid para llevar a cabo una Cumbre Social Mundial en 2025, para examinar las causas de la creciente pobreza, evaluar los eventos que contribuyeron a la disparidad en los ingresos, y fomentar las políticas necesarias para garantizar una sociedad más equitativa. Las conversaciones en la cumbre debieran dar impulso a la implementación completa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y garantizar que el desarrollo económico pos-COVID sea amplio y ecológico.
Para crear un nuevo contrato social mundial que permita abordar la pobreza, la creciente desigualdad y el empeoramiento de la crisis climática será necesaria la participación de la sociedad civil. Guterres está en lo cierto cuando enfatiza su papel para conseguir una mayor solidaridad internacional. También destaca la necesidad de apoyar los aportes cada vez mayores de los ciudadanos a la acción colectiva a escala nacional e internacional. Resulta alentador que Nuestra Agenda Común proponga puntos focales dedicados a la sociedad civil en todos los organismos de la ONU.
Pero hace falta más, dos iniciativas recientes de la sociedad civil —el Llamado para la Gobernanza Mundial Inclusiva de We The Peoples y Together First— propusieron un enviado de la ONU de alto nivel para la sociedad civil, que respondería directamente a Guterres. Ese puesto garantizaría la armonización, los informes de alto nivel y un acceso aún más amplio para las organizaciones de la sociedad civil a todo el sistema en la toma de decisiones y la programación de la ONU.
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Para implementar la ambiciosa agenda de Guterres —de un multilateralismo más inclusivo, eficaz y en red— es necesaria una estrategia coordinada. La meta debe ser reconstruir y ampliar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones comunes, para que el sistema mundial pueda actuar en forma más eficaz sobre los problemas más importantes que aquejan a la comunidad internacional. La iniciativa de Guterres de convocar una Cumbre del Futuro al principio de la 78.° Asamblea General en septiembre de 2023 es un buen punto de partida para mejorar la arquitectura de la gobernanza mundial.
Como parte de las preparaciones para la cumbre, apoyamos el llamado del secretario general a una junta asesora de alto nivel liderada por ex jefes de estado o de gobierno. La meta de ese organismo sería identificar los bienes públicos mundiales que más necesitan mejoras en la gobernanza. La junta asesora aportaría además una perspectiva política equilibrada a los preparativos.
Al mismo tiempo, las consultas previas a la cumbre podrían ayudar a refinar las propuestas de Guterres para la Agenda para la Paz, el Pacto Digital Mundial, la Declaración sobre las Generaciones Futuras y una nueva Plataforma de Emergencia para convocar a los actores clave a que respondan ante las crisis complejas. Cada una de ellas —al igual que las propuestas de amplio alcance relacionadas para la innovación en gobernanza mundial que venimos apoyando— ameritan su seria consideración por los estados miembros de la ONU y forman, juntas, la base de una ambiciosa empresa que involucraría durante dos años a múltiples participantes y culminaría con la cumbre de 2023.
Instamos a los líderes del mundo a prestar atención a la visión para el futuro del secretario general, así como a la recomendación de 50 ex ministros de gobierno y funcionarios de alta jerarquía de la ONU de un «proceso intergubernamental exclusivo» para «fortalecer y reformar la maquinaria legal e institucional del sistema de la ONU». Con la movilización de diversos actores en todo el mundo —entre ellos, los responsables de las políticas, activistas, académicos y empresarios— la comunidad internacional puede garantizar que se haga realidad el mandato de dar forma colectivamente al «futuro que queremos» adoptado en la Asamblea General del año pasado.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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NUEVA YORK – El mundo enfrenta un abanico de amenazas diversas —desde el nacionalismo exclusivista y la competencia entre las grandes potencias hasta la creciente desigualdad— que impiden que la comunidad internacional trabaje conjuntamente para solucionar otros desafíos complejos, como la distribución de las vacunas contra la COVID-19 y el aceleramiento del cambio climático. Pero las crisis mundiales requieren soluciones mundiales; con su tan esperado informe, Nuestra Agenda Común, el secretario general de la ONU António Guterres ofrece una nueva visión para la cooperación internacional.
Escrito como respuesta a los compromisos refrendados en la 75.° Asamblea General de la ONU, Nuestra Agenda Común es un toque a rebato por una gobernanza mejor y más inclusiva, del estilo que necesitamos para crear un futuro más verde, equitativo y seguro. Con su extensión, alcance y contenidos infrecuentes para un informe de la ONU, ofrece un conjunto de ideas prometedoras para una estrategia de transformación audaz, aunque pragmática.
Las recomendaciones de Guterres valoran una implementación más rápida de los acuerdos internacionales existentes, comenzando con el acuerdo climático de París de 2015 y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Más allá de esas importantes iniciativas para proteger nuestros bienes comunales mundiales, establecer un nuevo foro para gestionarlas se ha convertido en un imperativo moral y práctico. Guterres abre nuevos caminos con su llamado a readaptar el Consejo de Administración Fiduciaria de la ONU, prácticamente desaparecido, para supervisar la gobernanza del océano, la atmósfera y el espacio exterior. Este organismo renovado también sería responsable de mejorar la entrega de bienes públicos y responder ante las amenazas mundiales.
Además, Guterres dio su apoyo a la propuesta del Club de Madrid para llevar a cabo una Cumbre Social Mundial en 2025, para examinar las causas de la creciente pobreza, evaluar los eventos que contribuyeron a la disparidad en los ingresos, y fomentar las políticas necesarias para garantizar una sociedad más equitativa. Las conversaciones en la cumbre debieran dar impulso a la implementación completa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y garantizar que el desarrollo económico pos-COVID sea amplio y ecológico.
Para crear un nuevo contrato social mundial que permita abordar la pobreza, la creciente desigualdad y el empeoramiento de la crisis climática será necesaria la participación de la sociedad civil. Guterres está en lo cierto cuando enfatiza su papel para conseguir una mayor solidaridad internacional. También destaca la necesidad de apoyar los aportes cada vez mayores de los ciudadanos a la acción colectiva a escala nacional e internacional. Resulta alentador que Nuestra Agenda Común proponga puntos focales dedicados a la sociedad civil en todos los organismos de la ONU.
Pero hace falta más, dos iniciativas recientes de la sociedad civil —el Llamado para la Gobernanza Mundial Inclusiva de We The Peoples y Together First— propusieron un enviado de la ONU de alto nivel para la sociedad civil, que respondería directamente a Guterres. Ese puesto garantizaría la armonización, los informes de alto nivel y un acceso aún más amplio para las organizaciones de la sociedad civil a todo el sistema en la toma de decisiones y la programación de la ONU.
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Como parte de las preparaciones para la cumbre, apoyamos el llamado del secretario general a una junta asesora de alto nivel liderada por ex jefes de estado o de gobierno. La meta de ese organismo sería identificar los bienes públicos mundiales que más necesitan mejoras en la gobernanza. La junta asesora aportaría además una perspectiva política equilibrada a los preparativos.
Al mismo tiempo, las consultas previas a la cumbre podrían ayudar a refinar las propuestas de Guterres para la Agenda para la Paz, el Pacto Digital Mundial, la Declaración sobre las Generaciones Futuras y una nueva Plataforma de Emergencia para convocar a los actores clave a que respondan ante las crisis complejas. Cada una de ellas —al igual que las propuestas de amplio alcance relacionadas para la innovación en gobernanza mundial que venimos apoyando— ameritan su seria consideración por los estados miembros de la ONU y forman, juntas, la base de una ambiciosa empresa que involucraría durante dos años a múltiples participantes y culminaría con la cumbre de 2023.
Instamos a los líderes del mundo a prestar atención a la visión para el futuro del secretario general, así como a la recomendación de 50 ex ministros de gobierno y funcionarios de alta jerarquía de la ONU de un «proceso intergubernamental exclusivo» para «fortalecer y reformar la maquinaria legal e institucional del sistema de la ONU». Con la movilización de diversos actores en todo el mundo —entre ellos, los responsables de las políticas, activistas, académicos y empresarios— la comunidad internacional puede garantizar que se haga realidad el mandato de dar forma colectivamente al «futuro que queremos» adoptado en la Asamblea General del año pasado.
Traducción al español por Ant-Translation