KARACHI – Imran Khan, el jugador de cricket convertido en político, será el próximo primer ministro de Pakistán. El recuento de votos se completó tres días después de que se celebraran las elecciones el 25 de julio, cuando llevó a la victoria a su partido, el Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI). Se requiere que un partido (o coalición) tenga el apoyo de al menos 137 miembros de la Asamblea Nacional para convocar a un gobierno y Khan está cerca de lograr esa cifra. Tras ganar 115 escaños, el PTI debería poder obtener el apoyo de algunos independientes y miembros de media decena de partidos menores, y es probable que jure el cargo antes del 14 de agosto, cuando Pakistán celebra sus 71 años de independencia.
Sometiéndose al consejo de sus asesores más cercanos y dirigiéndose al pueblo como primer ministro electo, Khan dijo que, como en el cricket, sabe que el juego no se ha acabado sino hasta que se ha jugado la última bola. Sin embargo, tras ello apareció en la televisión nacional prometiendo un naya (nuevo) Pakistán.
El país ha celebrado uno de los ejercicios de democracia más grandes del mundo. En total, 106 millones de votantes se registraron para elegir la próxima Asamblea Nacional y cuatro asambleas provinciales. De los votantes inscritos, 56 millones (casi un 53% del total) fueron a las urnas a depositar sus votos. Debido al hecho de que dos candidatos fueron asesinados en actos de violencia previos a las elecciones, se pospuso la votación para dos de los cargos de elección directa. Sesenta mujeres y diez miembros de diversas minorías religiosas fueron electos indirectamente por las cuatro asambleas provinciales, con lo que el número total de escaños nacionales alcanzó a 342.
Más de 3600 candidatos compitieron por los 272 escaños de elección directa de la Asamblea Nacional, un promedio de 13 por escaño, lo que es una buena medida para evaluar el estado de la política. En sistemas políticos menos desarrollados, por lo general la disciplina de partido es demasiado débil como para limitar la cantidad de personas que pueden presentarse como candidatos en las elecciones.
El terreno político pakistaní está sobrepoblado de partidos, además, en otra señal de que es un sistema subdesarrollado. Además del PTI, fundado por Khan en 1996, dos otros partidos tienen grandes cantidades de seguidores. El más antiguo es la Liga Musulmana de Pakistán (Nawaz), cuya historia se remonta a 1906, cuando la población musulmana de la India británica formó una agrupación para representar sus intereses políticos y económicos. Bajo el liderazgo del fundador de Pakistán, Muhammad Ali Jinnah, este partido fomentó la creación de un estado separado para el pueblo musulmán de la India. Desde la independencia pakistaní en 1947, el partido ha tenido varias reformulaciones: la última es la PML-N, liderado hasta hace poco por el ex Primer Ministro Nawaz Sharif y ahora por su hermano Shehbaz.
La otra gran fuerza política, el Partido Popular de Pakistán (PPP), fue fundado por Zulfikar Ali Bhutto en 1967 después de abandonar el gabinete encabezado por su mentor, el General Ayub Khan, el primer gobernante militar del país, en torno a diferencias sobre las políticas de Khan hacia China, India y Estados Unidos.
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Estas fueron las undécimas elecciones generales en Pakistán. Hasta hoy, solo las de 2008 y 2013 han sido abiertas y democráticas, y ambas llevaron a una transferencia del poder ordenada y pacífica. En 2008 ganó el PPP bajo el coliderazgo de Asif Ali Zardari, viudo de la ex Primer Ministro Benazir Bhutto, asesinada en diciembre de 2007 en un acto electoral. En 2013 en PML-N salió triunfador y Sharif se convirtió en primer ministro. Sin embargo, fue derrocado en 2017, cuando las revelaciones de los llamados Papeles de Panamá dieron pie a cargos criminales contra él por varios delitos financieros. Este año la Corte Suprema le prohibió de por vida detentar cargos públicos, y este mes fue sentenciado a diez años de prisión.
Las elecciones de este año se celebraron en relativa paz, debido en parte a la presencia de 370.000 soldados en los sitios de votación. A pesar de que este despliegue también pretendía evitar acusaciones de fraude electoral, a las que Imran Khan y sus partidarios recurrieron para sembrar dudas sobre la legitimidad del gobierno de Sharif, los partidos derrotados igualmente reclamaron que las elecciones habían sido fraudulentas.
El éxito del PTI se debió a una combinación de factores. Para comenzar, el partido elevó su popularidad entre la juventud urbana pakistaní. El país tiene una de las poblaciones más jóvenes del planeta, con una edad media de apenas 25 años, y la migración de jóvenes hombres a las grandes ciudades ha aumentado su proporción en lugares como Karachi y Lahore a entre un 70 y un 75%. Ni el PML-N ni el PPP se ajustaban a sus expectativas, mientras que Khan prometía empleos bien pagados, educación, sanidad y transporte urbano. El PTI hizo grandes avances en la megalópolis de Karachi, donde sus candidatos derrotaron a los partidos tradicionales.
El incesante acento en la corrupción también atrajo el apoyo de la juventud para Khan. Tanto Zardari como Sharif fueron acusados de corrupción por la Oficina Nacional de Rendición de Cuentas (National Accountability Bureau), organización con poderes judiciales creada por el General Pervez Musharraf, el cuarto presidente militar del país, para investigar delitos de alto nivel. En su campaña electoral, Khan relacionó la corrupción oficial con el fracaso del estado en brindar los bienes y servicios que desean los jóvenes.
Las elecciones han traído a la palestra a otros dos problemas. Primero, ¿cuál fue el grado de participación del ejército para producir un resultado que muchos piensan era el deseado por los generales? Segundo, ¿cuáles son las implicancias de largo plazo del dinámico papel del poder judicial en los asuntos del estado? Tomará tiempo responder a estas dos preguntas, pero se ha formado un consenso respecto a que Khan era el favorito de los militares. Y, ahora que los medios de comunicación extranjeros han aceptado esa evaluación, ese consenso condicionará las percepciones internacionales de su gobierno.
The big US error after 9/11 was to treat Pakistan as if it were an ally with which it is possible to assume a large degree of policy overlap. In fact, even a more calculated, transactional relationship will not bring the US and Pakistan closer together.
thinks the US aid cutoff is misguided, though even a transactional relationship is impossible.
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US President Donald Trump’s import tariffs have triggered a wave of retaliatory measures, setting off a trade war with key partners and raising fears of a global downturn. But while Trump’s protectionism and erratic policy shifts could have far-reaching implications, the greatest victim is likely to be the United States itself.
warns that the new administration’s protectionism resembles the strategy many developing countries once tried.
It took a pandemic and the threat of war to get Germany to dispense with the two taboos – against debt and monetary financing of budgets – that have strangled its governments for decades. Now, it must join the rest of Europe in offering a positive vision of self-sufficiency and an “anti-fascist economic policy.”
welcomes the apparent departure from two policy taboos that have strangled the country's investment.
KARACHI – Imran Khan, el jugador de cricket convertido en político, será el próximo primer ministro de Pakistán. El recuento de votos se completó tres días después de que se celebraran las elecciones el 25 de julio, cuando llevó a la victoria a su partido, el Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI). Se requiere que un partido (o coalición) tenga el apoyo de al menos 137 miembros de la Asamblea Nacional para convocar a un gobierno y Khan está cerca de lograr esa cifra. Tras ganar 115 escaños, el PTI debería poder obtener el apoyo de algunos independientes y miembros de media decena de partidos menores, y es probable que jure el cargo antes del 14 de agosto, cuando Pakistán celebra sus 71 años de independencia.
Sometiéndose al consejo de sus asesores más cercanos y dirigiéndose al pueblo como primer ministro electo, Khan dijo que, como en el cricket, sabe que el juego no se ha acabado sino hasta que se ha jugado la última bola. Sin embargo, tras ello apareció en la televisión nacional prometiendo un naya (nuevo) Pakistán.
El país ha celebrado uno de los ejercicios de democracia más grandes del mundo. En total, 106 millones de votantes se registraron para elegir la próxima Asamblea Nacional y cuatro asambleas provinciales. De los votantes inscritos, 56 millones (casi un 53% del total) fueron a las urnas a depositar sus votos. Debido al hecho de que dos candidatos fueron asesinados en actos de violencia previos a las elecciones, se pospuso la votación para dos de los cargos de elección directa. Sesenta mujeres y diez miembros de diversas minorías religiosas fueron electos indirectamente por las cuatro asambleas provinciales, con lo que el número total de escaños nacionales alcanzó a 342.
Más de 3600 candidatos compitieron por los 272 escaños de elección directa de la Asamblea Nacional, un promedio de 13 por escaño, lo que es una buena medida para evaluar el estado de la política. En sistemas políticos menos desarrollados, por lo general la disciplina de partido es demasiado débil como para limitar la cantidad de personas que pueden presentarse como candidatos en las elecciones.
El terreno político pakistaní está sobrepoblado de partidos, además, en otra señal de que es un sistema subdesarrollado. Además del PTI, fundado por Khan en 1996, dos otros partidos tienen grandes cantidades de seguidores. El más antiguo es la Liga Musulmana de Pakistán (Nawaz), cuya historia se remonta a 1906, cuando la población musulmana de la India británica formó una agrupación para representar sus intereses políticos y económicos. Bajo el liderazgo del fundador de Pakistán, Muhammad Ali Jinnah, este partido fomentó la creación de un estado separado para el pueblo musulmán de la India. Desde la independencia pakistaní en 1947, el partido ha tenido varias reformulaciones: la última es la PML-N, liderado hasta hace poco por el ex Primer Ministro Nawaz Sharif y ahora por su hermano Shehbaz.
La otra gran fuerza política, el Partido Popular de Pakistán (PPP), fue fundado por Zulfikar Ali Bhutto en 1967 después de abandonar el gabinete encabezado por su mentor, el General Ayub Khan, el primer gobernante militar del país, en torno a diferencias sobre las políticas de Khan hacia China, India y Estados Unidos.
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Las elecciones de este año se celebraron en relativa paz, debido en parte a la presencia de 370.000 soldados en los sitios de votación. A pesar de que este despliegue también pretendía evitar acusaciones de fraude electoral, a las que Imran Khan y sus partidarios recurrieron para sembrar dudas sobre la legitimidad del gobierno de Sharif, los partidos derrotados igualmente reclamaron que las elecciones habían sido fraudulentas.
El éxito del PTI se debió a una combinación de factores. Para comenzar, el partido elevó su popularidad entre la juventud urbana pakistaní. El país tiene una de las poblaciones más jóvenes del planeta, con una edad media de apenas 25 años, y la migración de jóvenes hombres a las grandes ciudades ha aumentado su proporción en lugares como Karachi y Lahore a entre un 70 y un 75%. Ni el PML-N ni el PPP se ajustaban a sus expectativas, mientras que Khan prometía empleos bien pagados, educación, sanidad y transporte urbano. El PTI hizo grandes avances en la megalópolis de Karachi, donde sus candidatos derrotaron a los partidos tradicionales.
El incesante acento en la corrupción también atrajo el apoyo de la juventud para Khan. Tanto Zardari como Sharif fueron acusados de corrupción por la Oficina Nacional de Rendición de Cuentas (National Accountability Bureau), organización con poderes judiciales creada por el General Pervez Musharraf, el cuarto presidente militar del país, para investigar delitos de alto nivel. En su campaña electoral, Khan relacionó la corrupción oficial con el fracaso del estado en brindar los bienes y servicios que desean los jóvenes.
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Traducido del inglés por David Meléndez Tormen