iyer2_SIA KAMBOUAFP via Getty Images_malariavaccine Sia Kambou/AFP via Getty Images

El desplazamiento climático también es una crisis sanitaria

ÁMSTERDAM – Cada año, 21,5 millones de personas se ven obligadas a desplazarse por inundaciones, sequías, incendios forestales y tormentas. Se prevé que esta cifra aumente drásticamente en las próximas décadas y que hasta 1.200 millones de personas se vean obligadas a abandonar sus hogares para 2050. La crisis climática en curso no es solo un desastre humanitario, sino también una emergencia sanitaria mundial.

El desplazamiento climático plantea amenazas directas e indirectas para la salud pública. Al alterar los servicios asistenciales, priva a las comunidades afectadas del acceso a médicos, hospitales y farmacias. La migración inducida por el clima también exacerba la pobreza, el hacinamiento y la inestabilidad social. Muchas veces, la producción de alimentos se ve seriamente afectada, mientras que las condiciones de vida insalubres alimentan la propagación de enfermedades infecciosas.

En tanto la crisis climática amenaza con hacer descarrilar los esfuerzos mundiales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, la salud y el bienestar de cientos de millones de personas de todo el mundo en desarrollo están en peligro. Los países de ingresos altos no son inmunes: en Estados Unidos, 3,2 millones de adultos fueron desplazados o evacuados debido a catástrofes naturales solo en 2022.

Las empresas farmacéuticas deben desempeñar un papel fundamental a la hora de impulsar la resiliencia sanitaria mundial. Su participación es especialmente importante en las zonas de conflicto que se encuentran en primera línea de la crisis climática y de los desplazamientos, donde a menudo escasean los medicamentos y las vacunas que salvan vidas.

Aunque la industria farmacéutica ha avanzado mucho en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y la adopción de prácticas más sostenibles, sus esfuerzos distan mucho de mitigar las alteraciones relacionadas con el clima en las cadenas de suministro. Estas vulnerabilidades se pusieron de manifiesto en 2017, cuando el huracán María devastó el sector de fabricación de medicamentos de Puerto Rico, que en ese momento representaba casi el 10% de todos los medicamentos consumidos en Estados Unidos.

Algunas empresas farmacéuticas, como Novartis y Novo Nordisk, han puesto en marcha programas específicos para ayudar a las poblaciones desplazadas como consecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, mientras que otras han donado dinero en efectivo o suministros en respuesta a desastres naturales. La demanda de estas donaciones ha aumentado con el incremento de las necesidades climáticas y humanitarias. Hikma, un fabricante de medicamentos genéricos fundado en Jordania, reportó donaciones por un valor de 4 millones de dólares en 2020, y de 4,9 millones de dólares en 2023, principalmente para atender las necesidades de la región circundante.

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Ninguna empresa ha desarrollado una estrategia integral para garantizar que las comunidades desplazadas tengan un acceso sostenido a los productos sanitarios. Se necesita un enfoque más holístico. En medio de la actual crisis de desplazamiento climático, las empresas farmacéuticas deberían adoptar una estrategia cuádruple para reforzar los sistemas de atención sanitaria.

Para empezar, podrían ayudar a suministrar medicamentos a las comunidades vulnerables de zonas remotas mediante la renovación de sus cadenas de suministro, desde la creación de redundancia en las redes de transporte hasta el rediseño de los productos para que sean más estables en climas cálidos donde tal vez no haya refrigeración. Además, deben incluir sistemas robustos para la distribución a gran escala de medicamentos genéricos, que suelen ser las herramientas más eficaces para gestionar los brotes de enfermedades.

En segundo lugar, las empresas farmacéuticas deben invertir en investigación y desarrollo para crear vacunas, diagnósticos y terapias dirigidas a enfermedades sensibles al clima. El aumento de las temperaturas mundiales está acelerando la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue, la malaria y el zika, así como de enfermedades transmitidas por el agua como el cólera y la shigella, lo que supone un riesgo aún mayor para las poblaciones desplazadas.

Sin embargo, a pesar de la necesidad de innovación, el Índice de Acceso a Medicamentos 2024 -que clasifica los esfuerzos de las empresas farmacéuticas para mejorar el acceso a los medicamentos esenciales en los países en desarrollo- muestra que la cartera de I+D para patógenos emergentes y enfermedades tropicales desatendidas se está agotando. Este problema se ve agravado por la falta de investigación en nuevos antibióticos para combatir la creciente amenaza de la resistencia a los antimicrobianos, exacerbada por el clima extremo y las malas condiciones sanitarias.

En tercer lugar, las empresas farmacéuticas deberían forjar asociaciones a largo plazo con organizaciones humanitarias centradas en el desplazamiento climático. Las colaboraciones público-privadas también han demostrado su eficacia para reforzar la resiliencia sanitaria. Desde 2010, por ejemplo, fabricantes importantes de vacunas como GSK y Pfizer han suministrado a Gavi, la Alianza para Vacunas, miles de millones de dosis de vacunas, protegiendo a las poblaciones vulnerables de algunos de los países con más limitación de recursos del mundo.

Por último, las empresas farmacéuticas deben redoblar sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en toda su cadena de valor. Aunque puede que se preste menos atención al impacto climático de los productos farmacéuticos que al de las industrias manufactureras tradicionales, el sector emite más CO₂ por cada millón de dólares de ingresos que la industria automotriz.

El apoyo activo y el compromiso de accionistas, empleados y otras partes interesadas es crucial. Los inversores, en particular, deben animar a las empresas a alinear sus prácticas empresariales con los objetivos mundiales en materia de salud y clima. No se trata solo de una opción ética, sino también de una elección que promete importantes beneficios financieros y de reputación a largo plazo.

El desplazamiento climático no es una amenaza lejana o hipotética; es una emergencia sanitaria que escala aceleradamente. La industria farmacéutica tiene la responsabilidad moral de actuar. Para hacerlo con eficacia, las empresas deben adelantarse a los acontecimientos y proporcionar tratamientos vitales que salven vidas a quienes se encuentran en la primera línea de la crisis climática.

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