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El camino al fascismo

NUEVA YORK – Dicen que la economía es la ciencia lúgubre, y 2023 le dará la razón al apodo. Estamos a merced de dos cataclismos que sencillamente están fuera de nuestro control. El primero es la pandemia de COVID‑19, que sigue amenazándonos con nuevas variantes más letales, contagiosas o resistentes a las vacunas. Pandemia que ha sido mal manejada en particular por China, sobre todo por no haber inoculado a sus ciudadanos las vacunas más eficaces de ARNm (fabricadas en Occidente).

El segundo cataclismo es la guerra de agresión de Rusia en Ucrania. El conflicto no tiene final a la vista, y puede escalar o producir efectos derrame aún mayores. De uno u otro modo, es casi seguro que habrá nuevas perturbaciones en los precios de la energía y de los alimentos. Y como si todo esto fuera poco, hay abundantes razones para temer que la respuesta de las autoridades convierta una situación mala en una situación peor.

Sobre todo, es posible que la Reserva Federal de los Estados Unidos suba los tipos de interés más de la cuenta y demasiado rápido. La inflación actual se debe en gran medida a restricciones de suministro, que en algunos casos ya están en proceso de resolverse. En este contexto, subir los tipos de interés puede ser contraproducente. No generará más alimentos, petróleo o gas, pero hará más difícil movilizar inversiones que ayudarían a aliviar dichas restricciones.

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