KIEV: Chernobyl, la planta nuclear más famosa del mundo, será cerrada el día de hoy, catorce años después de que lanzó nubes de polvo radiactivo a la atmósfera. En ese entonces, Ucrania se convirtió en el centro de la atención mundial, pero los ucranianos se enteraron del desastre mucho tiempo después que el resto del planeta. Recuerdo con perfecta claridad esa trágica tarde de sábado, caminando por las calles de Kiev con mi hija de seis años, ajenos al peligro.
Chernobyl cambió a Ucrania para siempre, y fue el catalizador para la caida de la Unión Soviética. En última instancia, Chernobyl cambió al mundo. Ahora que Chernobyl cerrará para siempre, la atención global regresa a Ucrania, pero esta vez con esperanza y no con temor.
No es fácil cerrar una fuente vital de energía eléctrica, que es lo que Chernobyl sigue siendo, sobre todo ahora que tenemos el invierno en puerta. La infraestructura de energía en Ucrania es débil y la pérdida del 8-10% de nuestra producción de energía eléctrica y de 100 millones de dólares en ingresos habrá de poner aún más presión sobre el sistema.
También debemos encarar la responsabilidad que implica dejar a los trabajadores de Chernobyl sin empleo y privar a la vecina ciudad de Slavutych (con una población de 28,000 habitantes) de su fuente principal de ingresos. Además, tenemos que seguir ocupándonos de los problemas técnicos y ecológicos que plantea el sarcófago de Chernobyl, y manteniendo la seguridad de las plantas nucleares que siguen operando en Ucrania, incluyendo lo que queda de Chernobyl.
En los últimos años, Ucrania ha financiado por sí sola el costo de enfrentar el desastre de Chernobyl, gastando consistentemente el 5-10% de nuestro presupuesto nacional para ese fin. Ocuparse de las secuelas del desastre seguirá siendo una carga financiera aun después del cierre de la planta.
Sin embargo, cerrar la planta demuestra que cumplimos nuestras promesas. Nos comprometimos a cerrar Chernobyl este año en un acuerdo con los países del G-7 y la Comisión Europea. El cierre del último reactor que quedaba en Chernobyl, creo, debe marcar el inicio de una nueva fase de cooperación con la Unión Europea y los países del G-7.
At a time of escalating global turmoil, there is an urgent need for incisive, informed analysis of the issues and questions driving the news – just what PS has always provided.
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El cierre de Chernobyl puede ser el episodio más dramático, pero sólo es uno más en nuestros esfuerzos de reforma. Cuando obtuvimos nuestra independencia, el mundo esperaba grandes cosas de Ucrania. A lo largo de una década, el mundo parecía habernos olvidado. Ahora, por fin, tenemos la oportunidad de salir de la espiral descendiente de deterioro económico. Por fin, nuestra sociedad y nuestra economía van camino al crecimiento y el desarrollo.
Después de que las fuerzas pro-reforma aseguraron su victoria en las elecciones presidenciales del año pasado, todas las ramas del gobierno empezaron a cooperar para fortalecer la democracia y la economía de mercado en Ucrania. Por primera vez desde la independencia, Ucrania logró un crecimiento del 12.5% de la producción industrial en los 11 primeros meses del 2000, y el PNB ha crecido 5.4% este año.
Hubo que tomar decisiones duras, entre ellas algunas en el sector de la energía. Los pagos en especie –que sofocaban el mercado energético—fueron eliminados, al igual que los incentivos fiscales y otros privilegios que inclinaban la balanza en favor de unos cuantos.
También estamos haciendo todo lo posible con el fin de que Ucrania resulte atractiva para los inversionistas extranjeros. En el sector energía, estamos privatizando todas las distribuidoras que eran propiedad del Estado. Contamos con la asistencia de asesores occidentales para asegurar una transparencia total en el proceso de licitación y con el objeto de eliminar problemas que experimentamos en el pasado. Nuestra intención es atraer a las grandes compañías occidentales con experiencia en este campo como inversionistas estratégicos. De hecho, diez de las empresas internacionales líder participarán en el proceso de privatización del primer grupo de compañías.
Para finales del próximo año, privatizaremos 12 compañías más. Esta puede ser la privatización más grande que se haya intentado jamás en el mercado energético europeo. Nuestras compañías dan servicio a un territorio del tamaño de Francia; todas serán privatizadas.
Por supuesto, hay resistencia a estas reformas, principalmente por parte de los oligarcas que se benefician de la falta de transparencia y que utilizan su acceso privilegiado a los recursos del Estado para favorecer sus intereses empresariales. Al eliminar el trueque y exigir pago en efectivo, redujimos sus oportunidades para beneficiarse a costa del Estado.
Aunque tenemos la capacidad y la voluntad para seguir luchando contra la corrupción, no podemos hacer todo solos. El apoyo internacional para nuestros esfuerzos es crucial. En este sentido, la decisión reciente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) de otorgar 215 millones de dólares para terminar las plantas nucleares de Rivne y Khmelnytsky, que compensarán la pérdida de la capacidad de generación de Chernobyl, es un signo positivo. Euratom también está contribuyendo con un crédito de 585 millones de dólares para financiar las reparaciones en las plantas nucleares que actualmente funcionan en Ucrania.
A cambio, Ucrania cumplirá con su parte del trato: además de cerrar Chernobyl, adoptaremos los estándares de seguridad nuclear occidentales y renovaremos nuestra cooperación con el FMI. Todavía necesitamos que otras instituciones financieras confirmen su participación.
El cierre de Chernobyl no eliminará la amenaza. Nuestra población no podrá vivir en un espacio de miles de hectáreas de tierra contaminada durante cientos de años. El sarcófago de concreto que se construyó sobre el reactor destruido debe renovarse. Damos las gracias a todos los países donantes que, junto con las contribuciones de nuestro presupuesto, ayudaron a reunir los 760 millones de dólares necesarios para que el sarcófago sea más seguro.
En última instancia, el legado de Chernobyl no pertencece únicamente a Ucrania, porque el nuestro es un país situado en el corazón de Europa. Somos una nación europea. Sabemos que nadie hará por nosotros las reformas que necesitamos. Sin embargo, el Occidente puede agilizar y ayudar a que nuestros esfuerzos sean más fáciles, como en el caso del cierre de Chernobyl. La cooperación entre Ucrania y el Occidente, sin que exista un desastre en el que haya que concentrarse, traerá beneficios para todos.
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US President Donald Trump’s import tariffs have triggered a wave of retaliatory measures, setting off a trade war with key partners and raising fears of a global downturn. But while Trump’s protectionism and erratic policy shifts could have far-reaching implications, the greatest victim is likely to be the United States itself.
warns that the new administration’s protectionism resembles the strategy many developing countries once tried.
It took a pandemic and the threat of war to get Germany to dispense with the two taboos – against debt and monetary financing of budgets – that have strangled its governments for decades. Now, it must join the rest of Europe in offering a positive vision of self-sufficiency and an “anti-fascist economic policy.”
welcomes the apparent departure from two policy taboos that have strangled the country's investment.
KIEV: Chernobyl, la planta nuclear más famosa del mundo, será cerrada el día de hoy, catorce años después de que lanzó nubes de polvo radiactivo a la atmósfera. En ese entonces, Ucrania se convirtió en el centro de la atención mundial, pero los ucranianos se enteraron del desastre mucho tiempo después que el resto del planeta. Recuerdo con perfecta claridad esa trágica tarde de sábado, caminando por las calles de Kiev con mi hija de seis años, ajenos al peligro.
Chernobyl cambió a Ucrania para siempre, y fue el catalizador para la caida de la Unión Soviética. En última instancia, Chernobyl cambió al mundo. Ahora que Chernobyl cerrará para siempre, la atención global regresa a Ucrania, pero esta vez con esperanza y no con temor.
No es fácil cerrar una fuente vital de energía eléctrica, que es lo que Chernobyl sigue siendo, sobre todo ahora que tenemos el invierno en puerta. La infraestructura de energía en Ucrania es débil y la pérdida del 8-10% de nuestra producción de energía eléctrica y de 100 millones de dólares en ingresos habrá de poner aún más presión sobre el sistema.
También debemos encarar la responsabilidad que implica dejar a los trabajadores de Chernobyl sin empleo y privar a la vecina ciudad de Slavutych (con una población de 28,000 habitantes) de su fuente principal de ingresos. Además, tenemos que seguir ocupándonos de los problemas técnicos y ecológicos que plantea el sarcófago de Chernobyl, y manteniendo la seguridad de las plantas nucleares que siguen operando en Ucrania, incluyendo lo que queda de Chernobyl.
En los últimos años, Ucrania ha financiado por sí sola el costo de enfrentar el desastre de Chernobyl, gastando consistentemente el 5-10% de nuestro presupuesto nacional para ese fin. Ocuparse de las secuelas del desastre seguirá siendo una carga financiera aun después del cierre de la planta.
Sin embargo, cerrar la planta demuestra que cumplimos nuestras promesas. Nos comprometimos a cerrar Chernobyl este año en un acuerdo con los países del G-7 y la Comisión Europea. El cierre del último reactor que quedaba en Chernobyl, creo, debe marcar el inicio de una nueva fase de cooperación con la Unión Europea y los países del G-7.
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Después de que las fuerzas pro-reforma aseguraron su victoria en las elecciones presidenciales del año pasado, todas las ramas del gobierno empezaron a cooperar para fortalecer la democracia y la economía de mercado en Ucrania. Por primera vez desde la independencia, Ucrania logró un crecimiento del 12.5% de la producción industrial en los 11 primeros meses del 2000, y el PNB ha crecido 5.4% este año.
Hubo que tomar decisiones duras, entre ellas algunas en el sector de la energía. Los pagos en especie –que sofocaban el mercado energético—fueron eliminados, al igual que los incentivos fiscales y otros privilegios que inclinaban la balanza en favor de unos cuantos.
También estamos haciendo todo lo posible con el fin de que Ucrania resulte atractiva para los inversionistas extranjeros. En el sector energía, estamos privatizando todas las distribuidoras que eran propiedad del Estado. Contamos con la asistencia de asesores occidentales para asegurar una transparencia total en el proceso de licitación y con el objeto de eliminar problemas que experimentamos en el pasado. Nuestra intención es atraer a las grandes compañías occidentales con experiencia en este campo como inversionistas estratégicos. De hecho, diez de las empresas internacionales líder participarán en el proceso de privatización del primer grupo de compañías.
Para finales del próximo año, privatizaremos 12 compañías más. Esta puede ser la privatización más grande que se haya intentado jamás en el mercado energético europeo. Nuestras compañías dan servicio a un territorio del tamaño de Francia; todas serán privatizadas.
Por supuesto, hay resistencia a estas reformas, principalmente por parte de los oligarcas que se benefician de la falta de transparencia y que utilizan su acceso privilegiado a los recursos del Estado para favorecer sus intereses empresariales. Al eliminar el trueque y exigir pago en efectivo, redujimos sus oportunidades para beneficiarse a costa del Estado.
Aunque tenemos la capacidad y la voluntad para seguir luchando contra la corrupción, no podemos hacer todo solos. El apoyo internacional para nuestros esfuerzos es crucial. En este sentido, la decisión reciente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) de otorgar 215 millones de dólares para terminar las plantas nucleares de Rivne y Khmelnytsky, que compensarán la pérdida de la capacidad de generación de Chernobyl, es un signo positivo. Euratom también está contribuyendo con un crédito de 585 millones de dólares para financiar las reparaciones en las plantas nucleares que actualmente funcionan en Ucrania.
A cambio, Ucrania cumplirá con su parte del trato: además de cerrar Chernobyl, adoptaremos los estándares de seguridad nuclear occidentales y renovaremos nuestra cooperación con el FMI. Todavía necesitamos que otras instituciones financieras confirmen su participación.
El cierre de Chernobyl no eliminará la amenaza. Nuestra población no podrá vivir en un espacio de miles de hectáreas de tierra contaminada durante cientos de años. El sarcófago de concreto que se construyó sobre el reactor destruido debe renovarse. Damos las gracias a todos los países donantes que, junto con las contribuciones de nuestro presupuesto, ayudaron a reunir los 760 millones de dólares necesarios para que el sarcófago sea más seguro.
En última instancia, el legado de Chernobyl no pertencece únicamente a Ucrania, porque el nuestro es un país situado en el corazón de Europa. Somos una nación europea. Sabemos que nadie hará por nosotros las reformas que necesitamos. Sin embargo, el Occidente puede agilizar y ayudar a que nuestros esfuerzos sean más fáciles, como en el caso del cierre de Chernobyl. La cooperación entre Ucrania y el Occidente, sin que exista un desastre en el que haya que concentrarse, traerá beneficios para todos.