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Inteligencia Artificial para el desarrollo humano

SAN FRANCISCO – El entusiasmo actual en torno a la inteligencia artificial no solo refleja el modo en que las aplicaciones de IA podrían transformar las empresas y las economías, sino también la expectativa de que pueda dar respuesta a retos como el cáncer y el cambio climático. Obviamente, la idea de que pueda revolucionar el bienestar humano es atractiva, pero ¿cuán realista es?

Para responder a esa pregunta, el McKinsey Global Institute ha examinado más de 150 escenarios en que la IA se aplica o podría aplicarse para el bien común. Llegamos a la conclusión de que la IA podría convertirse en una potente contribución para resolver muchos tipos de desafíos de la sociedad, pero no es un remedio mágico… al menos no todavía. Si bien su alcance es amplio, antes de que se materialicen sus beneficios a escala global es necesario superar los obstáculos y riesgos de su aplicación.

No hay dudas de que la IA ya está cambiando la manera en que enfrentamos los retos para el desarrollo humano. Por ejemplo, en 2017 el software de detección de objetos y las imágenes por satélite ayudaron a los rescatadores en Houston mientras se desplazaban por los efectos del Huracán Harvey. En África, los algoritmos han ayudado a reducir la caza furtiva en parques naturales. En Dinamarca, se usan programas de reconocimiento de voz para detectar si en las llamadas de emergencia los pacientes están sufriendo un paro cardíaco. Y en el MIT Media Lab, en los alrededores de Boston, los investigadores han recurrido al “refuerzo educativo” en ensayos clínicos simulados en que participan pacientes con glioblastoma, la forma más agresiva de cáncer cerebral, para reducir las dosis de quimioterapia.

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