SINGAPUR – El cambio climático es el desafío por excelencia que enfrenta la humanidad. Sin embargo, el próximo presidente de Estados Unidos -el segundo emisor más grande del mundo de gases de tipo invernadero y un actor crítico en la política climática- no cree que el cambio climático exista, o al menos que los seres humanos tengan algo que ver con su desarrollo. Si Donald Trump en verdad quiere hacer que "Estados Unidos vuelva a ser grande", como manifestaba su eslogan de campaña, necesitará cambiar su actitud y abrazar la agenda climática.
Hasta el momento, la situación no parece alentadora. A pesar de una montaña de datos científicos, Trump sostiene que no hay evidencia de que los seres humanos contribuyan al calentamiento global. Una vez inclusive llegó a calificar al cambio climático de "engaño", inventado por los chinos para hacer que la industria estadounidense fuera menos competitiva (aunque luego se retractó de esa acusación). Sin embargo, no ha repensado su escepticismo más amplio sobre el cambio climático impulsado por los seres humanos.
En esta línea de pensamiento, Trump ha anunciado su intención de revertir los límites de emisiones de carbono para las centrales eléctricas impulsadas a carbón, aumentar la producción de combustibles fósiles y reducir el apoyo a la energía eólica y solar. También ha prometido retirar a Estados Unidos del acuerdo sobre cambio climático global concluido el pasado mes de diciembre en París. Una marcha atrás de estas características sería catastrófica para los esfuerzos globales destinados a enfrentar el cambio climático.
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With elevated global inflation likely to persist for some time, the prospect of competitive exchange-rate appreciations is looming larger. Instead of a race to the bottom in the currency market, there may be a scramble to the top – and poorer countries will likely suffer the most.
warns that a series of competitive exchange-rate appreciations would hurt poorer economies the most.
Neither the invasion of Ukraine nor the deepening cold war between the West and China came out of the blue. The world has been increasingly engaged over the past half-decade, or longer, in a struggle between two diametrically opposed systems of governance: open society and closed society.
frames the war in Ukraine as the latest battle for open-society ideals – one that implicates China as well.
Shlomo Ben-Ami
highlights the lessons countries like China and Iran are drawing from Vladimir Putin’s aggression, offers advice to Ukrainian peace negotiators, and considers the wisdom of Finland and Sweden's NATO membership.
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SINGAPUR – El cambio climático es el desafío por excelencia que enfrenta la humanidad. Sin embargo, el próximo presidente de Estados Unidos -el segundo emisor más grande del mundo de gases de tipo invernadero y un actor crítico en la política climática- no cree que el cambio climático exista, o al menos que los seres humanos tengan algo que ver con su desarrollo. Si Donald Trump en verdad quiere hacer que "Estados Unidos vuelva a ser grande", como manifestaba su eslogan de campaña, necesitará cambiar su actitud y abrazar la agenda climática.
Hasta el momento, la situación no parece alentadora. A pesar de una montaña de datos científicos, Trump sostiene que no hay evidencia de que los seres humanos contribuyan al calentamiento global. Una vez inclusive llegó a calificar al cambio climático de "engaño", inventado por los chinos para hacer que la industria estadounidense fuera menos competitiva (aunque luego se retractó de esa acusación). Sin embargo, no ha repensado su escepticismo más amplio sobre el cambio climático impulsado por los seres humanos.
En esta línea de pensamiento, Trump ha anunciado su intención de revertir los límites de emisiones de carbono para las centrales eléctricas impulsadas a carbón, aumentar la producción de combustibles fósiles y reducir el apoyo a la energía eólica y solar. También ha prometido retirar a Estados Unidos del acuerdo sobre cambio climático global concluido el pasado mes de diciembre en París. Una marcha atrás de estas características sería catastrófica para los esfuerzos globales destinados a enfrentar el cambio climático.
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