leonard78_ LUDOVIC MARINAFP via Getty Images_macronlepen Ludovic Marin/AFP via Getty Images

El problema de poder blando de Europa

BERLÍN – La crisis de Ucrania está mostrando que la Unión Europea tiene un problema con el poder. Si bien hace poco que su déficit de poder blando pasó a ocupar el centro de la atención, sus insuficiencias filosóficas y políticas son una preocupación aún mayor. Después de todo, dado el Zeitenwende (“punto de inflexión” en asuntos exteriores) de Alemania, los debates de Finlandia y Suecia en torno a entrar en la OTAN y el tamaño de las promesas de gasto militar europeas, es muy probable que pronto el continente acabe poseyendo más recursos militares que cualquier otra región, con excepción de Estados Unidos. Pero, incluso entonces, seguirá teniendo un problema de poder blando.

Europa ha dado origen a dos proyectos de construcción de identidad que causan un profundo rechazo en el resto del mundo. Cada uno de ellos estuvo representado en la segunda ronda de las presidenciales francesas, en que el actual Presidente Emmanuel Macron derrotó a la candidata nacionalista de extrema derecha Marine Le Pen y logró un segundo mandato.

Macron enmarcó la campaña como una decisión sobre qué tipo de civilización quiere representar Francia (y Europa). Retrató a su país como la máxima encarnación de la virtud cívica ilustrada. Para él (y para europeos como yo), el proyecto europeo es un elaborado intento de trascender la sangrienta historia de continente, plagada de nacionalismos, imperialismos y genocidios. La UE apunta a forjar una nueva identidad europea, sustentada en principios cívicos como el derecho internacional (contra “el poder decide lo correcto”), la democracia liberal (contra el mayoritarismo populista), la privacidad (contra “el capitalismo de vigilancia”) y los derechos humanos (contra el estado de vigilancia).

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