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Oriente Medio necesita un cese del fuego ya

JERUSALÉN– Es difícil imaginar que alguien en el Levante o en Oriente Medio en general haya logrado dormir el sábado por la noche, cuando Irán lanzó cientos de drones y misiles balísticos hacia sitios estratégicos en Israel y asentamientos israelíes en la zona ocupada de Cisjordania.

Casi todos los drones y misiles fueron interceptados antes de que alcanzaran sus objetivos, como resultado de un esfuerzo coordinado de Estados Unidos, Israel, Jordania y el Reino Unido. Lo que desató el ataque del sábado fue el bombardeo por parte de Israel del consulado iraní en Damasco el 1 de abril, en el que murieron 13 personas, entre ellas varios miembros de alto rango de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Este acto, una clara violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, obligó a la República Islámica a responder.

Irán optó por atacar a Israel de manera directa, una decisión motivada, probablemente, por el deseo de defender su orgullo nacional después del ataque a su consulado que, según la Convención de Viena, es el territorio soberano de la República Islámica.

Paradójicamente, esta escalada peligrosa ofrece una oportunidad única para un cese del fuego regional -que, potencialmente, pondría fin a la guerra entre Israel y Hamas, impidiendo un enfrentamiento militar directo entre Israel e Irán y frenando los ataques de los hutíes de Yemen a buques comerciales en el Mar Rojo-. Como ambas partes ya han demostrado sus capacidades militares, y suponiendo que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, acataría la advertencia del presidente norteamericano, Joe Biden, de no tomar represalias contra Irán, la región podría volver a un equilibrio tenso. Como demostró la Guerra Fría, un equilibrio del terror puede actuar como un disuasor potente, fomentando la paz y la estabilidad. 

Pero para capitalizar esta ventana estrecha de oportunidad, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debe aprobar una resolución robusta y vinculante que exija un cese del fuego regional. Además de a Israel e Irán, esta resolución debería aplicarse a todos los países de la región y a los terceros que participan del combate.

Asimismo, esta resolución vinculante debe abordar la cuestión central que motiva la oleada actual de inestabilidad regional -la guerra en Gaza-. En línea con su resolución previa del 25 de marzo, de la cual Estados Unidos se abstuvo, el Consejo de Seguridad debe exigir un cese inmediato de los bombardeos continuos de Gaza por parte de Israel y la liberación de todos los rehenes y detenidos israelíes. Al exigir que ambas partes “cumplan con sus obligaciones bajo el derecho internacional en relación con todas las personas que detienen”, la resolución también podría facilitar una liberación de los palestinos detenidos por Israel.

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Contrariamente a los argumentos de algunos representantes de Estados Unidos, la resolución del 25 de marzo era vinculante. Pero dado el riesgo de una guerra sin cuartel, el Consejo de Seguridad debe redactar y votar de inmediato una nueva resolución, bajo el Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, que abarque a toda la región. La nueva resolución debería apuntar a facilitar una solución permanente y justa del conflicto palestino-israelí, ofreciendo una hoja de ruta detallada para establecer un estado palestino independiente basado en las fronteras de 1967. Como ha manifestado Arabia Saudita, un “camino creíble hacia una solución” es una precondición para normalizar las relaciones con Israel.

En los últimos seis meses, la administración Biden ha respaldado incondicionalmente a Israel, inclusive a costa de perder respaldo político entre los votantes progresistas y de origen árabe. Ahora, los responsables de las políticas en Estados Unidos deben hacer que el gobierno israelí entienda que no tolerarán mayores demoras o maniobras astutas en lo que concierne a la búsqueda de la paz.

Sin duda, la reconstrucción de Gaza llevará años y exigirá un esfuerzo internacional significativo. Pero alcanzar un cese del fuego regional que sea efectivo y ejecutable es un primer paso crucial. Si esto no se logra, se corre el riesgo de perpetuar un ciclo de guerra interminable y un sufrimiento que no beneficia a nadie, especialmente a los palestinos e israelíes, que están hartos de este conflicto que ya lleva décadas.

El bombardeo del consulado iraní y el ataque vengativo de Irán contra Israel subrayan el costo potencial de una guerra regional. Si no se aprovecha esta oportunidad crítica de poder frenar la escalada, la región podría quedar rezagada durante décadas. Garantizar un cese del fuego regional inmediato debe ser la máxima prioridad de la comunidad internacional.

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