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Las crisis de hoy son diferentes

BOGOTÁ – Así como una generación cede paso a la otra, una nueva cohorte de desafíos globales reemplaza a la anterior. Hechos infrecuentes como la pandemia de COVID‑19 (y el riesgo de aparición en cualquier momento de nuevos virus peligrosos) no son el único ejemplo. Los fenómenos meteorológicos extremos derivados del cambio climático ya tienen consecuencias catastróficas. La tecnología de la información y los datos a veces se usan con fines maliciosos o ciberbélicos. Incluso el encarecimiento actual de los alimentos y el aumento del hambre mundial se pueden vincular con una diseminación insuficiente de tecnologías de código abierto.

Parece que vivimos en un estado permanente de peligro. Las crisis ya no son acontecimientos improbables y aislados que afectan a unos pocos. Son mucho más frecuentes, multidimensionales e interdependientes; y al trascender las fronteras nacionales, tienen potencial para afectar a todo el mundo al mismo tiempo. Además, implican tantas externalidades que ni los mercados ni los gobiernos nacionales tienen incentivos suficientes para resolverlas.

Las soluciones a estos problemas dependen de la disponibilidad de bienes públicos globales; pero el sistema internacional actual es incapaz de proveer un suministro suficiente. Necesitamos grandes inversiones coordinadas en preparación y respuesta frente a pandemias, por ejemplo, o para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (un mal público global), porque ningún país actuando por separado podrá resolver las crisis actuales, menos aún prevenir otras nuevas.

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