BALI – En noviembre, cientos de jefes de estado y directores ejecutivos de corporaciones multinacionales se reunieron en Bali, Indonesia. Para la cumbre de negocios global del B20. El temario de este año giró en torno a tres objetivos interconectados: la sostenibilidad, la inclusión y el crecimiento económico.
Lejos de estar en conflicto entre sí, estas tres metas se podrían reforzar recíprocamente. Un mundo sostenible podría contener el avance del cambio climático y preservar el capital natural y la biodiversidad. La inclusividad podría crear oportunidades económicas y un progreso para todos. Y, si bien algunos creen que el crecimiento económico no es compatible con la lucha contra el cambio climático, es necesario producir los recursos financieros que se precisan para crear un mundo sostenible e inclusivo, siempre y cuando estos se usen correctamente.
Para hacernos una idea de la dimensión de los desafíos que nos aguardan, examinamos dos indicadores de importancia crucial. Primero, medimos la brecha de sostenibilidad, que es la inversión adicional en tecnología de bajas emisiones que todo país debe hacer para alcanzar las cero emisiones netas en 2050. Puesto que el planeta está en camino de agotar su “presupuesto de carbono” -la cantidad de dióxido de carbono que puede emitir sin causar niveles peligrosos de calentamiento global- para 2030, queda muy poco tiempo para hacer esas inversiones esenciales. La transición a una economía de cero emisiones hará necesario tomar pasos decisivos para fines de esta década.
El otro indicador, que llamamos la brecha de empoderamiento, equivale al nivel de consumo necesario para satisfacer necesidades básicas como la alimentación y la energía, tener ingresos de libre disposición más allá de lo esencial, y poder salir de situaciones de emergencia. Según nuestros cálculos, la línea de empoderamiento es de $11 por persona por día en los países de menores ingresos y $55 en aquellos de ingresos más altos (con la paridad de poder de compra de 2011). Si cada hogar del planeta alcanzara para 2030 ese nivel de consumo, para 2050 cada adulto saldría de la pobreza y habría alcanzado la seguridad económica. Pero, aquí también, el mundo tendría que realizar cambios drásticos antes de que acabe esta década.
El crecimiento económico nos podría ayudar a alcanzar ambos objetivos. Los gobiernos podrían destinar parte del ingreso resultante a hacer que los hogares más pobres se integren a la clase media global, al tiempo que destinan otra parte en proyectos de infraestructura verde.
En todo caso, los estudios que presentamos en la cumbre del G20 sugieren que, por sí solo, el crecimiento no será suficiente para cerrar las brechas de sostenibilidad y empoderamiento. Si los países y regiones estudiados mantuvieran sus niveles de gasto actuales, pocos podrían cerrar más de la mitad de su brecha de empoderamiento para 2030, y ninguno más de la mitad de la de sostenibilidad. Por ejemplo, estimamos que en el caso de Estados Unidos serían necesarios $5 billones para cerrar la brecha del empoderamiento, y $5,6 billones para la de sostenibilidad. Si la economía estadounidense creciera a un ritmo anual de un 2,1% durante el resto de la década, el país cerraría apenas un 36% de su brecha de empoderamiento y un 7% de la de sostenibilidad para 2030.
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La situación es muy distinta en el África subsahariana, área en que estimamos que la brecha de empoderamiento es mucho mayor, con $10,3 billones, y la de sostenibilidad es de unos $600 mil millones. Con las proyecciones actuales, se espera que el crecimiento cierre apenas un 6% de la brecha de empoderamiento y un 25% de la de sostenibilidad.
Para cerrar esas brechas, habría que impulsar el crecimiento con fuerzas adicionales. Para comenzar, la innovación liderada por las empresas podría alterar el actual modelo de crecimiento de maneras que lo orienten más a la inclusión y la sostenibilidad. Las grandes compañías basadas en los países del G20 destinan más de $2 billones al año en investigación y desarrollo y, en consecuencia, tienen un papel crucial que desempeñar en el desarrollo de nuevas tecnologías y soluciones que reduzcan los costes de la transición a la sostenibilidad.
Y cuando estas compañías encuentren cómo reducir el coste de la infraestructura de bajas emisiones, podrían ayudar a reorientar el crecimiento hacia la sostenibilidad, al cambiar las preferencias de los consumidores hacia productos ecológicos, como lo han hecho en los últimos años los fabricantes de vehículos eléctricos. Al mismo tiempo, si lo acompañan con estrategias y políticas públicas que fomenten la educación, la formación, el cuidado infantil, la atención de salud y la contratación inclusiva, este tipo de innovación podría ayudar a cerrar la brecha del empoderamiento al elevar los ingresos de los trabajadores.
Los gobiernos y la filantropía también podrían canalizar incentivos y recursos públicos para promover la sostenibilidad y la inclusión. Por ejemplo, los gobiernos podrían movilizar más capitales privados para proyectos sostenibles si invierten en ellos, en un enfoque conocido como financiación mixta. Además, para cerrar la brecha de la sostenibilidad se podría estimular a los inversionistas con subsidios a proyectos con bajas emisiones de carbono e impuestos al carbono.
Como alternativa, los gobiernos podrían usar pagos de transferencias directas para hacer que más hogares se eleven por sobre la línea del empoderamiento.
Por desgracia, no es posible cerrar de inmediato las brechas de sostenibilidad y empoderamiento que sufre el mundo. Pero eso debiera ser una consigna para actuar, no para quedarse sin hacer nada. Las compañías no solo deben aceptar el desafío e innovar, sino que además deben aprovechar las incontables oportunidades que ya existen. De manera similar, los gobiernos y los filántropos deberían centrarse en áreas que los mercados no alcancen a cubrir. Si las empresas, el público y los sectores sociales trabajan juntos, podrían generar el crecimiento sostenible e inclusivo que el mundo necesita tan urgentemente.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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BALI – En noviembre, cientos de jefes de estado y directores ejecutivos de corporaciones multinacionales se reunieron en Bali, Indonesia. Para la cumbre de negocios global del B20. El temario de este año giró en torno a tres objetivos interconectados: la sostenibilidad, la inclusión y el crecimiento económico.
Lejos de estar en conflicto entre sí, estas tres metas se podrían reforzar recíprocamente. Un mundo sostenible podría contener el avance del cambio climático y preservar el capital natural y la biodiversidad. La inclusividad podría crear oportunidades económicas y un progreso para todos. Y, si bien algunos creen que el crecimiento económico no es compatible con la lucha contra el cambio climático, es necesario producir los recursos financieros que se precisan para crear un mundo sostenible e inclusivo, siempre y cuando estos se usen correctamente.
Para hacernos una idea de la dimensión de los desafíos que nos aguardan, examinamos dos indicadores de importancia crucial. Primero, medimos la brecha de sostenibilidad, que es la inversión adicional en tecnología de bajas emisiones que todo país debe hacer para alcanzar las cero emisiones netas en 2050. Puesto que el planeta está en camino de agotar su “presupuesto de carbono” -la cantidad de dióxido de carbono que puede emitir sin causar niveles peligrosos de calentamiento global- para 2030, queda muy poco tiempo para hacer esas inversiones esenciales. La transición a una economía de cero emisiones hará necesario tomar pasos decisivos para fines de esta década.
El otro indicador, que llamamos la brecha de empoderamiento, equivale al nivel de consumo necesario para satisfacer necesidades básicas como la alimentación y la energía, tener ingresos de libre disposición más allá de lo esencial, y poder salir de situaciones de emergencia. Según nuestros cálculos, la línea de empoderamiento es de $11 por persona por día en los países de menores ingresos y $55 en aquellos de ingresos más altos (con la paridad de poder de compra de 2011). Si cada hogar del planeta alcanzara para 2030 ese nivel de consumo, para 2050 cada adulto saldría de la pobreza y habría alcanzado la seguridad económica. Pero, aquí también, el mundo tendría que realizar cambios drásticos antes de que acabe esta década.
El crecimiento económico nos podría ayudar a alcanzar ambos objetivos. Los gobiernos podrían destinar parte del ingreso resultante a hacer que los hogares más pobres se integren a la clase media global, al tiempo que destinan otra parte en proyectos de infraestructura verde.
En todo caso, los estudios que presentamos en la cumbre del G20 sugieren que, por sí solo, el crecimiento no será suficiente para cerrar las brechas de sostenibilidad y empoderamiento. Si los países y regiones estudiados mantuvieran sus niveles de gasto actuales, pocos podrían cerrar más de la mitad de su brecha de empoderamiento para 2030, y ninguno más de la mitad de la de sostenibilidad. Por ejemplo, estimamos que en el caso de Estados Unidos serían necesarios $5 billones para cerrar la brecha del empoderamiento, y $5,6 billones para la de sostenibilidad. Si la economía estadounidense creciera a un ritmo anual de un 2,1% durante el resto de la década, el país cerraría apenas un 36% de su brecha de empoderamiento y un 7% de la de sostenibilidad para 2030.
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La situación es muy distinta en el África subsahariana, área en que estimamos que la brecha de empoderamiento es mucho mayor, con $10,3 billones, y la de sostenibilidad es de unos $600 mil millones. Con las proyecciones actuales, se espera que el crecimiento cierre apenas un 6% de la brecha de empoderamiento y un 25% de la de sostenibilidad.
Para cerrar esas brechas, habría que impulsar el crecimiento con fuerzas adicionales. Para comenzar, la innovación liderada por las empresas podría alterar el actual modelo de crecimiento de maneras que lo orienten más a la inclusión y la sostenibilidad. Las grandes compañías basadas en los países del G20 destinan más de $2 billones al año en investigación y desarrollo y, en consecuencia, tienen un papel crucial que desempeñar en el desarrollo de nuevas tecnologías y soluciones que reduzcan los costes de la transición a la sostenibilidad.
Y cuando estas compañías encuentren cómo reducir el coste de la infraestructura de bajas emisiones, podrían ayudar a reorientar el crecimiento hacia la sostenibilidad, al cambiar las preferencias de los consumidores hacia productos ecológicos, como lo han hecho en los últimos años los fabricantes de vehículos eléctricos. Al mismo tiempo, si lo acompañan con estrategias y políticas públicas que fomenten la educación, la formación, el cuidado infantil, la atención de salud y la contratación inclusiva, este tipo de innovación podría ayudar a cerrar la brecha del empoderamiento al elevar los ingresos de los trabajadores.
Los gobiernos y la filantropía también podrían canalizar incentivos y recursos públicos para promover la sostenibilidad y la inclusión. Por ejemplo, los gobiernos podrían movilizar más capitales privados para proyectos sostenibles si invierten en ellos, en un enfoque conocido como financiación mixta. Además, para cerrar la brecha de la sostenibilidad se podría estimular a los inversionistas con subsidios a proyectos con bajas emisiones de carbono e impuestos al carbono.
Como alternativa, los gobiernos podrían usar pagos de transferencias directas para hacer que más hogares se eleven por sobre la línea del empoderamiento.
Por desgracia, no es posible cerrar de inmediato las brechas de sostenibilidad y empoderamiento que sufre el mundo. Pero eso debiera ser una consigna para actuar, no para quedarse sin hacer nada. Las compañías no solo deben aceptar el desafío e innovar, sino que además deben aprovechar las incontables oportunidades que ya existen. De manera similar, los gobiernos y los filántropos deberían centrarse en áreas que los mercados no alcancen a cubrir. Si las empresas, el público y los sectores sociales trabajan juntos, podrían generar el crecimiento sostenible e inclusivo que el mundo necesita tan urgentemente.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen