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La lucha por el alma de Pakistán

CAMBRIDGE – A medida que su ejército enfrenta, de manera cada vez más sangrienta, a los talibanes en el Valle de Swat, Pakistán lucha por su alma misma. El ejército parece estar ganando esta vez, en marcado contraste con sus recientes confrontaciones a medias con las fuerzas talibanes en las áreas tribales vecinas.

Por ahora, los talibanes están en fuga, con sus barbas afeitadas y algunos en burqas , para evitar ser reconocidos y abatidos. La razón es simple: cada vez más, la gente de Pakistán apoya el operativo militar, apoyo que persiste a pesar del terrible coste humanitario: más de 1,5 millones de refugiados internos.

Esta ronda de combates estuvo precedida por una calma negociada, con la que el gobierno buscaba acallar a los militantes de las áreas tribales de Pakistán a través de un acuerdo con el líder talibán, Sufi Mohammad. El acuerdo, que instituyó una versión de la sharia en la región, a cambio del compromiso de que los militantes depusieran las armas, tuvo el beneplácito del Partido Nacional Awami (ANP), comparativamente liberal, que gobierna la Provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP), donde se ubica Swat.

No obstante, las promesas de los talibanes de que tendrían un perfil más bajo terminaron en dos incidentes que pusieron en evidencia su verdadero rostro. Primero, los canales noticiosos privados difundieron por todo el país un vídeo grabado con un teléfono móvil en que se veía la flagelación pública de una chica de 17 años en Swat. Esto dio a la gente una clara idea de lo que significaba realmente la justicia talibán.

Luego, Mohammad fue entrevistado en GEO TV, donde explicó sus puntos de vista políticos. Según él, la democracia es “no islámica”, al igual que la constitución y el poder judicial de Pakistán, y el Islam prohíbe a las mujeres el acceso a la educación o dejar sus hogares, excepto para realizar el Hajj (peregrinación) a La Meca.

Los conservadores religiosos se quedaron de una pieza. Los líderes de los partidos religiosos se apresuraron a denunciar las opiniones de Mohammad. Los medios paquistaníes sacaron a colación un famoso comentario de Mohammad Iqbal, el poeta-filósofo que concibió la idea de un estado musulmán independiente en Pakistán. "La religión del mulá", señaló, "es anarquía en el nombre de Alá".

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Aún así, esto no habrá terminado hasta que termine, y en el corto plazo mucho depende de la capacidad del estado de conservar el área de Swat y restablecer allí las instituciones civiles. Incluso si el estado lo logra, recuperar el control sobre Swat será apenas el primer paso. Los talibanes se encuentran en toda la NWFP y en las Áreas Tribales de Administración Federal. Los militantes “talibanes del Punjab” de las luchas en Cachemira contra India siguen yendo y viniendo entre el centro del Punjab y los Territorios del Noroeste, representando otro grave desafío a la autoridad de gobierno.

Sin embargo, en el largo plazo lo que realmente importa es si los musulmanes del sur de Asia serán capaces de hacer retroceder la propagación de los talibanes como un todo. La respuesta a esa pregunta se encuentra en las variadas comunidades musulmanas de la región, no sólo de Pakistán.

Afganistán celebrará elecciones más entrado el año. Una votación clara y transparente será decisiva para afianzar la credibilidad del gobierno afgano. En Pakistán, la transición democrática, tras años de régimen militar, aún no se completa. Hay mucha esperanza, sin embargo, en la vitalidad de los medios paquistaníes, así como en la energía que la comunidad legal generara en marzo último al restituir en su cargo al Presidente del Tribunal Supremo Iftikhar Mohammad Chaudhry, que había sido depuesto.

Luego está el ejército paquistaní, el “supra partido político” del país. En gran medida, las relaciones de Pakistán con India, Afganistán y los Estados Unidos dependen de él. El comandante del ejército Ashfaq Kiyani no ha mostrado interés en encabezar el aparato estatal, como hiciera su predecesor, el general Pervez Musharraf. No obstante, el ejército debe aceptar su subordinación al liderazgo político de Pakistán. El comando del ejército debe reconocer finalmente que las repetidas intervenciones militares no han beneficiado al país.

Lo que es más significativo, frente a la ley marcial y los asesinatos políticos, los paquistaníes no han renunciado a su sueño democrático. Un ejemplo viviente de esto es Afzal Lala, político pastún relacionado con el Partido Nacional Awami que, a pesar de las amenazas del sangriento Tehrik-e-Taliban Pakistan, permaneció en Swat durantes los últimos combates.

La democracia será decisiva porque genera inversiones en educación, salud y capacidad económica que benefician a los votantes comunes y corrientes. La talibanización avanza cuando la gente pierde fe en la capacidad del estado moderno para mejorar sus vidas.

Si bien la escasa aplicación del imperio de la ley requiere de una atención urgente, el contraterrorismo nunca es únicamente un asunto militar. Las promesas financieras de Estados Unidos y el consorcio de "Amigos de Pakistán” (la Unión Europea, China y Japón) son importantes, pero cuando se trata de invertir sabiamente en proyectos de desarrollo, el historial paquistaní es más bien decepcionante. La supervisión eficaz de los donantes y del sector privado paquistaní serán cruciales. Sólo una condición se debería imponer a la ayuda a Pakistán: los primeros fondos se deben destinar a reconstruir todas las escuelas de niñas bombardeadas en Swat. Si es necesario, el ejército debería protegerlas día y noche.

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