DHAKA – Desde que el COVID-19 envolviera al mundo hace dos años, la expresión “sin precedentes” se ha vuelto en una especie de muletilla. Pero, si bien el coronavirus ha planteado retos únicos en tiempos de profunda interconectividad global, las pandemias no son nada nuevo. Ni siquiera la pandemia de COVID-19 es la única que estamos padeciendo hoy. En gran parte del mundo en desarrollo están proliferando los brotes de cólera.
Mientras que el virus SARS-CoV-2 es “nuevo”, el cólera –una enfermedad diarreica transmitida por el agua y causada por la bacteria Vibrio cholerae- es antigua, como es su historial de devastación generalizada. La actual pandemia de cólera es la séptima que ha sufrido el planeta desde principios del siglo diecinueve.
A pesar de sus diferencias aparentes, el COVID-19 y el cólera tienen mucho en común. Ambas son al menos parcialmente controlables con vacunas y ambas se propagan con facilidad en entornos atestados y con malas condiciones higiénicas. En consecuencia, para limitar su transmisión resulta crucial asegurar un techo y fortalecer la infraestructura y las prácticas de agua, saneamiento e higiene (WASH, por sus siglas en inglés).
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In the longer term, oil and gas prices look set to rise unless investment picks up sharply, which seems unlikely given current policy guidance. Giant waves of supply and demand shocks will likely continue to roil energy markets and the global economy.
predicts further waves of supply and demand shocks in global oil and gas markets.
The American public has been alarmed and aroused by the US Supreme Court's growing extremism. But voters need to recognize the Court's radical majority for what it is: part of a carefully laid plan to turn the US into a repressive regime.
fears that the radicalization of the US Supreme Court is part of a larger plan to create a repressive regime.
DHAKA – Desde que el COVID-19 envolviera al mundo hace dos años, la expresión “sin precedentes” se ha vuelto en una especie de muletilla. Pero, si bien el coronavirus ha planteado retos únicos en tiempos de profunda interconectividad global, las pandemias no son nada nuevo. Ni siquiera la pandemia de COVID-19 es la única que estamos padeciendo hoy. En gran parte del mundo en desarrollo están proliferando los brotes de cólera.
Mientras que el virus SARS-CoV-2 es “nuevo”, el cólera –una enfermedad diarreica transmitida por el agua y causada por la bacteria Vibrio cholerae- es antigua, como es su historial de devastación generalizada. La actual pandemia de cólera es la séptima que ha sufrido el planeta desde principios del siglo diecinueve.
A pesar de sus diferencias aparentes, el COVID-19 y el cólera tienen mucho en común. Ambas son al menos parcialmente controlables con vacunas y ambas se propagan con facilidad en entornos atestados y con malas condiciones higiénicas. En consecuencia, para limitar su transmisión resulta crucial asegurar un techo y fortalecer la infraestructura y las prácticas de agua, saneamiento e higiene (WASH, por sus siglas en inglés).
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