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Las repercusiones mundiales del golpe en Birmania

BANGKOK – Birmania está guiando al sudeste asiático en una carrera hacia el abismo político. Desde que derrocaron al gobierno civil el 1 de febrero, los militares dieron muerte a más de 530 civiles desarmados y arrestaron a otros miles. Ahora el país enfrenta una crisis humanitaria cada vez más profunda y la creciente posibilidad de una guerra civil: hechos que podrían tener graves consecuencias regionales y hasta mundiales.

Tal vez el gobierno civil birmano —dirigido por la Liga Nacional para la Democracia (LND), de Aung San Suu Kyi— no fuera perfecto, pero contaba con el apoyo de la gente. En las elecciones de noviembre pasado la LND logró una sólida mayoría contra la oposición respaldada por los militares. A las pocas semanas los militares, por orden del general superior Min Aung Hlaing, habían arrestado a Suu Kyi y a otros ministros de la LND y declarado el estado de emergencia por un año.

Birmania ya pasó por eso, sufrió casi medio siglo de dictadura militar y aislamiento internacional después del golpe de 1962 y la sangrienta campaña contra los manifestantes a favor de la democracia en 1988, pero este golpe tiene algo diferente: sin importar la impunidad con que los militares golpean y disparan a los civiles, el movimiento de protesta —basado en una exigente alianza entre las autoridades civiles y grupos étnicos armados— no se rendirá.

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