MÚNICH – En los dos últimos años, la Unión Europea ha dado una alta prioridad al desarrollo de su sector de tecnologías limpias. Como ha subrayado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el sector es esencial para la competitividad económica, la seguridad energética y el liderazgo industrial del bloque.
La UE tiene una ventaja innovadora en varias tecnologías limpias, desde el hidrógeno verde hasta el almacenamiento de energía de larga duración. Pero es difícil lograr una escala comercial de estas tecnologías en el continente. Hay que cubrir un déficit de inversión de unos 50.000 millones de euros (52.000 millones de dólares) para fabricar, de aquí a 2030, al menos el 40% de los dispositivos solares y eólicos, baterías, bombas de calor, electrolizadores de hidrógeno y tecnología de captura y almacenamiento de carbono que debe desplegar la UE.
Al presentar su reciente informe trascendental sobre la competitividad europea, el ex primer ministro italiano Mario Draghiresumió sucintamente el problema: “Hay demasiados obstáculos para comercializar y escalar las innovaciones en la Unión Europea”. En concreto, la UE necesita desarrollar nuevos métodos de producción y nuevos métodos de financiación de la construcción de plantas “pioneras”, que requieren largos plazos de entrega, acceso a grandes cantidades de capital y mano de obra altamente calificada.
Estados Unidos y China, al reconocer que las industrias ecológicas pueden generar empleo y prosperidad, han canalizado miles de millones de dólares hacia estos sectores. Se espera que la Ley de Reducción de la Inflación del presidente estadounidense, Joe Biden, que ofrece créditos fiscales para la producción nacional de tecnologías limpias, desbloquee más de tres billones de dólares en inversión privada en los próximos diez años, según un análisis de Goldman Sachs. China, por su parte, ha subvencionado fuertemente su industria solar, entre otras.
La UE carece de la potencia fiscal de China y Estados Unidos. De modo que, en lugar de crear estas industrias mediante subvenciones generosas e incentivos fiscales, los responsables de las políticas europeos deben utilizar los fondos públicos de forma tal que atraigan al capital privado. Ahí es donde entran a jugar las garantías públicas.
Los clientes suelen esperar que las empresas que venden tecnología no probada a escala comercial ofrezcan amplias garantías en caso de que el producto no funcione como se anuncia. Estas garantías están respaldadas por avales bancarios, para los que se les exige a las empresas una garantía total. Pero las empresas de tecnologías limpias necesitan niveles comparativamente altos de inversión para desarrollar y ampliar sus negocios, y mantener grandes cantidades de efectivo como garantía bloquea un capital que podría invertirse mejor en construir instalaciones adicionales, contratar y formar a trabajadores y atender los pedidos de los clientes.
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Para aliviar esta carga, el sector público podría ofrecer contragarantías, prometiendo reembolsar parte de cualquier pago que un banco haga a un cliente. Los expertos del sector han defendido este instrumento como una forma de descarbonizar las industrias intensivas en energía y reducir el riesgo de las inversiones en tecnologías limpias. También ocupó un lugar destacado en el informe de Draghi, en el que se le exige a la UE que aumente sustancialmente “el uso de garantías... en apoyo de sectores estratégicos de la economía”.
Las garantías públicas ya han demostrado su eficacia para ampliar la innovación en tecnologías limpias en Europa. En 2022, Bpifrance, el Banco Público de Inversión francés, garantizó 51 millones de euros de financiación para Verkor, un fabricante francés de baterías. La garantía ayudó a Verkor a conseguir inversión privada y el compromiso de Renault de adquirir baterías de la empresa para sus vehículos eléctricos, lo que le permitió iniciar la construcción de su primera gigafábrica en Dunkerque.
Estas garantías son muy eficaces, ya que cada euro de dinero público desbloquea hasta miles de euros de capital circulante para los innovadores. Por ejemplo, un instrumento de garantía de 5.000 millones de euros creado por el Banco Europeo de Inversiones para empresas del sector eólico solventará hasta 80.000 millones de euros de nuevas inversiones en esta importante fuente de energía renovable.
Por otra parte, el dinero de los contribuyentes solo se gasta si se acaba produciendo una reclamación, y la evidencia disponible sugiere que es algo poco frecuente. La Cámara de Comercio Internacional calcula que la tasa promedio de pérdida de las garantías oscila entre el 0,2% y el 1,7%. Aunque el riesgo es mayor en el caso de las tecnologías innovadoras, vale la pena asumirlo para apoyar soluciones climáticas que podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y crear empleos verdes y futuros ingresos fiscales.
Un hecho positivo es que el BEI ha propuesto un instrumento de contragarantía de 500 millones de euros para empresas de tecnologías limpias, pendiente de aprobación por su junta de directores a principios de 2025. Si el BEI hace realidad esta promesa, es probable que algunas de las empresas de tecnologías limpias más prometedoras de la UE alcancen una viabilidad financiera, lo que redundaría en beneficio de la competitividad económica del bloque y sería una bendición para el planeta.
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In betting that the economic fallout from his sweeping new tariffs will be worth the gains in border security, US President Donald Trump is gambling with America’s long-term influence and prosperity. In the future, more countries will have even stronger reasons to try to reduce their reliance on the United States.
thinks Donald Trump's trade policies will undermine the very goals they aim to achieve.
While America’s AI industry arguably needed shaking up, the news of a Chinese startup beating Big Tech at its own game raises some difficult questions. Fortunately, if US tech leaders and policymakers can take the right lessons from DeepSeek's success, we could all end up better for it.
considers what an apparent Chinese breakthrough means for the US tech industry, and innovation more broadly.
MÚNICH – En los dos últimos años, la Unión Europea ha dado una alta prioridad al desarrollo de su sector de tecnologías limpias. Como ha subrayado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el sector es esencial para la competitividad económica, la seguridad energética y el liderazgo industrial del bloque.
La UE tiene una ventaja innovadora en varias tecnologías limpias, desde el hidrógeno verde hasta el almacenamiento de energía de larga duración. Pero es difícil lograr una escala comercial de estas tecnologías en el continente. Hay que cubrir un déficit de inversión de unos 50.000 millones de euros (52.000 millones de dólares) para fabricar, de aquí a 2030, al menos el 40% de los dispositivos solares y eólicos, baterías, bombas de calor, electrolizadores de hidrógeno y tecnología de captura y almacenamiento de carbono que debe desplegar la UE.
Al presentar su reciente informe trascendental sobre la competitividad europea, el ex primer ministro italiano Mario Draghiresumió sucintamente el problema: “Hay demasiados obstáculos para comercializar y escalar las innovaciones en la Unión Europea”. En concreto, la UE necesita desarrollar nuevos métodos de producción y nuevos métodos de financiación de la construcción de plantas “pioneras”, que requieren largos plazos de entrega, acceso a grandes cantidades de capital y mano de obra altamente calificada.
Estados Unidos y China, al reconocer que las industrias ecológicas pueden generar empleo y prosperidad, han canalizado miles de millones de dólares hacia estos sectores. Se espera que la Ley de Reducción de la Inflación del presidente estadounidense, Joe Biden, que ofrece créditos fiscales para la producción nacional de tecnologías limpias, desbloquee más de tres billones de dólares en inversión privada en los próximos diez años, según un análisis de Goldman Sachs. China, por su parte, ha subvencionado fuertemente su industria solar, entre otras.
La UE carece de la potencia fiscal de China y Estados Unidos. De modo que, en lugar de crear estas industrias mediante subvenciones generosas e incentivos fiscales, los responsables de las políticas europeos deben utilizar los fondos públicos de forma tal que atraigan al capital privado. Ahí es donde entran a jugar las garantías públicas.
Los clientes suelen esperar que las empresas que venden tecnología no probada a escala comercial ofrezcan amplias garantías en caso de que el producto no funcione como se anuncia. Estas garantías están respaldadas por avales bancarios, para los que se les exige a las empresas una garantía total. Pero las empresas de tecnologías limpias necesitan niveles comparativamente altos de inversión para desarrollar y ampliar sus negocios, y mantener grandes cantidades de efectivo como garantía bloquea un capital que podría invertirse mejor en construir instalaciones adicionales, contratar y formar a trabajadores y atender los pedidos de los clientes.
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Para aliviar esta carga, el sector público podría ofrecer contragarantías, prometiendo reembolsar parte de cualquier pago que un banco haga a un cliente. Los expertos del sector han defendido este instrumento como una forma de descarbonizar las industrias intensivas en energía y reducir el riesgo de las inversiones en tecnologías limpias. También ocupó un lugar destacado en el informe de Draghi, en el que se le exige a la UE que aumente sustancialmente “el uso de garantías... en apoyo de sectores estratégicos de la economía”.
Las garantías públicas ya han demostrado su eficacia para ampliar la innovación en tecnologías limpias en Europa. En 2022, Bpifrance, el Banco Público de Inversión francés, garantizó 51 millones de euros de financiación para Verkor, un fabricante francés de baterías. La garantía ayudó a Verkor a conseguir inversión privada y el compromiso de Renault de adquirir baterías de la empresa para sus vehículos eléctricos, lo que le permitió iniciar la construcción de su primera gigafábrica en Dunkerque.
Estas garantías son muy eficaces, ya que cada euro de dinero público desbloquea hasta miles de euros de capital circulante para los innovadores. Por ejemplo, un instrumento de garantía de 5.000 millones de euros creado por el Banco Europeo de Inversiones para empresas del sector eólico solventará hasta 80.000 millones de euros de nuevas inversiones en esta importante fuente de energía renovable.
Por otra parte, el dinero de los contribuyentes solo se gasta si se acaba produciendo una reclamación, y la evidencia disponible sugiere que es algo poco frecuente. La Cámara de Comercio Internacional calcula que la tasa promedio de pérdida de las garantías oscila entre el 0,2% y el 1,7%. Aunque el riesgo es mayor en el caso de las tecnologías innovadoras, vale la pena asumirlo para apoyar soluciones climáticas que podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y crear empleos verdes y futuros ingresos fiscales.
Un hecho positivo es que el BEI ha propuesto un instrumento de contragarantía de 500 millones de euros para empresas de tecnologías limpias, pendiente de aprobación por su junta de directores a principios de 2025. Si el BEI hace realidad esta promesa, es probable que algunas de las empresas de tecnologías limpias más prometedoras de la UE alcancen una viabilidad financiera, lo que redundaría en beneficio de la competitividad económica del bloque y sería una bendición para el planeta.